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Amnistía Internacional documenta las “crueles” tácticas de asedio rusas y ataques indiscriminados en Ucrania

Fragmentos de municiones en racimo 9N210 o 9N235 documentados por Amnistía Internacional.

Icíar Gutiérrez

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El 4 de marzo por la mañana, Olesky Stovba, padre de familia de 41 años, resultó herido en un ataque mientras compraba comida en el distrito de Mala-Danylivka, en Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, al este. “Encontramos algo de comida, nos quedamos fuera de la tienda de alimentación y oí un gran ruido. Me giré y vi un montón de llamas pequeñas. Estaba a la altura de mis rodillas, a 50 metros de mí. Me caí, y mi mujer también, y sentí que algo me alcanzaba la pierna derecha. Me bajé los pantalones y vi mucha sangre”.

Los cirujanos le extrajeron tres fragmentos de la ingle, la pantorrilla y el pie derechos. Un investigador de Amnistía Internacional (AI) examinó las pruebas en persona: el trozo más grande era de una munición de racimo. Estas armas tienen un efecto de gran alcance, lo que las hace intrínsecamente imprecisas, y están prohibidas por un tratado internacional.

El distrito de Saltivka, en Járkov, también ha sido objeto de repetidos ataques. Allí, el Laboratorio de Pruebas de Crisis de la ONG ha verificado 22 incidentes, que mostraban daños en zonas civiles, como colegios, bloques de viviendas, mercados y una estación ferroviarias, entre el 27 de febrero y el 16 de marzo. Las fotos de los ataques muestran restos de cohetes Smerch –sistema de lancohetes múltiple ruso– y municiones de racimo en toda la zona.

“Se ha convertido en mi nueva realidad: disparos y bombardeos, ayudar a ancianas a salir de los escombros, sin gas, sin agua, sin electricidad. Una vez cada tres días hervimos hielo para tener agua”, ha contado un hombre que ha estado gestionando un refugio contra bombardeos en Saltivka en el que hay 300 personas. “La mayoría son ancianas, frágiles, tienen asma, diabetes. Algunas no han salido del refugio en tres semanas”.

En una investigación sobre el terreno, la organización especializada en derechos humanos ha denunciado que tácticas bélicas de asedio del Ejército ruso en Ucrania, “caracterizadas por implacables ataques indiscriminados contra zonas densamente pobladas, están matando de forma ilegal a civiles en varias ciudades”.

Los investigadores en el terreno de la ONG en Ucrania han verificado por primera vez de forma independiente pruebas físicas de las municiones de racimo, cuyo uso “viola el derecho internacional”, indican. La entidad ya había confirmado que bombas de racimo habían matado a un niño y a otros dos civiles que se refugiaban en un centro preescolar en la región de Sumy, y había documentado un ataque aéreo que había matado a personas que hacían cola para comprar comida en Chernígov.

Además, el equipo ha recopilado testimonios como el Olesky Stovba para documentar las tácticas de asedio rusas, incluidos ataques indiscriminados ilegales, alteración de los servicios básicos, cortes de comunicación, destrucción de infraestructura civil y restricciones al acceso a medicinas y atención médica.

Ataques indiscriminados

Las fuerzas rusas, según recuerda la ONG, han utilizado en las últimas semanas armas de efectos inherentemente indiscriminados —como municiones de racimo y armas de poca precisión con efectos en amplias zonas, como bombas “tontas” (no guiadas) y descargas de sistemas de lanzacohetes múltiples— en ataques contra zonas densamente pobladas.

Amnistía Internacional cree que los ataques de fuerzas rusas contra pueblos y ciudades, y la destrucción de infraestructuras necesarias para la vida cotidiana, violan el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos. Los ataques indiscriminados que maten o hieran a civiles “constituyen también crímenes de guerra”, sostiene la ONG en un comunicado.

