Vitoria inaugura el prometido laberinto vegetal casi sin hojas
El proyecto, que ha contado con un presupuesto de 474.742 euros, ha sido posible, dice el Ayuntamiento, “gracias al diálogo y a la colaboración” de la ciudadanía
La alcaldesa, Maider Etxebarria, y Beatriz Artolazabal, teniente de alcaldesa, en la inauguración del laberinto PNV
El Ayuntamiento de Vitoria ha abierto al público el laberinto vegetal de Olárizu, una nueva pieza del jardín botánico, diseñado para “el ocio familiar, el aprendizaje y la convivencia con la naturaleza”. El laberinto ocupa casi 4.000 metros cuadrados y está formado por más de 6.000 ejemplares de carpe, una especie autóctona que cambia con las estaciones y que mantiene su densidad durante todo el año, según se ha explicado desde el Ayuntamiento. Se ha señalado desde el Consistorio que el laberinto invita a “perderse”, si bien la realidad es que, en el momento de la inauguración, el follaje era aún escaso.
En el acto de apertura de este viernes han participado la alcaldesa, Maider Etxebarria; la teniente de alcaldesa, Beatriz Artolazabal, y el viceconsejero de Turismo y Comercio del Gobierno vasco, Jakes Agirrezabal. Durante su intervención, Etxebarria ha asegurado que este laberinto “nace como elemento tractor del jardín botánico de Olárizu y como un atractivo añadido a las personas que visitan Vitoria-Gasteiz”. “Además, nos permite seguir avanzando como ciudad verde, viva y atractiva, con recursos que invitan a participar del ocio en plena naturaleza. Cada nuevo proyecto verde que ve la luz es un paso más hacia la Vitoria-Gasteiz humana y sostenible que impulsamos desde el Gobierno municipal”, ha añadido, según recoge Europa Press.
Se trata, dice el Ayuntamiento, de una de las especies más utilizadas históricamente en Europa para formar setos y laberintos, por su resistencia, su capacidad para mantener la forma tras la poda y su belleza cambiante a lo largo del año. Con el tiempo, el seto alcanzará una altura de 1,70 metros. El recorrido vegetal actúa además, señala el Consistorio, como sumidero natural de CO2 y refugio para aves, insectos y pequeños animales, reforzando el ecosistema del parque. Todo el sistema, añade, ha sido diseñado con criterios de sostenibilidad: riego por goteo, materiales naturales y permeables, y un mantenimiento responsable, sin productos químicos. El conjunto se completa con un roble central, los cipreses que delimitan las zonas de estancia, las moreras que sombrean la plazoleta de acceso y un sistema natural de drenaje que canaliza el agua hacia la laguna exterior del jardín botánico.
Artolazabal ha señalado que “no es solo un juego, es una invitación a perderse, detenerse, mirar y redescubrir la naturaleza” mediante “un nuevo pulmón verde, un lugar para disfrutar, aprender, jugar y reflexionar”, dentro de “un espacio que refuerza la identidad de esta ciudad, donde naturaleza y convivencia caminan siempre de la mano”. El laberinto lleva por nombre Blanca Catalán de Ocón, en homenaje a la primera botánica española, que vivió los últimos años de su vida en Vitoria. Destaca el Ayuntamiento que fue una mujer pionera, investigadora y apasionada por las plantas, que abrió camino cuando muy pocas podían hacerlo.
Recreación de lo que sería el laberinto vegetal que se presentó con el proyecto en su momento AYUNTAMIENTO DE VITORIA
“Participación ciudadana”
El Ayuntamiento ha asegurado que el proyecto es también “un ejemplo de participación ciudadana”, ya que, tras las aportaciones del vecindario de Olárizu, se modificó el diseño original para alejar el laberinto de las viviendas, crear tres accesos en lugar de uno, incorporar una plazoleta arbolada y mejorar la visibilidad y la conexión peatonal con el Jardín Botánico. “Gracias al diálogo y a la colaboración, tenemos hoy un proyecto mejor, más participado y más querido por la ciudadanía”, ha reconocido Artolazabal, quien ha querido agradecer “el trabajo y la implicación del CEA y de todas las personas que han trabajado en el diseño y la ejecución”.
Beatriz Artolazabal, con el laberinto, con apenas hojas, al fondo PNV
En su momento, el proyecto de laberinto estuvo rodeado de críticas. Los vecinos se quejaban de que iba a destrozar “de forma irreversible las campas de Olárizu”, al mismo tiempo que generaría inseguridad, fomentaría los comportamientos incívicos y delictivos y arrasaría con flora y fauna. “El laberinto va en contra de las medidas contra el cambio climático, ya que arrasará con árboles, flora y fauna de la campa para sustituirlos por un monocultivo de miles de arbustos derrochando agua y energía para su mantenimiento”, denunciaban entonces, y añadían que se iba a convertir “en artificial un espacio que hoy en día es natural”.
El laberinto vegetal de Olárizu se convierte así en un nuevo referente de ocio sostenible y educación ambiental en Euskadi, sumando “un motivo más para visitar y disfrutar de los espacios naturales de Vitoria-Gasteiz, la ciudad verde por excelencia”. Con un presupuesto de 474.742 euros, el proyecto está enmarcado en el 'Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia', y cuenta con financiación europea procedente de los fondos 'Next Generation EU'.
elDiario.es/Euskadi
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