ENTREVISTA

Donatella Rovera, investigadora de Amnistía Internacional: “En las guerras, los responsables siempre dicen que no atacan a civiles”

Donatella Rovera llegó a Amnistía Internacional (AI) a principios de los 90. Sus primeras investigaciones fueron sobre crímenes de guerra y, desde entonces, ha trabajado en conflictos en Libia, Siria, Nagorno Karabaj y en varios países africanos, como Sudán del Sur. Desde hace semanas, viaja por Ucrania con el mismo propósito: tratar de arrojar luz sobre las violaciones de derechos humanos cometidas durante la invasión rusa.

Rovera atiende a elDiario.es por teléfono desde su último destino en el sur del país, Mykolaiv, donde, según recuerda, los ataques han aumentado recientemente. Su trabajo está plasmado en la ingente investigación que Amnistía Internacional ha ido publicando sobre la guerra todos estos meses, en los que la ONG ha documentado con datos y testimonios los incesantes bombardeos rusos en Járkov, las ejecuciones extrajudiciales en localidades de Kiev, el uso de armas intrínsecamente imprecisas, las “crueles” tácticas bélicas de asedio en varias ciudades y, recientemente, los detalles del ataque contra el teatro de Mariúpol, a pesar de que cientos de civiles se refugiaban allí.

Lleva semanas recorriendo Ucrania. ¿Cómo describiría lo que ha presenciado?

Es bastante diferente según el lugar, tanto por la intensidad de los combates, como por los tipos de violaciones. Por ejemplo, en el norte de Kiev hubo muchas ejecuciones extrajudiciales. Hablamos de lugares como Bucha, que es el más conocido, pero no solo ocurrió allí.

En la región de Járkov es completamente distinto. En los pueblos y ciudades que ocuparon, las fuerzas rusas no mataron gente como en el norte de Kiev. Allí lo que ha habido son bombardeos de la ciudad de Járkov, que han vuelto a ser bastante fuertes últimamente, con varios tipos de municiones: bombas de racimo, artillería, 'grads' [sistema múltiple de lanzamiento de cohetes soviético]… Se han usado municiones prohibidas, pero también muchas cuyo problema no es el tipo, sino la forma en la que se utilizan.

En el Donbás –al este– es otra cosa, porque la línea del frente es muy activa, con combates muy cercanos y bastante intensos. La línea del frente varía, hay lugares donde estuve hace un mes a los que ya no se puede ir: Severodonetsk, Lisichansk… ahora están en manos rusas.

En el sur, las fuerzas rusas ocuparon la ciudad de Jersón al inicio de la guerra. Al principio, la población se manifestaba, lo que no pasaba en otro lugar bajo ocupación rusa. Alrededor de Jersón, en la región de Mykolaiv, hubo bombardeos, pero no tantos. En las últimas semanas ha habido muchos más. Hace unos días estuve en Serhiivka, más al oeste, donde un bombardeo nocturno mató a 21 civiles en un pequeño pueblo a la orilla del mar. Bombardearon un edificio y un hotel. Aquí [en Mykolaiv] los bombardeos son más frecuentes ahora, así que no sé adónde va el conflicto exactamente, pero hay más actividad militar.

Lo que nos interesa en todos los lugares es el destino de los civiles. En las guerras, los militares de los bandos se matan entre ellos. Pero la manera de usar determinados tipos de municiones en lugares llenos de civiles –como Serhiivka– supone un peligro muy grande para ellos.

Rusia niega de manera sistemática estar atacando a civiles en Ucrania, lo que choca frontalmente con lo que reflejan las investigaciones de Amnistía Internacional durante meses, que demuestran que no es cierto.

La realidad es que no hay guerra en la que haya trabajado desde hace más de 25 años en la que los responsables de ataques a civiles digan otra cosa. Siempre dicen que no atacan a civiles, ya sean los estadounidenses en Irak, los israelíes en Gaza... Esto no es nuevo. La propaganda de guerra no varía tanto entre un conflicto y otro.

Claro que no es cierto. Estamos documentando cada día que las fuerzas rusas han matado a civiles. Por supuesto que no es verdad.

El problema también es que las fuerzas ucranianas posicionan a sus equipos militares en lugares civiles, lo que pone en peligro a la población. Lo hemos visto en Járkov, en el Donbás y en Mykolaiv. Pero esto también pasa en todas las guerras. 

¿Qué violaciones de derechos humanos se están repitiendo más?

