¿Sería imaginable que la UE incluyera entre sus prioridades estratégicas de seguridad expresar un apoyo específico a opciones políticas concretas en EEUU? ¿Cómo reaccionaría Donald Trump? Esto es lo que está pasando en estos días, pero al revés: EEUU ha dejado por escrito su apoyo a opciones políticas ultras europeas en su documento sobre seguridad nacional publicado el pasado viernes.
Así, en un documento de 33 páginas sobre la estrategia de seguridad nacional, celebra “con gran optimismo” la “creciente influencia de los partidos patrióticos europeos”. Es decir, el empuje de Giorgia Meloni, Viktor Orbán y los líderes ultras que están logrando buenos resultados en otros países del norte y centro de Europa como Suecia, Finlandia, Países Bajos y Alemania.
Además, según Trump, el “declive económico” de Europa “se ve eclipsado por la perspectiva real y más cruda de la desaparición de su civilización. Entre los problemas más graves a los que se enfrenta Europa se encuentran las actividades de la Unión Europea y otros organismos transnacionales que socavan la libertad política y la soberanía, las políticas migratorias que están transformando el continente y creando conflictos, la censura de la libertad de expresión y la represión de la oposición política, el descenso vertiginoso de la natalidad y la pérdida de la identidad nacional y la confianza en sí misma”.
El mismo día en que se publicó ese documento, más tarde, la Comisión Europea (CE) multó a la red social X con 120 millones de euros por incumplir sus obligaciones de transparencia de acuerdo a la ley de servicios digitales comunitaria (DSA), en la que es su primera decisión contra una plataforma por violar esa legislación.
Las infracciones de la empresa de Elon Musk, explicó Bruselas en un comunicado, incluyen el “diseño engañoso” de su marca de verificación azul, la falta de transparencia de su repositorio publicitario y la falta de acceso a los datos públicos para los investigadores.
Así, la Comisión Europea ha impuesto una multa de 45 millones de euros por la infracción a causa de la marca de verificación azul; de 35 millones por el repositorio de anuncios; y de 40 millones en relación con el acceso a los datos por parte de los investigadores.
La multa alimentó la espiral de reproches desde Washington. Así, el propio Elon Musk reclamó la disolución de la Unión Europea.
En esta línea, el número dos del Departamento de Estado de EEUU, Walter Landau, el sábado por la mañana, después de haber estado en una reunión de ministros de Exteriores de la OTAN, cargó contra sus aliados: “Mi reciente viaje a Bruselas para asistir a la reunión ministerial de la OTAN me dejó una impresión: Estados Unidos lleva mucho tiempo sin abordar la evidente incoherencia entre sus relaciones con la OTAN y la UE. Se trata prácticamente de los mismos países en ambas organizaciones. Cuando estos países se ponen la gorra de la OTAN, insisten en que la cooperación transatlántica es la piedra angular de nuestra seguridad mutua. Pero cuando estos países se ponen la gorra de la UE, persiguen todo tipo de agendas que a menudo son totalmente contrarias a los intereses y la seguridad de Estados Unidos, incluyendo la censura, el suicidio económico/fanatismo climático, las fronteras abiertas, el desprecio por la soberanía nacional/promoción de la gobernanza y la fiscalidad multilaterales, el apoyo a la Cuba comunista, etc., etc. Esta incoherencia no puede continuar. O las grandes naciones de Europa son nuestras aliadas en la protección de la civilización occidental que heredamos de ellas, o no lo son. Pero no podemos fingir que somos aliados mientras esas naciones permiten que la burocracia no electa, antidemocrática y poco representativa de la UE en Bruselas aplique políticas de suicidio civilizatorio”.
