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El fallido coche eléctrico vasco Hiriko renace con nuevo nombre y buscando alejarse de la sombra de la corrupción

El antiguo Hiriko, ahora rebautizado como Lakota, en la sede de NTDD en Tudela

Iker Rioja Andueza

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En un polígono industrial a las afueras de Tudela, ya a muy pocos kilómetros de Aragón y junto a un concesionario de Mercedes-Benz, una empresa automovilística llamada NTDD ha alquilado el antiguo Hiper Bazar Euro-Asia. Allí gestan un nuevo proyecto llamado Lakota. Con él aspiran a revolucionar la movilidad eléctrica urbana. Sueñan con matricular 1.200 utilitarios enchufables de aquí a 2026 y con lograr socios capitalistas. Detrás de las puertas automáticas del antiguo comercio, justo al lado derecho del vestíbulo, se exhibe el prototipo D1 del proyecto. Se trata de un vehículo plegable y biplaza, con volante electrónico 'drive by wire' y ruedas robotizadas. Pero, aunque mantiene su aire futurista con reminiscencias de New Beetle y Smart, el invento tiene una década. A pesar de que vaya a tener matrícula NA, debajo oculta una imaginaria matrícula VI. Y es que en su vida anterior se llamó Hiriko, fue impulsado políticamente por el PNV y se tragó casi 20 millones de euros en ayudas públicas. En el maletero acumula sumarios judiciales, una condena mercantil, auditorías del Tribunal de Cuentas y comisiones de investigación. Ahora renace y, en pocos días, a finales de abril, será presentado a la opinión pública vasca en una feria en Ficoba, en Irún.

Convencidos de que Hiriko gripó por una mala gestión o por un mal desarrollo técnico y no porque fuera una mala idea, NTDD adquirió el D1, otros materiales sobrantes y las patentes de Hiriko en la subasta judicial montada para intentar recuperar el máximo posible de fondos perdidos en la quiebra de la empresa original, llamada Afypaida. Según la documentación judicial a la que ha accedido este periódico, la inversión que se realizó fue de apenas 26.000 euros, lo que cuesta un Golf. De hecho, la primera puja se declaró desierta al no haber interesados. No obstante, hasta principios de este mes de marzo ha habido litigios ante el juzgado porque NTDD entiende que no se le han entregado todos los componentes electrónicos, el ‘software’ y el ‘hardware’ del viejo Hiriko. Además, las patentes hay que seguir pagándolas para mantenerlas.

En esa última resolución judicial de marzo, la magistrada del ‘caso Hiriko’, María Teresa Trinidad Santos, le afea a los nuevos dueños que “no tuvieran la iniciativa de verificar en vivo el estado” de los restos del naufragio y rechaza sus quejas por la falta de algunos materiales. Y se permite criticar el renacimiento del proyecto: “Es muy significativo que [el responsable de NTDD] manifieste que es una persona pasional, que hace las cosas sin asesorarse y que a veces acierta y otras se equivoca. Pues bien, todo indica que las expectativas estaban equivocadas, pero no porque se le haya engañado, se le haya ocultado información o porque no se le entregara todo lo que se subastaba. Lo erróneo de sus expectativas también se evidencia cuando declara que [pretendían] dejar de lado el proyecto de coche eléctrico [propio de NTDD] y ver si podían reconducir […] el proyecto Hiriko y terminarlo, obviando en el año 2019 los hechos declarados probados en la sentencia de 2017, donde se ponía de manifiesto la ingente inversión en financiación y tiempo de trabajo que habría hecho falta para sacar adelante no ya el inicial proyecto Hiriko […] sino incluso la versión posterior dirigida a los mandos de Armando Gaspar”.