Los patrones de conducta son distintos. Las ejecuciones extrajudiciales que vimos en el norte de Kiev no las vemos tanto en otros lugares. Lo que vemos sobre todo son bombardeos de lugares civiles en ciudades y pueblos, tal vez indiscriminados, utilizando municiones imprecisas que pueden caer en cualquier lugar, como las bombas de racimo, pero también otras como los 'grads', porque no están guiadas o tienen un margen de error muy grande. 

En otra ciudad pequeña en la que estuve hace unos días, un misil cayó en una casa en la que vivían cinco generaciones de mujeres y niños. Murieron una niña de ocho años y su abuela, de 56. La madre, las hermanas y la bisabuela estaban durmiendo y resultaron heridas. Es tan arbitrario y tan indiscriminado que la gente no sabe qué puede hacer para protegerse. Puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar. Los civiles no pueden hacer nada para protegerse.

¿Quiénes fueron los autores de aquel bombardeo?

Las fuerzas rusas.

La manera de usar determinadas municiones supone un peligro para los civiles

Han documentado de manera extensa los ataques indiscriminados de las fuerzas rusas, pero el otro día publicaron un informe en el que concluyen que es muy probable que el bombardeo al teatro de Mariúpol fuera deliberado. ¿Es un paso más? ¿Qué implica?

No es necesariamente la primera vez. Al principio de marzo, los ataques en Borodianka [cerca de Kiev] fueron indiscriminados, pero utilizaron bombas de precisión. Había algunos miembros de las fuerzas ucranianas en esos edificios, pero fue tan desproporcionado –destruyeron ocho edificios muy grandes y muchas casas alrededor– que también podría ser un ataque deliberado. El ataque en Serhiivka, donde mataron a los 21, también podría ser deliberado.

Siempre es muy difícil saberlo, porque en el derecho internacional se necesita poder probar la intención. Sí es un paso más, porque los ataques desproporcionados, indiscriminados y deliberados a los civiles son siempre crímenes de guerra, pero los deliberados tienen implicaciones más fuertes. Pero es difícil tener la certeza de que lo son. Esto ocurre en el caso del teatro: no podemos saberlo al 100%, porque comprobar la intención siempre es muy difícil. Pero hay muchas indicaciones que nos hacen pensar que lo fue. 

¿Qué propósito puede tener un ataque así contra un objetivo de este tipo? ¿Aterrorizar a la población?

Yo soy investigadora y no me gusta hacer suposiciones sobre eso. La realidad es que solo los responsables de estos ataques pueden explicar por qué hacen lo que hacen. Por ejemplo, por qué lanzan bombas de racimo que pueden caer en cualquier lugar y aterrorizan a la población. Solo ellos pueden contestar a esa pregunta. 

En sus investigaciones suelen insistir en las armas empleadas en los ataques. ¿Por qué es importante fijarse en esto? 

Es importante averiguar qué tipo de armas han sido utilizadas porque el análisis jurídico depende mucho de eso. También depende de ello que podamos calificar un ataque de desproporcionado, indiscriminado o deliberado.

Además, a menudo no es posible porque las autoridades ucranianas no cooperan tanto como podrían o deberían. Por ejemplo, hace unos días pasé por un lugar donde había habido un bombardeo de madrugada y todavía estaban todas las partes de los misiles utilizados. Ahí podemos ver qué pasó, qué tipo de arma se usó. Muchas veces encontramos algunos pedazos y podemos averiguarlo, pero en muchos casos no, porque las fuerzas ucranianas han sacado los que quedaban y no nos los enseñan. Así que, en muchos ataques, no podemos saber lo que se utilizó y no podemos estar seguros de qué tipo de ataque fue, porque no podemos comprobar el nivel de precisión de las municiones utilizadas.

¿Qué les preocupa de las características del armamento usado?

Se está usando mucho armamento común que se usa en la mayoría de las guerras: artillería, cohetes muy imprecisos como los 'grads'. Ahora se están utilizando más los misiles de crucero de varios tipos, algunos bastante precisos, pero no todos. No ha habido tantos bombardeos de aviones como en otros conflictos. Hay armas que no están prohibidas pero se están usando de manera irresponsable, y armas que están prohibidas porque son sumamente indiscriminadas.

