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The Guardian en español

El fundador de Blackwater propone privatizar la crisis migratoria de Libia

A la izquierda Erik Prince, consejero delegado de Blackwater USA

Stephanie Kirchgaessner

Roma —

Erik Prince, el fundador de la empresa militar privada Blackwater, está impulsando un plan para intervenir en la crisis migratoria de Libia con una propuesta que incluye el uso de una fuerza policial privada, algo similar a lo que su empresa ya hace en Afganistán.

Según Prince, junto a los informes de graves abusos contra los derechos humanos por parte de las milicias libias en contra de los migrantes, la Unión Europea debería considerar su propuesta como una opción más humanitaria que el caos en el que vive Libia.

Cercano a la Administración de Trump y con planes de postularse como senador por Wyoming, Prince dijo que a Frontier Services Group, su empresa, le resultaría sencillo detener, arrestar, alojar y “repatriar” a los cientos de miles de inmigrantes africanos que buscan su camino hacia Europa a través de Libia.

También propuso hacerlo por una “fracción” del precio que la UE gasta ahora en los barcos que interceptan buques de inmigrantes en el Mediterráneo.

“El tráfico de seres humanos desde Sudán, Chad y Níger es un proceso industrial”, dijo al periódico italiano Corriere della Sera. “Para detenerlo, es necesario crear una policía fronteriza libia a lo largo de la frontera sur”.

Prince también sugirió que su plan sería más “humano y profesional” que los programas hoy apoyados por la UE para detener el flujo de migrantes.

Esos planes funcionan en gran medida gracias a las milicias libias que detienen a los migrantes antes de llegar a la costa y son acusadas de violarlos, darles palizas y obligarlos a trabajar en los centros de detención. Las Naciones Unidas y otros organismos de derechos humanos ya condenaron este sistema, que califican de inhumano.

Prince trabaja como consultor de seguridad en los Emiratos Árabes Unidos. Este país, junto con Egipto y Arabia Saudí, tuvo un papel fundamental en ayudar al hombre fuerte de Libia, Khalifa Haftar, a expandir su presencia militar y controlar casi la mitad del país.

Es probable que la Administración de Trump se tome en serio cualquier propuesta que venga de Prince: aportó 250.000 dólares a la campaña de Trump y su hermana, Betsy DeVos, es hoy la secretaria de Educación.

El viernes pasado Trump se reunió con el primer ministro libio Fayez Serraj en la Casa Blanca. Un portavoz del gobierno estadounidense dijo que discutirían el apoyo de Washington al gobierno libio.

Al preguntarle si había hablado sobre su plan con funcionarios de la UE o de la Administración de Trump, un portavoz de Frontier dijo: “Erik no desea hacer comentarios sobre ninguna conversación privada que haya tenido en torno a Libia”.

El mercenario más conocido del mundo, Prince, se ha enfrentado a un intenso escrutinio por su propio historial de violaciones a los derechos humanos.

Empleados de Blackwater fueron acusados de matar a 14 civiles iraquíes desarmados en 2007, cuando abrieron fuego contra una multitud en Bagdad mientras escoltaban a un convoy del gobierno estadounidense. Prince se enfrentó a una investigación del Congreso pero nunca fue acusado.

Cuatro hombres de Blackwater fueron condenados por homicidio culposo en relación con aquel incidente. Un tribunal estadounidense ya ha pedido un nuevo juicio para uno de los condenados, y se espera que los otros tres reciban sentencias nuevas después de que un tribunal dictaminara que sus penas de 30 años de prisión eran demasiado largas.

Blackwater se hizo inmensamente rica durante la guerra de Irak. Ganó alrededor de 1.000 millones de dólares en contratos para proteger al personal estadounidense. Pero Prince vendió la firma en 2010 y finalmente abrió una nueva empresa (Frontier) con la ayuda de inversores de China.

Conceder una entrevista con el periódico italiano Corriere della Sera podría ser una jugada de Prince para conseguir que la UE apoye su posible implicación en Libia.

Su plan prevé la construcción de tres bases policiales en Libia y el despliegue de aproximadamente 750 de sus “asesores extranjeros”, que trabajarían junto a los libios.

Según Prince, “proporcionarán liderazgo, información de inteligencia, apoyo en comunicaciones, aviones de vigilancia y un par de helicópteros”. “Los traficantes deben recorrer grandes distancias, así que es fácil localizar a los migrantes, interceptarlos y detener al conductor”.

“Me imagino que Europa quiere bloquear el flujo de inmigrantes de la manera más humana y profesional posible. No creo que pagar a las milicias sea una solución a largo plazo”, dijo.

Prince reconoció que otra propuesta de él para “privatizar” la guerra en Afganistán (5.500 hombres de Frontier prestarían servicio junto a la policía afgana) ya había sido aprobada tanto por Michael Flynn, el exconsejero de seguridad nacional de Trump –ahora en el centro de la investigación Trump/Rusia–, como por Steve Bannon, el exestratega de la Casa Blanca. Pero el plan no prosperó.

Prince dijo que lo rechazaron el Pentágono y el actual consejero de seguridad nacional de Trump, HR McMaster, a quien Prince llamó “un general muy convencional”.

Según Prince, el plan de la Casa Blanca de enviar a otros 3.000 soldados a Afganistán está destinado al fracaso. “Es el mismo enfoque de los últimos 16 años”, dijo al periódico italiano. “En seis meses o un año, la Casa Blanca volverá a llamar a mi puerta. Es inevitable.”

Traducido por Francisco de Zárate

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