Desde NTDD, que pronto constituirá una sociedad propia para el desarrollo de Lakota, rechazan con firmeza estos argumentos. “La tecnología que éstos querían implantar, si la hubiesen desarrollado correctamente, era puntera. La idea hoy sigue siendo fresca. Y el mercado ha evolucionado hacia el vehículo eléctrico. Antes no había nada de vehículo eléctrico. Se podría decir que eran unos visionarios. Como concepto, nadie se lo puede discutir. Fue un buen concepto, fue un buen diseño, fue una gran idea y el que lo niegue no entiende de automoción”, explican.

elDiario.es/Euskadi ha podido visitar en los últimos días la sede del nuevo Lakota, un nombre sioux. En poco tiempo, el prototipo D1 será redecorado de cara a su presentación en sociedad en Euskadi. Ahora todavía conserva todos sus colores originales y así luce en las fotografías que acompañan a este reportaje. Es el mismo coche que se ubicó frente a la puerta de Brandenburgo en Berlín o que no arrancó en su presentación internacional en Bruselas, con José Manuel Durão Barroso de convidado de piedra (y adonde llegó en un camión de frutas). Ese mismo aparato estaba llamado a poblar las calles de Astaná en la Expo de 2017 e incluso iba a interesar por su avanzada tecnología al Ejército de Estados Unidos. En realidad, el cambio de nombre es una cuestión exclusivamente de imagen, ya todo el proyecto es idéntico.

“Hemos cogido una patata caliente”, bromean los dos responsables de NTDD que hacen de anfitriones en la visita. Pero entienden que Hiriko (‘de la ciudad’, en euskera) se ajustaba bien a las funcionalidad urbana del modelo que quieren hacer y sigue manteniendo una buena sonoridad para el mercado japonés, al que aspiraba a llegar. De hecho, en la ropa de los profesionales que trabajan en el actual proyecto pone Hiriko y no Lakota. En el vídeo corporativo de presentación aparece el D1 por el centro de Vitoria, en la Virgen Blanca. Son imágenes de hace una década. En el ‘powerpoint’ con el que se busca captar inversores se explica la quiebra como un “cese de actividad” sin más detalles entre 2013 y 2019.

En efecto, NTDD ganó la subasta hace ya casi tres años y el plan para reflotar Hiriko lleva todo ese tiempo en marcha. Condicionado por la pandemia, el proyecto ha mantenido un perfil bajo hasta la fecha y es ahora, desde finales de 2021, cuando en el viejo bazar tudelano se empiezan a mostrar los primeros resultados del renacido Lakota. De hecho, sus promotores explican que ya han recibido las primeras subvenciones del Gobierno de Navarra y, de nuevo, del de España. El Estado fue el principal financiador de Hiriko merced a la presión política del PNV a un José Luis Rodríguez Zapatero en minoría. De la misma época es el igualmente fallido sueño de montar una escudería vasca de Fórmula 1, un proyecto llamado Épsilon-Euskadi y a cuyo frente se situó el catalán Joan Villadelprat. Aquella ensoñación se tragó casi 50 millones de euros. Solamente en los últimos meses se ha logrado dar uso a la antigua sede, ubicada en el parque tecnológico de Miñano y con túnel del viento. Durante años ha estado totalmente abandonada. Hiriko y Épsilon-Euskadi estuvieron interconectados y parte del personal trabajó en ambas iniciativas. Siguen sufriendo impagos. El tridente se completaba con un circuito de carreras llamado Arakamendi y para el que PNV pedía los terrenos del actual cuartel del Ejército en Vitoria.

La génesis del Hiriko fue un trabajo previo del prestigioso MIT de Massachussets. Sobre una mesita, en el taller de Tudela un libro recoge aquellas ideas. DenokInn, una entidad impulsada en 2008 por los alcaldes de Bermeo, Mundaka y Elantxobe, Xabier Legarreta, Unai Rementeria y Joseba Lander Arregi, ejerció de intermediaria para que una entidad que supuestamente no tenía ánimo de lucro y que se llamaba Afypaida empezase el desarrollo de la idea de Boston en el histórico garaje Alas de Vitoria. Detrás de Afypaida, además del exconcejal del PNV Iñigo Antia, estaban empresarios como José Luis Bengoechea, Pepe Barreira o Jesús Echave. En un inicio, Hiriko pretendía estrenar siete patentes, algo inédito en la historia de la automoción. La más llamativa era la ‘roborrueda’, una rueda totalmente robotizada con un radio de giro de unos 60 grados. Ello y el carácter plegable del coche iban a permitir maniobras muy ágiles. “Esto no era hacer un Seat Ibiza, era una cosa innovadora”, defendían los promotores.

