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Foronda: el alto coste ambiental y económico de volar
Pompa y circunstancia en el aeropuerto de Foronda para celebrar con entusiasmo los vuelos inaugurales Vitoria-Madrid y Vitoria-Barcelona tras el aterrizaje de la aerolínea Volotea en la terminal alavesa. Pero todo estreno no es motivo de regocijo y aplauso y más cuando implica un sinsentido a nivel medioambiental, económico y social.
La decisión de la compañía aérea de implantar los nuevos enlaces con la capital alavesa no sale gratis a nuestro territorio. Cada uno de estos vuelos conlleva un importante coste para las arcas públicas, ya que la compañía recibe de manos de las instituciones 5,3 millones de euros a través de un concurso que VIA, Sociedad para la promoción del Aeropuerto de Vitoria-Gasteiz, sacó a licitación.
Y lo peor no es que estos vuelos se tengan que financiar con dinero público, que también, sino que carecen de todo sentido desde el punto de vista ambiental y van en contra de las directrices europeas de reducción de vuelos de corta distancia con el objetivo de disminuir las emisiones de carbono.
Y ¿son necesarios cuando existen alternativas ferroviarias equivalentes? Ahora mismo la conexión entre Vitoria-Gasteiz y Madrid por tren es de poco más de tres horas y con la llegada de la alta velocidad, la duración será aún menor. Luego el desplazamiento vía aérea queda cubierto por tierra. El argumento que se trasladó desde VIA para explicar la conveniencia de estos vuelos es que facilitan las conexiones directas con el aeropuerto de Barajas y por ende, con otros destinos internacionales. Pero resulta poco convincente su razonamiento cuando ya existen conexiones directas con dicho aeropuerto, las que ofrecen las líneas de autobús. Y por cierto, con horarios y frecuencias operativas, al contrario de los horarios de tarde de los vuelos, salvo los lunes, que complican cualquier intento de trasbordo que resulte de utilidad a las y los viajeros. Por lo que el argumento de VIA no es válido.
Pero este trato no es exclusivo hacia una única compañía. Peor aún es cómo las instituciones públicas- y merece apuntar que el Gobierno Vasco no es la única que destina dinero público a pagar vuelos, también lo hacen cada año la Diputación Foral de Álava y el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz- se han plegado a las exigencias de Ryanair. La compañía, mientras chantajea en Madrid al propio Gobierno central e insulta a ministros- caricaturizó a Bustinduy como payaso y criticó las multas impuestas por su Ministerio de Consumo por prácticas abusivas, como cobrar por el equipaje de mano y sentarse juntos a familiares- consigue aquí en Euskadi exprimir los fondos públicos con un contrato de 7 millones de euros hasta el 2028. Se trata del tercer acuerdo económico firmado con la compañía irlandesa desde 2016, y parece que la situación no va a cambiar a corto plazo, vista la estrategia implantada desde nuestro aeropuerto e instituciones.
A pesar de los perjuicios -que van más allá de lo climático, incluyendo los efectos negativos para las arcas públicas y a nivel social- parecen estar decididos a dejar en manos de esta compañía el presente y futuro de Foronda.
Desde las instituciones públicas han cedido el control de nuestro aeropuerto a una compañía low cost, que, tan imprevisible como una montaña rusa, pone y quita frecuencias o destinos a diario, sin previo aviso.
Además, se han impulsado subvenciones a vuelos de Foronda cuyos destinos (Bruselas, Sevilla, Málaga...) ya se ofrecen cerca de Vitoria-Gasteiz, a apenas 70 km, en el cercano aeropuerto de Loiu. En lugar de avanzar hacia un sistema aeroportuario vasco colaborador, con estas prácticas se fomenta un modelo competitivo entre los territorios de una misma comunidad.
Por si todo esto fuera poco, estamos entregando dinero a la compañía que más sanciones paga por exceder las emisiones del CO2 establecidas por Europa. Fue la aerolínea más contaminante del mundo en 2023 por tercer año consecutivo, con 15 toneladas de dióxido de carbono (CO2) emitidas a lo largo del año, según un estudio de emisiones elaborado por Transport & Environment (T&E).
Por no obviar, la larga estela de conflictos laborales que arrastra en los últimos años. Sostener vuelos baratos en el tiempo no sólo se consigue nutriéndose de ayudas públicas, si no a costa de saltarse los derechos laborales de los trabajadores y trabajadoras de las compañías aéreas.
Pero en Foronda, el pecado original no sólo son los vuelos regulares, como vimos hace un par de años con el desastre de los enlaces a Canarias de Binter. También se aplica una política de subvención de vuelos que no tiene ningún euro de retorno, ni llegan turistas. Estamos hablando de los vuelos chárter en periodos festivos como los que vamos a tener en el puente de diciembre.
Y ante este escenario nada halagüeño ni para el medio ambiente ni para las arcas públicas, nuestros gobernantes parece que no consideran necesario realizar un análisis concienzudo del actual sistema aeroportuario con el objetivo de hacerlo más sostenible. El diputado general, Ramiro González, se ha limitado a dar el siguiente paso: solicitar a AENA la ampliación del actual parking de Foronda y el mantenimiento de la gratuidad del mismo, acciones que para nada van en consonancia con los objetivos de reducción del uso del coche. Ya en la última campaña para las elecciones vascas, el PNV sacó de nuevo a pasear su ocurrencia de que Foronda tenga vuelos transoceánicos, tal como pretendió el Gobierno de Javier Maroto en 2014 con sus vuelos a New York. Intento fallido y desastroso porque se dilapidaron grandes cantidades de dinero público mientras Loiu se hacía finalmente con los vuelos a ese destino.
Por lo tanto, es más necesario que nunca escuchar a la comunidad científica y hacer políticas acordes a esta situación de emergencia climática y desde ahí, elaborar un Plan Aeroportuario Vasco como solución para Foronda y el resto de aeropuertos vascos, de manera que convivan de forma armoniosa, coordinada y complementaria, eliminando la competencia entre ellos y favoreciendo la colaboración de los mismos.
Hay que abandonar esa política de subvenciones públicas a los vuelos regulares y chárter, reduciendo el número de vuelos a favor de los desplazamientos por tren, impulsando un sistema ferroviario atractivo y sostenible. Como dice la campaña de Greenpeace: ¡Más trenes y menos aviones!