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- A menudo, el viaje termina cuando caen en manos de traficantes. En el último mes, las autoridades yemeníes han liberado a más de 1.600 migrantes víctimas de trata, trabajo forzoso y esclavitud, que estaban retenidos por traficantes en granjas de Haradh en el norte del país. Médicos Sin Fronteras ha atendido a algunos de ellos.
Yemen se encuentra en una de las principales rutas migratorias para las personas que abandonan el Cuerno de África para llegar a los estados del Golfo Pérsico. Muchos de los migrantes huyen de la pobreza extrema y el desempleo en Etiopía y tratan de entrar en Arabia Saudí a través de Haradh.
Para muchos, Haradh es el final de trayecto en su camino hacia Arabia Saudí. En la ciudad yemení se encuentran los que seguirán intentando entrar al país vecino con los que ya han abandonado la idea y buscan la manera de volver a casa.
A menudo, el viaje termina cuando caen en manos de traficantes. En el último mes, las autoridades yemeníes han liberado a más de 1.600 migrantes víctimas de trata, trabajo forzoso y esclavitud, que estaban retenidos por traficantes en granjas de Haradh en el norte del país. Médicos Sin Fronteras ha atendido a algunos de ellos.
Alrededor de 110.000 migrantes transitaron por el país en 2012. “Es imposible saber cuántas personas han conseguido entrar en Arabia Saudí y trabajar allí, cuántas han muerto y cuántas hay en el país”, afirma Tarek Daré, coordinador de MSF en el país. Centro de detención inmigrantes de Saná, capital de Yemen. Fotografía: Ramon Pereiro / MSF

Alrededor de 110.000 migrantes transitaron por el país en 2012. “Es imposible saber cuántas personas han conseguido entrar en Arabia Saudí y trabajar allí, cuántas han muerto y cuántas hay en el país”, afirma Tarek Daré, coordinador de MSF en el país. Centro de detención inmigrantes de Saná, capital de Yemen. Fotografía: Ramon Pereiro / MSF
Ahmed es etíope, tiene 18 años, y desde hace un mes vive en las afueras del campo de migrantes que la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) gestiona en Haradh. Ahmed salió de Etiopia con la esperanza de encontrar una vida mejor pero el camino hasta Haradh ha sido una pesadilla. Fotografía: Anna Surinyach / MSF

Ahmed es etíope, tiene 18 años, y desde hace un mes vive en las afueras del campo de migrantes que la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) gestiona en Haradh. Ahmed salió de Etiopia con la esperanza de encontrar una vida mejor pero el camino hasta Haradh ha sido una pesadilla. Fotografía: Anna Surinyach / MSF
Ahmed fue secuestrado por traficantes tras cruzar la frontera de Yibuti. Estuvo 13 días raptado, hasta que su familia pagó su rescate: alrededor de 200 euros. En Yemen, volvió a ser secuestrado dos veces más. Fotografía: Anna Surinyach / MSF

Ahmed fue secuestrado por traficantes tras cruzar la frontera de Yibuti. Estuvo 13 días raptado, hasta que su familia pagó su rescate: alrededor de 200 euros. En Yemen, volvió a ser secuestrado dos veces más. Fotografía: Anna Surinyach / MSF
“Los migrantes liberados nos han contado que han sido víctimas de tortura y malos tratos. Los traficantes les extorsionan y muchos han pasado por experiencias terribles. Sólo vemos una parte muy pequeña de esta problemática”, explica Àngels Mairal, psicóloga de MSF en Yemen. Migrantes en el campo de detención de Saná. Fotografía: Ramon Pereiro / MSF

“Los migrantes liberados nos han contado que han sido víctimas de tortura y malos tratos. Los traficantes les extorsionan y muchos han pasado por experiencias terribles. Sólo vemos una parte muy pequeña de esta problemática”, explica Àngels Mairal, psicóloga de MSF en Yemen. Migrantes en el campo de detención de Saná. Fotografía: Ramon Pereiro / MSF
La violencia es una constante en la ruta. “Si los migrantes tienen suficiente medios para pagar a los traficantes, entonces tienen una oportunidad de cruzar la frontera con Arabia Saudí” explica Tarek Daher. Campo de migrantes de la OIM en Haradh. Fotografía: Anna Surinyach / MSF

La violencia es una constante en la ruta. “Si los migrantes tienen suficiente medios para pagar a los traficantes, entonces tienen una oportunidad de cruzar la frontera con Arabia Saudí” explica Tarek Daher. Campo de migrantes de la OIM en Haradh. Fotografía: Anna Surinyach / MSF
Médicos Sin Fronteras proporciona atención en salud mental a los migrantes. Como Ahmed, muchos de ellos han sido víctimas directas de la violencia o testigos de ésta. El equipo apoya a los migrantes que están dentro y fuera del campo de la OIM. Fotografía: Anna Surinyach / MSF

Médicos Sin Fronteras proporciona atención en salud mental a los migrantes. Como Ahmed, muchos de ellos han sido víctimas directas de la violencia o testigos de ésta. El equipo apoya a los migrantes que están dentro y fuera del campo de la OIM. Fotografía: Anna Surinyach / MSF
Hindia y sus hijos llevan tres meses en Haradh, a la espera de su repatriación a Etiopía. “Quiero volver a mi país”, repite una y otra vez: “No puedo estar más tiempo aquí”. Fotografía: Anna Surinyach / MSF

Hindia y sus hijos llevan tres meses en Haradh, a la espera de su repatriación a Etiopía. “Quiero volver a mi país”, repite una y otra vez: “No puedo estar más tiempo aquí”. Fotografía: Anna Surinyach / MSF
“Es imposible saber cuántas personas han conseguido entrar en Arabia Saudí y trabajar allí, cuántas han muerto y cuántas hay en el país. Las cifras son simples especulaciones”, asegura Tarek Daré. Fotografía Anna Surinyach / MSF

“Es imposible saber cuántas personas han conseguido entrar en Arabia Saudí y trabajar allí, cuántas han muerto y cuántas hay en el país. Las cifras son simples especulaciones”, asegura Tarek Daré. Fotografía Anna Surinyach / MSF
Desde Haradh, 800 etíopes han sido trasladados a centros de migrantes en Saná, la capital de Yemen, donde esperan su repatriación. Centro de detención inmigrantes de Saná. Fotografía Ramon Pereiro / MSF