Al final, tras el fichaje de Armando Gaspar, procedente de Mercedes-Benz, todo se simplificó en busca de lograr facilidades para su producción en cadena. Pero la homologación nunca llegó. Las ayudas públicas sí se cobraron íntegramente pero los prometidos 20 prototipos nunca existieron y las 80 ‘roborruedas’ se quedaron en cuatro. En el garaje de Lakota hay un chasis con una vida útil estimada de solamente 25 horas procedente de aquella época. ¿Para qué servía eso? Echave, gran aficionado al motor, se valió de una subvención estatal de 600.000 euros para ampliar su colección particular con la compra de un monoplaza de Épsilon-Euskadi. Estos coches también han ido recayendo en particulares tras las subastas judiciales por cantidades irrisorias. Uno de ellos está en una colección en Madrid. 

Precisamente la compra injustificada del monoplaza fue la clave para la condena mercantil parcial que recibieron los promotores de Hiriko. En la vía penal, al igual que sucedió en el caso Épsilon-Euskadi, el caso se cerró con un reproche por haber malgastado ‘pólvora de rey’ pero no hubo más consecuencias. En aquellos procesos judiciales se fajó como abogada del Estado la hoy dirigente de Vox, Macarena Olona. La todavía hoy consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, siempre insistió que en el caso de Hiriko el dinero invertido tuvo una utilidad, el desarrollo de un concepto de I+D que, en el futuro, podría ser útil para nuevos modelos de movilidad. La oposición al PNV, por el contrario, cuestionó con dureza los fondos públicos dilapidados.

En la sede de NTDD, detrás de unas lonas promocionales, se accede a un taller donde hay una zona de testeo de las ‘roborruedas’ y otros prototipos que ya se van desarrollando. El proyecto pretende desarrollar doce tipos de Lakota, que se prevé vender por un mínimo de 11.000 euros y un máximo de 16.000 euros. No obstante, no está pensado para su posesión en propiedad, sino para que las instituciones o empresas creen una flota de uso compartido. Como Hiriko, quiere ser un coche de “última milla”. Los anteriores gestores publicitaron un acuerdo inexistente con Deutsche Bahn, la Renfe alemana, por el cual se iban a aparcar estos utilitarios en la puerta de las estaciones para completar los desplazamientos urbanos.

Habrá un Lakota tipo ‘buggy’, otro estándar y un tercero en versión camioneta. Todos mantienen el acceso frontal a su interior con un gran portón. A su vez, podrán ser plegables para facilitar su aparcamiento, y habrá una versión con ‘roborrueda’ y otra con un motor central. En el caso del camión, se ambiciona un producto para la logística y los servicios urbanos que pueda llevar una caja estándar, una refrigerada, un recogedor de basura, estructura de extinción de incendios y hasta un acople de drones para completar la entrega automatizada de paquetería. “Serán susceptibles de convertirse en vehículos autónomos”, auguran incluso en NTDD. En cuanto a sus especificidades técnicas, no podrá ir a más de 90 kilómetros por hora (no más de 10 estando plegado y exclusivamente para maniobrar). Tendrán autonomía para 200 kilómetros con una potencia de 20 CV. Podrá recibir una carga rápida en 15 minutos pero la carga lenta completa duraría seis horas.

NTDD cree que Hiriko va a pasar esta ITV y que tendrá una segunda vida: “En el País Vasco sí sabemos que va a haber toda clase de comentarios. Sabemos lo que va a pasar. Pero vamos a enseñar el producto que nosotros estamos desarrollando. Que sí, que es parecido, que es casi lo mismo. Pero, ¿por qué vas a quitar algo que es bueno? Para eso estamos pagando las patentes desde el año 2019. No lo hacemos por capricho, sino porque pensamos que son buenas, que es una buena idea y que se puede defender ahora”. Hiriko ha vuelto.

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