“Llamar es superinvasivo”: por qué cada vez más gente prefiere comunicarse exclusivamente por mensaje
En un directo emitido a través de Instagram a principios de este año, Rosalía confesó, mientras se preparaba para ir al concierto que Carolina Durante daba en Madrid aquella misma noche, que odiaba hablar por teléfono. “Es superinvasivo (...) Puedo contar con los dedos de la mano a las personas a las que les cojo el teléfono”, confesaba la cantante ante más de 40.000 de sus fans.
Este mensaje fue aplaudido por cientos de ellos, incluido Rauw Alejandro, que también siguió el directo lanzándole piropos a la que todavía era su pareja. Una vez más, con esa aparente facilidad que la caracteriza, la cantante catalana conseguía concentrar en un par de frases el sentir de toda una generación. O quizá de varias.
A nadie le extrañará leer que, a lo largo de los últimos años, la popularidad de las llamadas de teléfono se ha ido reduciendo a un ritmo endiablado. Cada vez tiene peor prensa el presionar el botón de llamar y esto es especialmente significativo entre los más jóvenes.
Según el estudio Sociedad Digital en España 2018, realizado por Telefónica, un 96,8% de los jóvenes entre 14 y 24 años preferían WhatsApp para comunicarse con sus familiares y amigos. Esto es, mensajes o audios antes que una simple llamada. No obstante, sí que usan las videollamadas para comunicarse, especialmente entre ellos. El 39% de los jóvenes entre 14 y 19 años que participaron en el estudio reconocieron que lo hacían a menudo.
Un fenómeno global
La aversión por las llamadas entre aquellos que prácticamente nacieron con un móvil en las manos no es precisamente algo exclusivo de nuestro país. En Estados Unidos, BankMyCell (sitio web de compraventa de móviles) realizó un amplio estudio con personas de entre 22 y 37 años del país sobre el uso que hacían del móvil en lo relativo a llamadas y mensajes.
El título del mismo, 'Generation Mute’: Millennials Phone Call Statistics ('generación muda': estadísticas de telefonía móvil de los millennials), ya da un poco idea de los resultados. “Generación muda” es el término que acuñaron los autores del análisis para agrupar a los miembros de la generación zeta y a los millennials estudiados.
Según el estudio, los jóvenes odian tanto recibir como hacer llamadas. Entre los principales motivos para no descolgar, un 75% cree que las llamadas son ineficientes y que les quitan demasiado tiempo, un 64% piensa que al otro lado de la línea seguramente se encontrará con una persona que quiere quejarse o que les va a pedir algo, un 55% dice que nunca descuelgan si están ocupados y un 46% por el miedo a una confrontación verbal. Finalmente, a un 41% les da reparo que otras personas escuchen de lo que están hablando y un 37% nunca responde a las llamadas en horas de trabajo.
Respecto a realizar ellos mismos una llamada, los resultados de la encuesta señalaron que un 81% de los encuestados reconoce que se siente ansioso antes de marcar un número. Es por eso que prefieren otras formas de comunicación.
El estudio concluye que llamar por teléfono para estas generaciones es ineficiente, molesto, e incluso que tiene un punto de presuntuoso, ya que de alguna forma pone las necesidades de la persona que llama por encima de las de la destinataria.
Las generaciones zeta y 'millennial' han nacido con un móvil (silenciado) pegado a la mano, hoy en día enviar un mensaje o un audio les resulta más respetuoso y menos intrusivo que llamar
¿Por qué ocurre esto?
“Las generaciones mandan y ya hace tiempo que vivimos en una era digital”, dice Cristina Vidal, psicóloga con más de 20 años de experiencia en la atención a pacientes de salud mental y directora del Centro Integral PsiCo. “Las generaciones zeta y millennial han nacido con un móvil pegado a la mano pero silenciado porque hoy en día enviar un mensaje o un audio les resulta más respetuoso y menos intrusivo que llamar a alguien. También les permite leerlo cuando pueden, dejarte en visto y pensar tranquilamente qué contestar. Incluso recuperar la conversación si es necesario, algo que no está precisamente mal. El problema es que comunicarnos siempre de esa manera es insuficiente si queremos cuidar nuestras relaciones afectivas”.
Por lo tanto, según la psicóloga, la comunicación escrita es una moneda con dos caras. Por un lado nos permite tomar distancia física y ser menos invasivos que llamando por teléfono. También crea una distancia emocional cuando tenemos que comunicar algo difícil y eso nos lo pone más fácil. “No es por casualidad que muchas rupturas se produzcan por WhatsApp”, explica la psicóloga.
Por el otro, es más impersonal y carece del tono que debería definir muchas de nuestras comunicaciones. “En la comunicación escrita el tono lo pone la persona que lee y es muy fácil que puedan producirse malentendidos”, sostiene. “Cuando se trata de cuidar nuestras relaciones afectivas, que nos importan y con las que queremos mantener un vínculo, de vez en cuando hay que ponerle voz a los mensajes y cuidar el feedback, permitir que esa persona nos mire a los ojos y tenga la oportunidad de preguntar espontáneamente sin que le dejemos en visto”.