Ni Rusia ni Ucrania firmaron la Convención sobre Municiones en Racimo, y la verdad es que ambos están usando estas municiones. La diferencia es que, estando en Ucrania, podemos encontrar e investigar los ataques de las fuerzas rusas, pero no podemos investigar los ataques de las fuerzas ucranianas en las zonas controladas por los rusos porque las fuerzas rusas no nos permiten ir. Pero sabemos que las fuerzas ucranianas también están usando armas indiscriminadas e incluso prohibidas, como las bombas de racimo. Y sabemos que ambas partes están poniendo minas, incluso antipersonales, que están prohibidas por un tratado internacional.

¿Han documentado otras violaciones por parte del bando ucraniano?

Sí, ejecuciones extrajudiciales de prisioneros de guerra. Se documentó en vídeos y lo hemos podido averiguar. En las guerras no hay blancos y negros, hay muchos grises. Por lo que sabemos, la mayoría de las violaciones son cometidas por las fuerzas rusas, porque son ellas las que controlan parte del territorio ucraniano y bombardean mucho más. Las fuerzas ucranianas las han cometido con menor intensidad. 

Ha entrevistado a muchas personas afectadas por el conflicto. ¿Qué situaciones se está encontrando?

Es muy diferente en función del lugar. En el norte de Kiev, donde las fuerzas rusas ocuparon pueblos y ciudades al principio y después fueron expulsadas, la población ha empezado a regresar, limpiar y reconstruir. La operación militar en esta zona fue un fracaso total, así que allí hay mucho más optimismo porque la población no se siente en peligro. 

La situación es muy distinta en el este, donde las fuerzas rusas todavía están ocupando mucho territorio e incluso están ganando más lentamente, y hay muchos bombardeos. La gente que se ha quedado porque no tiene otra opción, como las personas mayores, o porque quiere. Las personas son muy conscientes del peligro, viven en ciudades que están muy vacías. Aquí en Mykolaiv la mitad de la población se ha ido, hay tiendas cerradas, hay toque de queda. En zonas como Járkov, la vida de la gente que se queda es muy difícil porque no sabes qué va a pasar, pueden bombardear tu edificio de repente.

Trabajan en un entorno muy marcado por la propaganda de guerra y la desinformación. ¿Cómo afecta a su trabajo?

Estamos muy acostumbrados porque es así en todas las guerras. No hay conflicto sin propaganda, lo sabemos bien. No nos afecta tanto porque nuestra manera de trabajar es que, si no podemos averiguar algo, no utilizamos la información. No nos importa si hay o no propaganda porque tenemos un estándar de verificación completamente independiente.

Solo los responsables pueden explicar por qué lanzan bombas de racimo que aterrorizan a la población

¿En qué consiste ese estándar?

Depende del tipo de violaciones que investiguemos. Por ejemplo, yo estoy investigando muchos bombardeos. Voy a ver el lugar donde ocurrió y entrevisto a las personas, a los familiares, los heridos, los testigos, las autoridades…

Es muy importante comprender no solo lo que pasó, sino lo que estaba pasando antes, si es un lugar solamente civil o había militares. Busco lo que ha quedado en el lugar para comprobar el tipo de arma. Las imágenes satelitales, si las hay, también nos pueden decir qué pasaba antes del bombardeo. Además, hay material disponible de código abierto, cosas publicadas en las redes sociales… Es un proceso bastante largo.

¿Qué investigación ha sido la más dura?

Cada investigación tiene sus desafíos. Nunca es fácil, de verdad. Son pocos los casos en los que está superclaro y encuentras toda la información que necesitas rápidamente. 

¿Cómo están colaborando las autoridades?

El nivel de cooperación de las autoridades rusas es cero. El de las autoridades ucranianas, depende. Depende de la información que necesites, de dónde queremos ir… 

¿Temen por lo que no estamos viendo en las zonas ocupadas por Rusia?

Hay muchas cosas que no sabemos. Como no podemos ir, es difícil saber lo que está pasando, tanto con lo que están haciendo las fuerzas rusas con los habitantes de estas regiones, como con los ataques de las fuerzas ucranianas que quieren expulsar a los rusos. Es un agujero negro, porque no podemos ir y no hay nadie trabajando de manera libre e independiente allí.

Las zonas ocupadas por Rusia son un agujero negro

¿Confía en que veamos a los responsables de las violaciones de derechos humanos rindiendo cuentas?

No lo sé. Como en muchas otras guerras, es un viaje jurídico muy largo, generalmente. No es una cuestión de semanas ni de meses, sino más bien de años. Puede haber algunos casos y los hemos visto, pero la mayoría de los responsables no están hoy bajo un poder que los vaya a juzgar.