Un futbolista, un dentista y un padre desesperado, los jóvenes que cayeron del avión mientras intentaban huir de los talibanes

Ruth Michaelson / Sayed Tariq Majidi

0

Cuando Zaki Anwari, de 17 años, escaló la valla del aeropuerto de Kabul ya había decidido que quería escapar de Afganistán. Pero el joven miembro de la selección afgana de fútbol juvenil no siempre había pensado así. De hecho, si había interrumpido su preparación de un examen de matemáticas no era para marcharse, sino para acompañar a Naser, su hermano mayor, que buscaba un vuelo en el que irse.

Zaki siempre había dicho a su familia que no le interesaba salir al extranjero si no era para volver a Afganistán. Pero la llegada de los talibanes lo cambió todo. Aún sin pasaporte, cuando los talibanes tomaran el control de Kabul y cayó la noche, Zaki le dijo a Zakir, otro de sus hermanos, que quería irse. Zakir hizo todo lo que pudo por disuadirle pero él no cambió de idea.

Zaki es uno de los doce hombres que al día siguiente se encaramaron al fuselaje del C-17 Globemaster de las fuerzas aéreas estadounidenses mientras el avión de transporte se movía por la pista. Ninguno de los doce logró llegar a destino, la base aérea catarí de Al Udeid.

El avión había aterrizado poco antes para entregar equipamiento a las fuerzas estadounidenses. Zaki se unió a otros recién llegados en la pista del aeropuerto con la esperanza de ser evacuados de la misma manera que un día antes 823 personas habían huido de la toma de Afganistán por los talibanes.

Funesto epílogo

El lunes 16 de agosto amaneció despejado y luminoso. El joven atleta y su hermano Zakir tenían la misión de vigilar el coche familiar mientras Naser, aferrado a sus documentos de salida, se movía a empujones entre el gentío por fuera del aeropuerto.

Poco antes de las 11 de la mañana, Zaki llamó a Ahmad, el único hermano que seguía en casa, para decirle que había saltado la valla del aeropuerto. “Ahora estoy cerca del avión, registrarán nuestros nombres después de meternos en el avión y entonces perderé la señal telefónica, voy a tirar mi teléfono”, le dijo.

Ahmad le gritó que volviera a casa y Zaki colgó. Veinte minutos más tarde, Zaki llamó a su madre para hablar con su hermana: le dijo que creía tener posibilidades de subir al avión y le pidió que rezara por él. Su madre puso el altavoz del teléfono para pedirle a gritos que regresara a casa, regañándolo por no tener pasaporte ni documentos de viaje.

Al ver a la multitud precipitándose hacia el avión, los tripulantes decidieron que había que despegar. La enorme aeronave gris comenzó a rodar con una muchedumbre corriendo a su lado. En medio del caos, un número reducido de personas se subió al aparato, a una zona lisa y ancha sobre el hueco de las ruedas.

Un vídeo compartido por Asvaka (una agencia de noticias afgana) muestra a los hombres sonriendo nerviosamente y saludando a otros grupos cerca de la pista. Al menos doce personas van sobre el avión. Algunos saludan con entusiasmo, con el viento agitando sus cabellos mientras el avión coge velocidad. Antes del despegue, dos de ellos saltan y se apresuran a regresar a la multitud.

Los transeúntes conmocionados miraban hacia el cielo. Algunos grababan con sus teléfonos mientras al menos dos cuerpos caían del avión en su vuelo sobre Kabul y hacia el sur. En comentarios publicados en Internet, algunos afganos han comparado la imagen con la del ‘hombre que cae’ fotografiado al caer de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Un funesto epílogo para la presencia estadounidense en Afganistán. Cuando Estados Unidos y sus aliados invadieron el país 20 años antes, los hombres que cayeron del avión de Kabul apenas eran niños. Algunos ni siquiera habían nacido.

“No dijo nada”

El joven dentista Fada Mohammad, de 24 años, había nacido durante la guerra civil y dominio talibán, cuatro años antes de la invasión estadounidense de 2001. Llevaba tiempo soñando con marcharse pero no tenía ningún plan y tampoco recursos económicos. Según su padre, Payenda Mohammad, Fada llevaba desde su boda, un año antes, buscando una manera de encontrar el dinero. Con trece personas a su cargo, Fada era el sostén de la familia.

