El Gobierno vasco desliza que el nuevo Hiriko de Navarra “ya no es el proyecto innovador de hace una década”

Una década después de un sonoro fracaso que implicó procedimientos judiciales y la pérdida de casi 20 millones en ayudas públicas, el coche eléctrico 'made in Basque Country' Hiriko ha resurgido bajo el nombre de Lakota en la localidad navarra de Tudela. Como publicó este periódico, la empresa NTDD ha adquirido los restos de aquel naufragio y ha preparado ya una nueva oferta de movilidad eléctrica urbana basada en las patentes desarrolladas en su día. El plan fue presentado en Euskadi por vez primera en la feria Go Mobility celebrada en Ficoba, en Irún, el pasado mes de abril. Preguntado por ello en el Parlamento Vasco, la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, no exhibe preocupación y cree que el nuevo proyecto no supone ya un quebranto para las arcas públicas. Sugiere también que esa tecnología que hace una década iba a ser revolucionaria ya no lo es.

“Desde la finalización del proyecto de I+D Hiriko han transcurrido diez años, periodo superior a la media en el que es habitual que se amortice una patente tecnológica, y transcurrido el cual el contexto en torno al vehículo eléctrico es bien distinto, es hoy una realidad y no el proyecto innovador que fue hace una década”, explica Tapia en respuesta a las preguntas sobre la materia de la representante de EH Bildu Itxaso Etxeberria, que cuestionaba que una inversión pública millonaria haya quedado en manos privadas por una factura de apenas 26.000 euros. Ése fue el precio por el que la compañía NTDD, radicada en Tudela, adquirió el prototipo D1 de Hiriko, otros materiales sobrantes y las patentes en la subasta judicial montada para intentar recuperar el máximo posible de fondos perdidos en la quiebra de la empresa original, llamada Afypaida y que estaba vinculada, entre otros, al empresario Jesús Echave o al exconcejal del PNV Iñigo Antia.

Tapia recalca en la Cámara que no hay nada que objetar a la operación. “La normativa reguladora del programa Etorgai [de ayudas públicas a proyectos] en ningún caso exige que la propiedad de los resultados pertenezca en parte o en el todo al Gobierno vasco, siendo por tanto los resultados, activos (en su caso) propiedad de las empresas que los convertirán en impacto socio económico, productividad empleo, facturación, mejoras medio ambientales, etc”, explica por un lado. Sí concede que “la Ley 38/2003 de 17 de noviembre General de Subvenciones, en su artículo 31.4 a), sí establece que el beneficiario deberá destinar los bienes al fin concreto para el que se concedió la subvención, que será de al menos dos años o cinco en caso de bienes inscribibles en un registro público”. También programas públicos como Gaitek o incluso la regulación vigente de Etorgai hablan de cinco años. Pero el Gobierno remarca que la subasta que ganó NTDD se produjo cuando había pasado más de ese lustro.

Las tres patentes impulsadas con los fondos públicos -Euskadi estima que 2,2 millones eran aportaciones autonómicas y el resto procedieron del Estado fruto de la mediación política del PNV en algunas negociaciones presupuestarias- fueron el “sistema de plegado del vehículo”, el “sistema de conducción drive by wire” y las ruedas robotizadas o “roborruedas”, según detalla la titular de Desarrollo Económico, que lleva en el cargo desde 2012. Todo ello está incluido ahora como parte fundamental del nuevo proyecto de NTDD, que ha cambiado el nombre de Hiriko por el de Lakota, según indicadores sus promotores.

Tapia, históricamente, siempre ha negado que este proyecto fuera un fracaso, ya que entiende que lo que era objeto de apoyo público no era la fabricación o la comercialización, sino la I+D de nueva tecnología para la automoción. Así se expresó en 2015 también en el Parlamento y también en respuesta a EH Bildu:  “Me pongo muy pesada y lo repito. Parece que no se me acaba de entender. Las ayudas eran para un proyecto de I+D y se cumplieron los objetivos, sí. El coche fue posible. Se puso en marcha. Se presentó. Como proyecto de I+D cumplió sus objetivos. Falló en la comercialización”. Ahora insiste en que las aportaciones autonómicos se hicieron “asumiendo el riesgo asociado a la actividad de I+D”.

La génesis del Hiriko fue un trabajo previo del prestigioso MIT de Massachussets. Ya en Vitoria, una entidad aparentemente sin ánimo de lucro llamda Afypaida empezó el desarrollo de la idea de Boston. En un inicio el plan iba a permitir desarrollar siete patentes de una tacada, algo insólito en la historia de la automoción. Al final, tras el fichaje de Armando Gaspar, procedente de Mercedes-Benz, todo se simplificó en busca de lograr facilidades para su producción en cadena. Pero la homologación nunca llegó. Las ayudas públicas sí se cobraron íntegramente pero los prometidos 20 prototipos nunca existieron y las 80 ‘roborruedas’ se quedaron en cuatro. El D1 ni siquiera llegó a arrancar cuando fue trasladado a Bruselas para su presentación.

En paralelo, Echave, gran aficionado al motor, se valió de una subvención estatal de 600.000 euros para ampliar su colección particular con la compra de un monoplaza de Épsilon-Euskadi. Precisamente la compra injustificada del monoplaza fue la clave para la condena mercantil parcial que recibieron los promotores de Hiriko. En la vía penal el caso se cerró con un reproche por haber malgastado ‘pólvora de rey’ pero no hubo más consecuencias. Hiriko formaba parte de un triángulo de proyectos vinculados al motor impulsados por el PNV. El otro fue la fallida escudería de Fórmula 1 Épsilon-Euskadi -que se tragó también decenas de millones de euros públicos- y el tercero el nonato Circuito del Norte en Arakamendi, a las afueras de Vitoria.

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