Reconocen como víctima a 'Turuta', el vasco que fue espía de la CIA contra los nazis y murió tras las torturas franquistas
Este sábado, 20 de diciembre, se cumplen 75 años del fallecimiento de Txomin Letamendi, militante del PNV y espía vasco bajo el apodo de 'Turuta' al servicio de la CIA de Estados Unidos en la II Guerra Mundial. La efeméride llega cuando el Instituto de la Memoria (Gogora) lo ha reconocido como víctima por haber sido torturado durante la dictadura, cuando regresó a España procedente de Venezuela en una misión encargada por el primer lehendakari, José Antonio de Aguirre. La de 'Turuta' es una historia de película -'Karmele', de Asier Altuna- o de novela -'Elkarrekin esnatzeko ordua', de Kirmen Uribe- y es solamente el segundo reconocido con la ley vasca de memoria histórica de 2023 en la mano después del consejero republicano Alfredo Espinosa, fusilado en la Guerra Civil.
Los homenajes a 'Turuta' se han iniciado este viernes en Ondarroa, la localidad de origen de Karmele Urresti, la esposa de Letamendi. Y se repetirán este lunes en Bilbao, donde nació él en 1901. Este segundo tendrá un rango más institucional. Su sonoro apodo se debe a que era músico, trompetista para más detalles. En la Guerra Civil fue comandante de una guarnición de 'gudaris', los milicianos nacionalistas que combatieron en defensa de la legalidad republicana. Pero los franquistas, auxiliados por alemanes e italianos, conquistaron todo el territorio vasco ya en el verano de 1937. Y pasó al exilio.
Primero fue a París, al conocido palacio del 11 de la avenida de Marceau que ahora ha recuperado el PNV. “Es allí donde se puso a las órdenes del lehendakari” como un agente del SVI, el Servicio Vasco de Información, la agencia de espionaje creada por Aguirre en la Guerra Civil. Pero los nazis llegaron también a Francia. Su siguiente parada fue ya en América. En concreto, acabó en Venezuela. El SVI, en cambio, estableció su cuartel general en Nueva York. Allí trabó acuerdos de colaboración con la OSS (actual CIA), el FBI y también con el SOE británico. Todo esto está documentado en papeles secretos desclasificados ya tanto por Estados Unidos como por el Reino Unido. En España eso aún no es posible a falta de la reforma de la ley de secretos oficiales.
Uno de esos papeles es el informe de la CIA titulado “Mission Letamendi”, que explica el regreso a España del espía. Fue a finales de 1942. Aparentemente, Aguirre le invitó a volver al interior. Necesitaba agentes sobre el terreno ante lo que intuía (equivocadamente) como la caída del franquismo en paralelo a las derrotas de Alemania e Italia. El lehendakari, como también describió la CIA, llegó a pedir armas a Estados Unidos para su plan para derrocar al régimen. El propio viaje, en el buque Buena Esperanza, fue una misión confidencial para la CIA ya que en él iba también el getxoztarra José Antonio de Sangróniz, embajador español en Venezuela. La tapadera de músico permitía al espía hacerse pasar como un inocente vasco apolítico que recorría el mundo y que era amigo de las hijas del diplomático.
En 1945 acabó la II Guerra Mundial y, con ello, la luna de miel del SVI con Estados Unidos. Este país reinició sus relaciones diplomáticas con una España que ya no se estaba mostrando al mundo como amiga de las derrotadas Alemania e Italia. Letamendi fue arrestado en agosto de 1946 “con motivo de haber descubierto la Policía gubernativa de San Sebastián una valija con documentación clandestina con destino a Francia que puso de relieve la existencia de una amplia conspiración”. Según el franquismo, “todos los partidos políticos de izquierdas” -el PNV era una formación católica y conservadora, mas siempre operó del lado de los republicanos- estaban actuando subrepticiamente en el territorio nacional bajo instrucciones de autoridades en el exilio “para el derrocamiento del régimen establecido en España después de su guerra de liberación”.
Explica la familia, que en 2024 inició un proceso judicial no para buscar condenas sino para que la Justicia ponga negro sobre blanco esta historia, que sufrió “graves torturas en comisaría”. Estuvo en prisión sin condena hasta mayo de 1947, es decir, nueve meses. 'Turuta' optó por desplazarse a Barcelona, donde siguió trabajando como agente del SVI con las identidades de “Damián Landa” o “Darío Landa”. Pero fue arrestado nuevamente en septiembre de ese mismo año por la Brigada Político-Social. Otra vez más le decomisaron documentación interna de la oposición. Aquí se sabe que fue torturado por los agentes José Nogués Recoo y Fernando Escudero Arcocha. Son los dos nombres que aportó la familia a la Justicia. Hay más, pero no se han investigado. Lo dejaron “marcado” tanto física como psicológicamente. “No pudo revertir las secuelas”, abundan.
Fue procesado en 1948 y la Fiscalía militar pidió para él diez años de cárcel por delitos de espionaje. En febrero de 1950 llegó la sentencia condenatoria contra él tras un proceso sin garantías. Finalmente, le cayeron cinco años de reclusión por ser responsable de una “conspiración para la rebelión”. Estuvo preso en la propia Barcelona, pero también en Madrid y Guadalajara, según su expediente penitenciario. “Su estancia en prisión fue durísima” y llegó a dejar de comer. “Los muertos no comen”, contó otro reo sobre la delicada situación del torturado. En octubre le concedieron un indulto por su estado de salud. Estaba al “límite” cuando se reunió con su familia. El 20 de diciembre de 1950, estando en casa de un hermano en Madrid, falleció.
La entidad Gizarte Eskubideen Behatokia (GEB) resalta que también la familia del fallecido padeció la represión. “El ensañamiento del Estado no tuvo límites”, remarcan. Exponen que Urresti, la esposa del músico-espía, regresó al exilio de Venezuela tras su fallecimiento y no pudo instalarse en Ondarroa hasta un cuarto de siglo después, en 1975. Su hermano Joseba Andoni Urresti, sacerdote, usó el apodo 'Jacques' en la clandestinidad y participó en la Red Comète de apoyo a los aliados. Otro hermano, Josu, “fue detenido y encarcelado” y pasó cuatro años entre rejas, hasta 1940. La suegra de Letamendi, Carmen, fue “desterrada”, inhabilitada como maestra y multada con 75.000 pesetas, unos 450 euros al cambio de 2002. Les expoliaron bienes: dos viviendas, dos embarcaciones o un taller. Otro hermano, Gaizka Urresti, acabó siete veces detenido, fue encarcelado en cuatro de ellas y “tortuado en numerosas ocasiones”. Dos hijos de 'Turuta' también fueron arrestados en la dictadura. Según GEB, hay una “clara línea de continuidad” en la represión desde la Guerra Civil hasta el final de la dictadura y que incluso se interna en el período democrático. Este caso “no es aislado” y es la realidad para “decenas de familias vascas”. El PNV, como partido, ha apoyado el reconocimiento como víctima de su militante.
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