“Fada había hablado de su intención de viajar, pero económicamente las cosas estaban mal aquí”, dice Payenda. “Cualquiera que vea la situación de este país preferiría estar en otro lugar y Fada no era diferente”. 

La mañana del 16 de agosto, Fada salió a trabajar como de costumbre. Su mujer y su familia no sabían que iba al aeropuerto. “Cuando se fue a trabajar a las ocho y media de la mañana, se despidió de nosotros como cualquier día normal”, dice Payenda. “No dijo nada sobre el aeropuerto, o sobre el viaje”.

En medio de su duelo, Ahmad trata de entender las razones que llevaron a Zaki a aferrarse al avión. “Vio el pánico, vio a los talibanes; cualquiera estaría asustado”, dice.

Investigación

Lo que ocurrió después está siendo investigado por las fuerzas aéreas estadounidenses. Según su portavoz, Ann Stefanek, el avión fue rodeado por civiles que traspasaron las vallas del aeropuerto antes de que la nave pudiera descargar.

“Frente al rápido empeoramiento de la situación de seguridad en torno a la aeronave, la tripulación del C-17 decidió abandonar el aeropuerto lo antes posible”, explicó. Los helicópteros estadounidenses volaron delante del avión para despejar el espacio en la pista de despegue.

La versión oficial y los vídeos muestran que el piloto no pudo ver a los hombres aferrándose al avión tras el despegue o no quiso detener el avión. Los que no cayeron probablemente murieron aplastados: el alerón que usaron para subirse al hueco de la rueda se pliega al retirar el tren de aterrizaje. 

“Además de los vídeos vistos en Internet y la información de la prensa, se descubrieron restos humanos en el hueco de la rueda del C-17 después de que aterrizara en la base aérea de Al Udeid (Qatar). La aeronave está actualmente inmovilizada para dar tiempo a recoger los restos y para inspeccionar el avión antes de que retome los vuelos”, dijo Stefanek.

Las autoridades en Kabul sostienen que la tripulación estadounidense podía haber actuado de otra manera.

“Estos hombres pensaban que el piloto se detendría y los trasladaría al interior del avión”, dijo un representante del Ministerio de Sanidad de Afganistán que trató de identificar a algunos de los muertos (y no quiere dar su nombre por su seguridad).

Uno de los hombres cayó dentro del perímetro del aeropuerto y otros dos se estrellaron contra los tejados de un barrio cercano. Un residente que escuchó la caída del cuerpo sobre un tejado lo describió como el sonido de “una bomba”. 

Sin encontrar los cuerpos

En la familia Anwari cuentan que poco después del despegue del avión alguien llamó a la hermana de Zaki desde el teléfono de Zaki para decir que habían encontrado su cuerpo. La familia cree que Zaki murió al despegar aplastado bajo las ruedas del avión, o posiblemente por el movimiento del tren de aterrizaje al meterse en el hueco para las ruedas.

La esposa de Fada se preocupó cuando vio que su marido no llamaba a las diez de la mañana, como de costumbre, para decir que había llegado al trabajo. “Entonces, a las dos de la tarde, recibimos una llamada de un desconocido preguntando si conocíamos a Fada Mohammad”, dice Payenda. El desconocido dijo que habían encontrado el cuerpo de Fada y que había sido arrojado del avión. Payenda salió a toda prisa a recoger el cuerpo de su hijo.

El hermano de otra víctima, Mateen, de 15 años, dijo a la agencia de noticias Pajhwok que la familia no había podido encontrarlo tras ver a Mateen en un vídeo donde aparece en un grupo sentado en un neumático del avión.

“Había 21 hombres sentados en el avión, dos saltaron antes de que despegara, pero solo vimos doce cuerpos en el hospital”, dice. “No supimos nada de Mateen, no pudimos encontrar su cuerpo, fuimos a todas partes; los cuerpos cayeron en muchos lugares”.

Según el representante del Ministerio, que ya trabajaba en Sanidad antes de la llegada de los talibanes, saber exactamente cuántos hombres murieron al caer del avión y lograr su identificación se hizo casi imposible tras la caída del Gobierno. “Sus cuerpos estaban tan dañados por la caída que era difícil identificarlos; no había gobierno para investigar el incidente”, dice. “Si conocieras a los talibanes, entenderías por qué estos hombres hicieron esto”.

Traducido por Francisco de Zárate