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El rechazo a la macroplanta de Altri cruza Galicia: del interior de Lugo a la costa pontevedresa, unidos contra la celulosa

Comparecencia conjunta de las plataformas Ulloa Viva y en Defensa da Ría de Arousa en Carril (Vilagarcía)

Luís Pardo

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La oposición a la macrocelulosa que la empresa Altri pretende instalar en Palas de Rei, prácticamente el centro geográfico de Galicia, sube como la espuma con la que sus vertidos cubrieron en 2018 el río Tajo en Portugal. Pese a que el proyecto estrella de la Xunta para los fondos Next Generation pasó prácticamente desapercibido durante una campaña electoral precedida por otra crisis ambiental, la de los pellets, la respuesta ciudadana gana cada vez más cuerpo con el gobierno del PP todavía en funciones.

Apenas unos datos objetivos bastan para entender la alerta que ha provocado desde el nacimiento del río Ulla, donde se implantará, hasta su desembocadura, en la ría de Arousa, a más de un centenar de kilómetros de allí. La planta ocupará diez veces la superficie de la pastera Ence en Pontevedra, consumirá 46 millones de litros de agua al día -devolverá al río oportunamente “tratados” 30 millones-, 1,2 millones de toneladas de eucalipto al año, expulsará gases a la atmósfera desde una chimenea a 75 metros de altura... y todo a las puertas del Camino de Santiago y de la Serra do Careón, zona perteneciente a la Red Natura con especies protegidas.

Un ejemplo del rechazo a este proyecto “terrorífico”, según los ecologistas, es la composición de una mesa redonda que, este viernes 22 de marzo llegará a Melide, una de las localidades de la comarca afectada. Allí, junto a los anfitriones, la Plataforma Ulloa Viva, que ha tomado la bandera de la oposición, se sentarán los representantes de otras dos entidades ciudadanas con las que, sin buscarlo, han unido su destino.

Una es la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa. Allí desemboca el río Ulla y tanto los trabajadores del mar como los colectivos ambientalistas temen que la planta pueda ser su “sentencia de muerte”. Otra es la Plataforma en Defensa da Ría de Pontevedra, toda una veterana en la lucha contra los efectos de una fábrica de celulosa para la costa y para la ciudad. La amenaza que se cierne sobre ellos es, ahora, diez veces mayor.

Todos ellos estarán acompañados por el catedrático de Análisis Geográfico Rubén Lois -máximo responsable de Turismo en el gobierno bipartito de la Xunta, entre 2005 y 2009-, el catedrático de Botánica Santiago Ortiz y Xoán Castro, del centro de investigaciones agrarias de Abegondo. Una muestra de la transversalidad de la situación.

La charla coincide en el tiempo con la ronda informativa que Greenfiber realizará, meses después de que los vecinos se lo reclamasen, por los concellos de la comarca. Los encuentros comienzan este miércoles 20 en Palas, donde se levantará la fábrica, y en el vecino Monterroso. Al día siguiente, tocan Melide, Agolada, Santiso y Antas de Ulla.

Greenfiber, la empresa creada para impulsar la planta, está participada por Altri y Smarttia, la sociedad inversora de Manuel García. El fundador y CEO de Greenalia -compañía que tiene en su consejo de administración a la exconselleira de Medio Ambiente de Feijóo, Beatriz Mato- posee un 25% de las acciones.

“Tenemos un problema. Otra vez”

“Galicia, tenemos un problema. Otra vez”. El vídeo de la bióloga e influencer Paula @blondiemuser corre como la pólvora por las redes sociales para denunciar un proyecto que, curiosamente, nació envuelto en un manto de inversión verde. La idea inicial se presentó como una fábrica de fibras vegetales, de las que se utilizan para producir ropa sostenible.

Sin embargo, había un peaje. Además de las 200.000 toneladas anuales de lyocell, que así se llama la fibra, Altri prevé producir el doble, 400.000, de celulosa, lo que deja claro cuál será la principal actividad de este proyecto que la Xunta pretende financiar en un 25% con fondos europeos. El BNG ya ha manifestado su intención de denunciar los riesgos en Bruselas para tratar de frenarlo.

No ha sido la única careta que ha caído en este tiempo. También el número de puestos de trabajo que crearía la megaplanta ha ido menguando: se anunciaron 2.500, el exministro socialista Pepe Blanco -uno de los lobbystas tras el proyecto-, los redujo a 1.500 mientras las instalaciones sólo recogen servicios para 200.

Y ante estas sucesivas revelaciones, el presidente del Eixo Atlántico, Xoán Vázquez Mao, sintetizaba en la Cadena SER el papel de Alfonso Rueda -que no sólo heredó el gobierno de Núñez Feijóo, sino también el proyecto-. El responsable de la entidad transfronteriza no ha podido ser más claro: “O bien el presidente de la Xunta no sabía que Altri iba a hacer celulosa y es tonto, o bien lo sabía y nos está engañando”.

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