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Extremadura: Casi nadie tiene lo que quería

Alberto Nuñez Feijóo y María Guardiola, en un acto se campaña para las autonómicas de Extremadura.

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Por si quedaba alguna duda de que las elecciones solo conforman un instrumento que, por sí, resuelven poca cosa, ahí tienen los resultados de la primera etapa del Tour electoral que nos ha caído en suerte a modo de adelanto de la lotería de Navidad. Cuando los partidos y los candidatos no saben gestionar un resultado, llamar a las urnas para ver si sale el resultado que sí saben gestionar suele acabar con otro resultado que tampoco saben gestionar.

Los populares buscaban una victoria rotunda que justificase el adelanto electoral, pusiese en su sitio a Vox y acelerase la cuenta atrás del sanchismo. Han ganado, pero no fue la victoria buscada. Parece que los votantes han decidido recompensar más a quienes culparon de ir a elecciones, colocando a Vox más cerca y dejando una incierta lectura a nivel estatal. La desconcertante última semana de campaña de la candidata María Guardiola y las ausencias programadas de Núñez Feijóo la hacen aun más controvertida. ¿El resultado no fue tan bueno como se calculaba porque no estuvo lo suficiente o porque no desapareció lo suficiente?

Los socialistas iban a salir por su propio pie y se han quedado ingresados en cuidados intensivos y eso gracias a que los partidos importan y los socialistas tienen uno en Extremadura. Puede que soñasen con dar alguna pequeña sorpresa y argumentar así con más convicción que es la economía, estúpido. Pero no lo es. Ni Pedro Sánchez ni su partido pueden seguir encomendados a esta especia de marianismo sin Mariano Rajoy, donde todo se resume en esperar a que pasen el tiempo y las cosas. Si se trata de esperar, la gente prefiere esperar en su casa.

Santiago Abascal buscaba salir de Extremadura convertido en la verdadera alternativa al Sanchismo. De ahí una campaña sin candidato local y sin políticas regionales. La ultraderecha ha subido, pero menos de lo que necesitaba. Aunque puedan cobrarle caro su apoyo a Guardiola, no eran esa la ganancia buscada. El verdadero objetivo era Núñez Feijóo. Misión cumplida, pero se esperaban causar más estropicio en su liderazgo. El mensaje resuena claro: para una parte del electorado de la derecha, si le obligan a escoger, elige Vox; menos de la que le gustaría a Abascal, pero mucha.

A la izquierda del PSOE respiran, pero tampoco les sobran las razones para el entusiasmo. En los momentos más azarosos del sanchismo no son las fuerzas progresistas quienes más recogen los frutos del desgaste o son percibidas como la alternativa. Igual que la resistencia no puede conformar el único proyecto socialista, presentarse como el bote salvavidas cuando el barco se hunde tampoco parece la mejor manera de afrontar un futuro incierto. Las derechas compiten para ganar y las izquierdas únicamente para sobrevivir. El 2026 se puede hacer muy largo.

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