ANÁLISIS

¿Afectará la destrucción de la presa de Kajovka a la contraofensiva ucraniana?

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Es poco probable que la destrucción de la presa ucraniana de Kajovka obstaculice de forma significativa las primeras fases de la contraofensiva contra las tropas rusas, que ahora están reuniendo fuerzas en el sur y el este del país.

Un cruce del río en la región de Jersón, aguas abajo de la presa, habría sido técnicamente difícil y extremadamente arriesgado, incluso antes de que la zona se convirtiera en una vasta llanura de inundación. Se esperan ataques ucranianos en lugares donde la línea del frente se encuentra, en su mayor parte, sobre terreno firme.

“La presa de Kajovka está al menos a 160 kilómetros de donde podría tener lugar gran parte de la actividad, en su punto más cercano”, dijo en Twitter Michael Kofman, director del programa de estudios sobre Rusia del think tank CNA. “Una operación ucraniana a través del río en el sur de Jersón, por debajo de la presa, siempre fue una opción arriesgada y, por tanto, de baja probabilidad”, indicó.

Sin embargo, la crisis humanitaria desatada por las inundaciones puede “repercutir en el impulso ucraniano”, al absorber tiempo y recursos de los altos mandos, según Tracey German, especialista en política exterior y de seguridad rusa del King's College de Londres.

“Podría alterar los planes, entre otras cosas porque desvía la atención de los dirigentes del país hacia las consecuencias de la catástrofe (Zelenski ha viajado a Jersón, por ejemplo), en lugar de centrarse únicamente en la contraofensiva”, explica German. “Aunque estoy segura de que Kiev había contemplado la posibilidad de que la presa fuera destruida, [ya que] estuvo bajo amenaza de Rusia en otoño de 2022, es probable que la realidad suponga una distracción”, pronostica.

Las autoridades ucranianas han afirmado que Rusia destruyó la presa “por temor a que las fuerzas ucranianas desembarcaran en la orilla oriental (izquierda) de la región de Jersón”, sostuvo el think tank Instituto para el Estudio de la Guerra en un informe.

Posiciones ucranianas y rusas destruidas

Las aguas de la crecida arrasaron los puestos de avanzada ucranianos que se habían instalado en la orilla oriental del Dniéper, tras semanas de sondeo de las defensas rusas. Pero eran pequeños y, a medio plazo, la catástrofe puede suponer algunas ventajas militares para Ucrania.

Las inundaciones también destruyeron ciertas partes de una primera línea de fortificaciones de defensa que las tropas rusas habían estado reforzando durante meses, obligando a algunas a retirarse de algunos puestos y, probablemente, a abandonar el equipamiento, según el ISW.

Hasta que se reconstruya la presa –lo que no ocurrirá hasta después de la guerra–, esta zona volverá a ser un pantano rodeado de una llanura de inundación. Es probable que los partisanos ucranianos, y sus militares más ágiles, tengan ventaja en ese tipo de terreno.

Y aunque la ciudad de Jersón sigue siendo bombardeada, incluso en lugares donde se han organizado evacuaciones esta semana, las aguas de las inundaciones han obligado a retirarse a algunas unidades de artillería que habían estado atacando la ciudad.

Esto ha puesto fuera de su alcance al menos algunas zonas bajo control ucraniano y ha dificultado el ataque a otras.

Otras consecuencias

Sin embargo, a largo plazo, la destrucción de la presa será devastadora para Ucrania. Proporcionaba agua para regar algunas de las tierras agrícolas más ricas del planeta y su central eléctrica era una fuente vital de electricidad, sobre todo después de más de un año de ataques a la red energética ucraniana.

Es probable que la catástrofe alimente también la preocupación por las maniobras arriesgadas de Moscú, si se demuestran o no se desmienten las sospechas de que Rusia voló la presa. La voladura de la presa es una de las mayores imprudencias que podrían cometer las fuerzas de Vladímir Putin, aparte de utilizar un arma nuclear.

La voluntad de poner temerariamente en peligro vidas civiles, barrer a las propias fuerzas rusas y dañar sistemas agrícolas vitales para la seguridad mundial –por la razón que sea–, puede aumentar la preocupación occidental de que una Rusia acorralada pueda llegar aún más lejos en el futuro.