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The Guardian en español

Ivanka Trump y Jared Kushner: la poderosa pareja enciende todas las alarmas

Ivanka Trump y Jared Kushner en una imagen del Instagram de la hija de Trump // Instagram

Lauren Gambino

Washington —

Ivanka Trump y Jared Kushner están a punto de convertirse en una de las parejas más poderosas de EEUU. La hija mayor de Donald Trump y su marido, que jugó un papel crucial dirigiendo la campaña del presidente electo, ahora están a los mandos de su equipo de transición, junto a los hijos de Trump. Además este lunes, el republicano nombró a su yerno asesor principal del presidente, un nombramiento que ha suscitado preguntas sobre los posibles conflictos de intereses y ha trazado acusaciones de nepotismo.

Trump describió a su yerno, un importante empresario inmobiliario de Nueva York y director del semanario New York Observer, como un “enorme activo y asesor de confianza a lo largo de la campaña y de la transición” y lo alabó por su “increíble éxito, tanto en los negocios como ahora en política”. Ivanka, que ocupa el puesto de vicepresidenta ejecutiva de desarrollo y adquisiciones de la Organización Trump y que tiene su propia línea de ropa, no ocupará un cargo oficial en la nueva administración. Al menos eso se espera.

Mientras que la pareja se prepara para mudarse con su familia de Nueva York a Washington, el nombramiento de él y el lugar que ocupa ella en los negocios familiares abren las puertas a nuevas críticas por conflictos de intereses dentro de la administración. Y eso sucede cuando la administración está lejos de decidir su criterio con respecto a los conflictos con Donald Trump.

Abogados especializados en ética también han planteado sus inquietudes sobre que el nombramiento de Kushner entre abiertamente en conflicto con la legislación federal anti nepotismo. Esta ley prohíbe a cualquier cargo público contratar a un miembro de su familia para un organismo u oficina que él mismo dirija.

WilmerHale, el bufete contratado por Kushner, ha dicho mediante un comunicado que “se compromete a respetar la legislación federal sobre ética” y que se ha coordinado con la Oficina de Ética Gubernamental. En otro comunicado, el equipo de transición de Trump ha explicado que Kushner “ha decidido renunciar a su salario mientras forma parte de la administración”.

Para complicar todavía más sus papeles, Kushner e Ivanka están muy involucrados en los negocios de sus familias.

Kushner venderá sus activos a... su madre

Los abogados de Kushner dijeron que tenía la intención de deshacerse de muchos de sus activos, entre los que se incluyen inversiones extranjeras, antes de empezar a trabajar en la Casa Blanca. Algunos abogados especialistas en ética ya han dicho que esto no será suficiente para prevenir sus posibles conflictos de intereses puesto que entre sus planes se encuentra vender activos a su hermano, un inversor de capital riesgo, o a un fondo familiar controlado por su madre.

De manera similar, los expertos en ética han alertado de que si Trump coloca a sus hijos (que en estos momentos son asesores de su comité de presidencia) a los mandos de sus operaciones empresariales tal y como ha sugerido, tendrían que estar completamente apartados de las operaciones del gobierno. Además, no estarían en condiciones de asistir a reuniones con líderes extranjeros como la que Ivanka mantuvo con el primer ministro de Japón.

Kushner es el hijo mayor de Charles Kushner, un importante promotor inmobiliario de Nueva Jersey y destacado donante demócrata, que fue declarado culpable y condenado a dos años de cárcel por evasión de impuestos y por represalias contra un testigo federal: su cuñado. Charles Kushner contrató a una prostituta para tenderle una trampa al esposo de su hermana, grabó el encuentro y envió las imágenes a ella.

Ivanka Trump y Kushner se conocieron en 2007 durante una comida de negocios organizada por amigos de ambos que pretendían que fuera una oportunidad para hacer contactos.

“Ingenuamente, nos tendieron una emboscada pensando que nuestro único interés el uno en el otro sería comercial”, contó Ivanka a Vogue en 2015. “Cada vez que los vemos estamos en plan... ¡fue el mejor negocio que hemos hecho nunca!

Casi de inmediato, la joven pareja se convirtió en la comidilla de “lo que eran o no eran” en el mundo de los cotilleos. La prensa neoyorkina los bautizó con el nombre “J-Vanka”, y su verdadera situación sentimental se hizo pública cuando se descubrió una serie de fotos hechas por paparazzis en las que aparecían besándose mientras jugaban a los bolos.

Colegios de élite y generosos donativos

Después de salir durante dos años, se casaron en octubre de 2009, en una lujosa boda a la que asistieron 500 invitados. La celebración se llevó a cabo en un campo de golf privado de Trump en Bedminster, Nueva Jersey. Antes de casarse, Ivanka se convirtió al judaísmo. Su marido proviene de una devota familia judía ortodoxa y están criando a sus hijos en la fe judía.

En cierta manera, el nieto de un superviviente del Holocausto e hijo de uno de los principales donantes demócratas, e Ivanka, una mujer de negocios que se autodefine como una feminista y que se mueve dentro de los círculos sociales liberales, parece una extraña pareja para sostener una campaña política –y pronto una presidencia– que ha sido atacada por nacionalista, misógina, racista y antisemita.

Ambos provienen de ricas y controvertidas familias con negocios inmobiliarios de la costa Este. Fueron a escuelas de élite. Él fue a Harvard (al parecer, fue aceptado después de que su padre donase más de dos millones de euros) y a la Universidad de Nueva York. Ella fue a Georgetown y a Wharton.

La aparente contradicción llevó a algunos amigos y conocidos a pensar que quizá estaban secundando el proyecto político de Donald Trump por un sentido del deber familiar y a pesar de sus opiniones personales. Pero las dudas se disiparon a medida que el papel de Kushner durante la campaña se hizo más claro –y más importante– y después de que Ivanka presentase a su padre durante la convención nacional republicana como a una persona “sin prejuicios raciales ni machistas”.

“Son unos convencidos”, contó una amigo de la pareja, Reed Cordish, al New Yorker en agosto. “Están en el meollo. Han estado dentro desde el principio, sin titubeos”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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