Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Trabajar en común para promover el cambio que se necesita
Con motivo del aniversario de la catástrofe de Zaldibar, y secundando la propuesta de la plataforma Larreko Mahaia, numerosos grupos de Bizkaia, Gipuzkoa y, en menor grado, Araba impulsaron la iniciativa U30 ALDAKETALDIA. En el marco de esta iniciativa se organizaron, en muchos pueblos y barrios, numerosas y variadas actividades para dar a conocer los problemas ecosociales de cada lugar y, en general, para denunciar la situación de emergencia climática, ecológica y social que vivimos.
La iniciativa tuvo un segundo hito el 6 de febrero, centralizada en Zaldibar, los pueblos cercanos y Zalla. Organizada por la plataforma Zaldibar Argitu, se desarrollaron concentraciones y manifestaciones para pedir aclaraciones sobre lo sucedido en el vertedero y exigir la depuración de todas las posibles responsabilidades, y que no se selle el vertedero hasta que aparezca el cuerpo de Joaquín Beltrán.
Hay un gran consenso científico a la hora de señalar que esta década va a condicionar de manera fundamental nuestro futuro. Estamos ante una situación nunca conocida en toda la historia de la humanidad. Y es que la alteración de los equilibrios naturales no es, como en el pasado, solo un problema local o regional, sino que se aprecia de forma evidente a nivel planetario. Claros indicadores de ello son la emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y la pandemia COVID-19 asociada a esa pérdida, o el escandaloso aumento de la desigualdad social en todo el mundo.
Esa emergencia ecosocial es consecuencia directa del sistema que rige el funcionamiento de nuestra sociedad. Como ha subrayado Jorge Riechmann, todos los indicadores citados son síntomas, pero la enfermedad se llama capitalismo. Un sistema económico que basa su supervivencia en la competencia ciega por maximizar los beneficios, teniendo para ello que vender cada vez más productos, y buscar, en lo posible, trabajadores ‘baratos’ y disciplinadxs. Y ello implica, por un lado, incrementar la explotación de los recursos naturales y aumentar la cantidad de residuos generados; y por otro, profundizar aún más en las desigualdades sociales.
Tal como ha puesto de manifiesto la economía feminista, hay que mirar más allá de los mercados y poner el foco en toda esa gran cantidad y variedad de trabajos de cuidados que son imprescindibles para el sostenimiento de la vida humana y, en consecuencia, también para el funcionamiento de la economía. Cuidados que en las sociedades heteropatriarcales están invisibilzados y desvalorizados, y que en su inmensa mayoría son trabajos de mujeres precarizadas y, cada vez más, racializadas.
Hay que mirar más allá de los mercados y poner el foco en toda esa gran cantidad y variedad de trabajos de cuidados que son imprescindibles para el sostenimiento de la vida humana
Todo lo anterior descrito nos ha traído a la situación de emergencia actual, y las mismas recetas, por muy coloreadas de verde que estén, no nos van a sacar de la grave encrucijada en la que nos encontramos. Por ello, un profundo cambio de paradigma es, no solo, necesario, sino, también, muy urgente ya que el momento en el que será demasiado tarde está cada vez más cercano.
Por todo ello, es de vital importancia, tal y como ha hecho la iniciativa ‘U30 ALDAKETALDIA’, reivindicar “el cambio del sistema, para poder vivir bien y dejar vivir”, donde se subraya que ese cambio debe orientarse hacia un sistema que pone la vida en el centro. Para entender lo que ello supone, deberíamos fijar nuestra atención en lo que, en plena pandemia, se visualizó en el confinamiento de la pasada primavera. Tuvimos entonces la evidencia de cuáles eran los sectores esenciales para la vida y qué rápido bajó la contaminación generada cuando se puso freno al resto de los sectores.
Sin perder ese punto de vista global, tanto en los comunicados como en las acciones de ‘U30 ALDAKETALDIA’ se ha destacado la idea de que “El planeta empieza aquí”. En otras palabras: para entender lo que le está ocurriendo al planeta y a la humanidad debemos de focalizar la mirada en nuestro entorno, esto es, en nuestra forma de producción y consumo, en nuestro modelo de transporte, en la forma en la que se producen y gestionan los residuos, en la política agraria y forestal que se promueve, en las prioridades que se establecen en los presupuestos, en la fiscalidad que tenemos o en las leyes y normas que facilitan los despidos (Tubacex, ITP, Aernova…) y aumentan la precariedad en el trabajo.
En coherencia con lo expuesto hasta ahora, se puede deducir que el principal objetivo de nuestros gobernantes públicos debería ser garantizar a toda la ciudadanía “unas vidas dignas, en una naturaleza sana y saludable”, pero para ello es necesario que cambien radicalmente el rumbo de su brújula. En lugar de poner la alfombra roja a los lobbies de las empresas privadas de Confebask, tendrían que dar prioridad absoluta al desarrollo de un sistema de cuidados público, digno, gratuito y universal, a los servicios públicos básicos (sanidad, educación…), a las políticas que tratan de conseguir que toda la población tenga acceso a necesidades tan vitales como la alimentación, agua, energía y vivienda, etc.
El reto es muy difícil y sabemos que el tiempo corre en contra nuestra. Pero también sabemos que la clave para conseguirlo está en una sociedad activa, articulada y movilizada. Y en eso, afortunadamente, la sociedad de Euskal Herria tiene tradición y, también, presente. Aunque seguimos estando en plena pandemia, son muchos los grupos sociales que siguen movilizándose, y, sin embargo, para hacer frente a ese gran reto parece obligado dar un paso más. A pesar de las dificultades, hay que reforzar esa dinámica que busca tejer confluencias entre esos grupos sociales, remarcar los puntos de encuentro entre diversos, unir fuerzas, contagiarse mutuamente y, a ser posible, compartir discursos y agendas.
Desde este punto de vista, la principal fortaleza de ‘U30 ALDAKETALDIA’ ha sido la amplia red que se ha tejido a lo largo del proceso de organización de la iniciativa. Han participado más de ochenta grupos y las complicidades e interacciones positivas que han surgido entre ellos son un verdadero tesoro de cara al futuro inmediato. Hasta ahora, ese proceso se ha dado sobre todo en Bizkaia y Gipuzkoa y, particularmente, entre grupos ecologistas, pero el camino recorrido permite ser optimistas ante la posibilidad de una próxima ‘ALDAKETALDIA’ extendida a todos los territorios de Euskal Herria y con la implicación de otros movimientos (feministas, por la justicia social…) además del ecologista.
Seguiremos trabajando junto con muchos más para hacer frente a ese reto y abrir las puertas a la era del cambio. Tenemos el convencimiento de que la mejor manera de mantener la esperanza en este tiempo oscuro es apostar decididamente por el trabajo en común para que, lo que ahora parece imposible, se haga factible mañana.
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