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Los voluntarios trabajan en el epicentro del desastre de Hawái mientras crece la frustración por la respuesta del Gobierno

El Gobernador de Hawái, Josh Green, camina por una zona quemada en Lahaina.

Dani Anguiano

Maui (Hawái) —

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Casi una semana después de que los devastadores incendios forestales de Hawái destruyeran la histórica ciudad de Lahaina y acabaran con la vida de más de un centenar de personas, la necesidad en Maui sigue siendo tan grande que cuando los barcos se acercan a la parte occidental de la isla con ayuda, la gente corre por la playa para recibirlos.

Es una escena que Edgar Rodríguez no sólo aprecia, sino que comprende. Rodríguez y su familia perdieron su casa de Lahaina a causa de las llamas. Desde entonces, ha llevado suministros a los que se han quedado en la parte cerrada de la isla, con la Pacific Whale Foundation, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la conservación marina.

La fundación entró en acción inmediatamente después del incendio, recogiendo donativos para sus trabajadores que perdieron sus casas y utilizando los barcos de las excursiones para llevar suministros a las zonas necesitadas. “Es gente ayudando a gente”, afirma Dayna Garland, de Pacific Whale Foundation. “No sabemos sentarnos a esperar”.

Mientras Hawái sigue lidiando con las secuelas del desastre, aumenta la frustración por la respuesta del Gobierno al incendio forestal más mortífero de la historia reciente de Estados Unidos. Los residentes cuestionan la actuación de las autoridades –desde la falta de avisos hasta la distribución de ayuda en los días posteriores– y argumentan que los residentes no están recibiendo la asistencia que necesitan.

“Creo que la gente seguirá molesta. Es una respuesta lenta”, dice Jacquelyn Ingram, de la Coalición Madres Sanas Bebés Sanos de Hawái, que ha estado proporcionando atención y suministros a los residentes.

Las necesidades son enormes. Una centenar de personas han muerto en la tragedia, aunque se espera que esa cifra aumente a medida que prosiguen los esfuerzos de rescate. Más de 2.700 estructuras de Lahaina han quedado destruidas, según declaró el domingo el gobernador de Hawái, Josh Green, y se calcula que las pérdidas ascienden a 5.600 millones de dólares (más de 5.100 millones de euros). La Agencia Federal de Gestión de Emergencias está supervisando la respuesta federal y cuenta con 416 personas sobre el terreno.

La isla, sus residentes y grupos comunitarios se han movilizado para suplir las carencias. Las empresas de excursiones en barco están utilizando embarcaciones para hacer las entregas. Un servicio aéreo exclusivo para miembros está utilizando su bodega de carga para llevar donativos a la isla. Alrededor de Lahaina, los residentes que aún quedan han organizado centros de donación donde otros pueden acudir a por los suministros que se están distribuyendo en la zona y recibir atención médica.

“Todo el mundo se está volcando para hacer lo que haga falta”, afirma Lisa Vogt, de Roam, el servicio aéreo privado que ha estado transportando ayuda a la isla.

El trabajo es intenso. Los voluntarios afirman trabajar jornadas de 16 horas diarias mientras intentan hacer llegar los suministros adecuados a manos de las personas adecuadas.

Además, los grupos que distribuyen bienes han tenido problemas para operar, ya que los servicios de telefonía móvil y electricidad han quedado limitados a raíz del incendio, lo que hace más difícil evaluar las necesidades, dice Vogt. “La comunicación ha sido un verdadero reto. Hay mucha gente sin servicio de telefonía móvil”, dice.

Pero la comunidad se ha puesto manos a la obra, pese a las dificultades. “Esa es la belleza de Maui”, añade mientras aterriza otro vuelo, éste cargado de suministros médicos distribuidos por Direct Relief. Esa organización humanitaria sin ánimo de lucro con sede en California trabaja con grupos locales para traer a la isla los artículos solicitados: equipos de protección individual, insulina, nebulizadores y productos de higiene, entre otros.

Tras el aterrizaje, los miembros se suben inmediatamente a las furgonetas para entregar los suministros médicos en los centros de distribución de Lahaina, así como kits para incendios forestales que emplea el grupo local de búsqueda y rescate de Maui.

Su esfuerzo cuenta con la ayuda de voluntarios locales, como el propietario de un servicio de coches que lleva al grupo de un lugar a otro para garantizar que los suministros lleguen a los lugares adecuados. “Quería asegurarme de que llegara a la gente que lo necesita”, dice Felipe Hannel, residente de Maui.

Alberto Jesús, de Primo VIP Car Services, ha pasado horas con los trabajadores de la organización sin ánimo de lucro transportándolos de un lugar a otro y ha rechazado cobrar por el servicio. “Esto sale del corazón”, dice.

En medio de la catástrofe, ver a la comunidad unida ha sido un aspecto positivo para muchos, incluidos los voluntarios. “Es duro ver esto”, dice Chris Alleway, de Direct Relief, refiriéndose a la destrucción. “El lado positivo es ver cómo se une la gente y su capacidad de recuperación”.

Traducción de Javier Biosca

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