El primero que respondió fue el primer ministro polaco, Donald Tusk, ex presidente del Consejo Europeo, miembro de la familia política del PP Europeo y enfrentado al partido que domina la presidencia polaca, Karol Nawrocki y el ultra PiS, aliado del trumpismo: “Queridos amigos estadounidenses, Europa es vuestro aliado más cercano, no vuestro problema. Y tenemos enemigos comunes. Al menos, así ha sido durante los últimos 80 años. Debemos seguir así, es la única estrategia razonable para nuestra seguridad común. A menos que algo haya cambiado”.
“A menos que algo haya cambiado”. Esa frase de Tusk, quien como presidente del Consejo Europeo entre 2014-2019 convivió con el primer mandato de Trump, es un indicador de las sensaciones entre los 27 desde enero pasado: que algo ha cambiado de verdad en las relaciones transatlánticas. Y la primera señal de ello fue el discurso del vicepresidente de EEUU, JD Vance, en la conferencia de Múnich de febrero pasado, cuando acusó a Europa de perseguir la libertad de expresión y de tener gobiernos autoritarios.
“Alzar la voz y expresar opiniones no es interferir en las elecciones, incluso si vienen de fuera del país y quien expresa esas opiniones es muy influyente”, dijo Vance en aquellos días en los que Elon Musk hacía campaña activa por AfD en las elecciones alemanas.
En esa misma línea, el vicepresidente estadounidense criticó los “cordones sanitarios” a fuerzas políticas ultras, algo que tiene mucho que ver con Alemania, donde está en cuestión el histórico rechazo de la democracia cristiana a contemporizar con los nostálgicos del nazismo.
“Los aliados no amenazan con interferir”
Pero la respuesta institucional más contundente ha llegado este lunes por parte del actual presidente del Consejo Europeo y ex primer ministro portugués, el socialista António Costa. “Si somos aliados, debemos actuar como aliados, y los aliados no amenazan con interferir en la vida política interna de sus aliados, la respetan; no podemos aceptar esta amenaza de interferencia en la vida política de Europa”, ha afirmado Costa en la conferencia anual del Instituto Jacques Delors, en París.
Mientras, los líderes Francia, Reino Unido y Alemania se han reunido este lunes con el presidente de Ucrania para avanzar sobre la aportación europea al plan de paz estadounidense, “en estrecha coordinación con Ucrania”, subrayó el Elíseo en un breve comunicado tras el encuentro entre Volodímir Zelenski y Emmanuel Macron, el canciller alemán, Friedrich Merz, y el primer ministro británico, Keir Starmer, informa Efe.
Tras la cita de Londres, el presidente ucraniano tiene previsto reunirse en Bruselas con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
En efecto, la guerra de Ucrania es otro foco de divergencia entre Europa y Estados Unidos, por la posición de Trump afín al presidente ruso, Vladímir Putin, hasta el punto de haber puesto sobre la mesa un plan de paz que entregaría a Rusia el Donbás a cambio de la “prosperidad” para Ucrania. Y ni Kiev ni los países europeos terminan de estar convencidos de asumir un acuerdo que consolida el uso de la fuerza para rehacer fronteras en 2025.
Por eso, estalló este domingo por la noche Trump. “Me decepciona un poco que el presidente Zelenski aún no haya leído la propuesta”, dijo Trump a su llegada al Kennedy Center para una entrega de premios. “Eso era hace unas horas”, dijo el presidente de EEUU: “A su gente le encanta, pero a él no. A Rusia le parece bien. Rusia supongo que preferiría quedarse con todo el país. Pero creo que a Rusia le parece bien. Sin embargo, no estoy seguro de que a Zelenski le parezca bien. A su gente le encanta. Pero él no la ha leído”.
“Todos sabemos lo que está en juego y sabemos que no tenemos más tiempo que perder. Asegurar el apoyo financiero ayudará a garantizar la supervivencia de Ucrania y es un acto crucial de defensa europea”, ha dicho por su parte la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen en un comunicado, tras participar en la reunión con Zelenski, Starmer, Macron, y el canciller alemán, Friedrich Merz.