Joanne Mariner, directora del Programa de Respuesta a las Crisis de AI, señala que un “rasgo característico” de estos “crueles asedios” son “los implacables ataques indiscriminados lanzados por Rusia, que provocan una devastación total conforme avanza el tiempo”. La población civil atrapada en ciudades sitiadas, recuerda la ONG, debe tener acceso “urgentemente” a corredores humanitarios que permitan la evacuación segura de quienes quieren marcharse y la llegada de suministros humanitarios para quienes se quedan.

La ONG ha entrevistado a personas que sufrían asedio en cinco ciudades, incluidas Járkov y Mariúpol y también ha analizado imágenes de satélite y verificado vídeos y fotos de los incidentes.

En Járkov –a cuya periferia llegaron las fuerzas rusas los primeros días intentando rodear la ciudad–, han documentado un “amplio patrón de ataques ilegítimos indiscriminados” en zonas pobladas. El 28 de febrero, según la ONG, tres descargas de sistemas de lanzacohetes múltiples alcanzaron la parte norte de la ciudad y mataron al menos a nueve civiles, entre ellos menores de edad.

El equipo de investigación también entrevistó en un refugio de Leópolis, al oeste de Ucrania, a una adolescente de 16 años que había sido evacuada sola desde Járkov. La organización verificó una imagen que muestra los restos de un cohete del sistema de lanzamiento múltiple Uragán de 220 mm que cayó cerca del complejo de apartamentos donde vive su familia, cerca de un colegio. “El misil cayó por la noche; olí el fuego y sentí los temblores. Toda mi familia, todos, vivimos en el pasillo del edificio de apartamentos desde el primer día de la guerra”.

Sin servicios básicos

La interrupción de los servicios de telefonía móvil e Internet dificulta mucho la comunicación con la población civil en las ciudades sitiadas, según la ONG, que recuerda que muchas personas pasan la mayor parte del tiempo en refugios subterráneos contra las bombas, donde la cobertura no llega o es muy débil. Sin embargo, el acceso a las comunicaciones y a Internet “es esencial para la seguridad, y para tener información vital sobre posibles rutas de evacuación”.

En Járkov e Izium –ciudad del este donde la ONG ha denunciado que la población civil se encuentra al borde de un desastre humanitario–, los ataques dañaron recintos en los que se levantan torres de televisión. Según la investigación, el recinto de la torre de televisión de Járkov resultó probablemente dañado entre el 27 de febrero y el 17 de marzo, y se denunciaron cortes del servicio desde el 6 de marzo. Un edificio asociado a la torre de televisión de Izium resultó dañado el 12 de marzo, y sufrió nuevos daños hasta el 20. Las emisiones se interrumpieron. “Muchas personas de edad avanzada dependen de la televisión para recibir noticias e información de emergencia del Gobierno”.

Las tácticas de asedio agravan el importante impacto que ya de por sí tiene el conflicto en las personas de edad avanzada y las personas con discapacidad, recuerda la ONG, que recopila el testimonio de Alexander Mihta, un hombre de 39 años de Járkov que es diabético y tiene serios problemas para caminar por los daños que la enfermedad le ha causado en los pies.

Según explican, Alexander llevó a su esposa y su hija a la frontera polaca en coche, pero luego tuvo que quedarse en Ucrania debido a la aplicación la ley marcial. Cohetes Smerch alcanzaron el edificio donde vivía, les dejaron sin calefacción e inundaron las plantas inferiores. El equipo de AI verificó 21 fotos que confirmaron los daños en el bloque residencial. Mihta consiguió escapar a un refugio en Leópolis con su padre.

“Los bombardeos eran cada vez peores. Necesitaba comida, así que salí a comprar. Tengo diabetes y, cuando el bombardeo se intensificó, eché a correr y me torcí la pierna. Traté de llegar al refugio contra las bombas, pero no lo conseguí. Me rompí seis huesos, y los médicos querían amputar”, contó el hombre. La ONG recuerda que las personas de edad avanzada y con discapacidad deben tener prioridad en la evacuación.

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