Para Vidal, además, esta concepción de que las llamadas son demasiado invasoras se ha extendido también a otras generaciones. “Está claro que los millennials y las generaciones posteriores perciben las llamadas como algo muy intrusivo, un gesto que interrumpe la vida de la persona a la que han llamado, obligándole a tener una conversación directa y sin poder pensar tranquilamente las respuestas. Pero es que las llamadas se han hecho tan impopulares que hasta los que en realidad prefieren llamar a mandar un mensaje de texto, suelen preguntar si pueden llamar antes de hacerlo a través de un mensaje. Hoy en día se llama tan poco directamente que cuando suena el teléfono de forma inesperada muchos responden con miedo, pensando que puede haberse producido una desgracia”.
¿Deberíamos llamar más?
Según un estudio de la Universidad de Austin-Texas, titulado de forma reveladora Phone calls create stronger bonds than text-based communications (las llamadas telefónicas crean vínculos más fuertes que las comunicaciones basadas en texto), definitivamente sí. Amit Kumar, coautor del estudio, concluye que las personas creen que a la hora de comunicarse es mejor escribir debido a que las llamadas les resultan, a priori, más incómodas. Pero según sus datos, “la gente se acaba sintiendo significativamente más conectada a través de los medios basados en voz. El temor a la incomodidad, sin embargo, les empuja a utilizar los medios basados en texto”.
En el experimento, realizado tras los periodos de distanciamiento social aplicados para combatir la pandemia de la Covid-19, los investigadores pidieron a 200 personas que predijeran cómo sería volver a conectar con un viejo amigo, tanto por mensaje de texto como por teléfono, y luego asignaron al azar que lo hicieran de una forma u otra. Aunque los participantes intuyeron que una llamada telefónica los haría sentir más conectados, muchos expresaron su deseo de enviar un mensaje de texto porque creían que una llamada sería demasiado incómoda.
Sin embargo, según los datos del estudio, las llamadas telefónicas fueron mucho mejor que los mensajes. “Las personas nos contaron que sintieron un vínculo mucho más fuerte con su viejo amigo al hablar por teléfono que enviando un mensaje”, dijo Kumar.
Cuando se trata de cuidar nuestras relaciones afectivas (...), de vez en cuando hay que ponerle voz a los mensajes y cuidar el 'feedback', permitir que esa persona tenga la oportunidad de preguntar espontáneamente
En otro experimento del mismo estudio, los investigadores emparejaron de forma aleatoria a los participantes en el análisis y los hicieron conectarse a través de mensajes de chat, por teléfono o por videoconferencia. Durante la llamada tenían que plantear y responder preguntas como “¿Hay algo que siempre has soñado hacer? ¿Por qué no lo has hecho?” o “¿Puedes hablarme sobre alguna vez en la que lloraste frente a otra persona?”
Antes de realizar el ejercicio, los sujetos del estudio no esperaban que el medio a través del cual hablaban tuviera mucha relevancia y pensaban que se sentirían igual de conectados por escrito que por teléfono o videoconferencia. La experiencia demostró que se sintieron significativamente más conectados cuando se comunicaron hablando que escribiendo. Y, nuevamente, se dieron cuenta de que no resultaba más incómodo escuchar la voz de su interlocutor. De hecho, esta se reveló como parte integral del vínculo que se creó entre ellos, según los investigadores.
Respecto al tiempo empleado en la comunicación, se cronometraron las interacciones de los participantes y se descubrió que las llamadas duraron aproximadamente el mismo tiempo que leer y responder los mensajes de texto.
Cristina Vidal comenta al respecto que no le sorprenden las conclusiones de este estudio, especialmente en el plano personal. “Hablar por teléfono es una forma fantástica de cuidar el vínculo afectivo entre dos personas porque la conexión emocional es significativamente mejor y bidireccional. El que habla pone tono a las palabras, el que escucha demuestra que está escuchando, te puedes preguntar cosas, sin interferencias y sin dejar en visto a nadie”, remarca. “Los mensajes, los 'buenos días' o los audios están bien, pero en la llamada te ríes junto a tu interlocutor y te sientes significativamente más conectado”.
Por otro lado, afirma la psicóloga: “Los audios han mejorado algo la comunicación personal a través de redes como WhatsApp o Telegram, porque añaden tono, pero a veces han acabado siendo monólogos que superan los 3 minutos, sin ir al grano y en los que no se tiene en cuenta el ritmo del cerebro del otro para procesar el mensaje que está escuchando. Quizá le tenemos que hacer caso al cantante J Balvin que hace unos años se hizo viral al publicar un vídeo en el que afirmaba que, si un audio dura más de 10 segundos, lo mejor que podemos hacer es llamar. Y en mi opinión, así debería ser”, concluye.
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