Descorramos un tupido velo
Hace poco tiempo, concretamente el 26 de mayo, los medios reflejaban la medida pionera que había tomado el Ayuntamiento de la ciudad de Lérida para restringir el uso del velo integral islámico en los edificios públicos . En la votación consistorial referente al tema hubo mayoría más que absoluta - de 26 sufragios, 23 fueron a favor y sólo uno en contra, siendo abstenciones los dos votos restantes- en la aprobación de la regulación de esta prenda.
Lérida, por su parte, tampoco se limitó a votar y callar. No se limitó a considerar que su acción era suya y que allá cada cual; sino que quiso predicar con el ejemplo e instó, tanto al Gobierno Central como a la Generalitat de Cataluña, a que legislaran respecto a la materia en las áreas en las que fueran competentes. Desde el Ayuntamiento leridano, representado por el alcalde de la ciudad Ángel Ros, quisieron exponer que estas regulaciones no tenían tanto que ver con aspectos culturales o religiosos, sino que se centraban en un concepto de dignidad. Dignidad de la mujer, claro.
Sea como fuere, la forma de la aplicación de la ley es la misma, aunque el fondo conceptual de los porqués que la sustentan difiera según el cerebro que la interprete. Y según el color con el que esos cerebros se identifiquen se atenderán a unas justificaciones o a otras para dar la ley por válida. Esto se resume, a grandes rasgos y sin caer en la trampa de la universalidad, pues de todo hay en todos los sitios, en que en algunos sectores argumentan una cuestión de seguridad para prohibir el uso del burka y el niqab – que son las únicas prendas que ocultan casi la totalidad del rostro femenino y núcleo del debate- y otros arguyen un motivo más dirigido al respeto hacia la mujer.
Es una cuestión complicada, pues según cómo, quién y qué se mire, el respeto se gana por los mismos derroteros por los que se pierde. El mismo respeto a la identidad cultural que muchos promulgan es, para otros, una ofensa grave también a la identidad. Así que ponerse de acuerdo no es tarea fácil.
Después de Lérida, otro ayuntamiento catalán, esta vez de la provincia de Tarragona, decidió votar también si sí o si no al velo integral en edificios públicos. La localidad era El Vendrell, y volvió a darse la mayoría de opinión que se dio en Lérida. Lo mismo ocurrió en la ciudad de Tarragona pocos días después, que votó, a la par que Gerona, sobre dónde no se debía usar el burka y el niqab. En Gerona, sin embargo, se optó por no vetar el velo integral en los edificios municipales.
Pero Gerona, aunque votara en contra de regular desde el poder público el uso del velo integral y dejara la opción de llevarlo o no a cada individuo, tendrá ahora que adaptarse a la nueva Ley de Libertad Religiosa , todavía a la espera de implantación pero ya formulada, que ha elaborado el Gobierno Central.
Esta Ley, según se oye, ha sido casi redactada mano a mano por el ministro de Justicia, Francisco Caamaño y la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y supone una modificación de la anterior para adecuarla a estos tiempos que poco tienen que ver con los anteriores. Uno de los puntos tratados es el que nos ocupa, el uso del burka y el niqab, cuyo uso se restringiría por cuestiones “de dignidad para la mujer”, aseguraba Caamaño, aunque no dejaba claro si la dignidad sólo es merecedora de atención dentro de los edificios municipales, que es donde se prohibiría su uso.
Como antes exponíamos, es difícil contentar a todo el mundo. Para unos esta Ley no supone sino un arrinconamiento del catolicismo por parte del Estado – una de las claves, por ejemplo, es retirar todos los crucifijos de edificios públicos como escuelas u hospitales- en beneficio de un impulso a la fe islámica. Para otros es un atentado contra la libertad de cada uno, e incluso contra las creencias religiosas y culturales. Y hay también para quienes, sin embargo, la Ley se queda corta y creen que debería extenderse hasta alcanzar todos los espacios públicos – calles, parques, escuelas o museos, por ejemplo- limitando el uso del burka y el niqab al espacio privado, sin que nadie, por lo menos a través de la vista, deba ser partícipe de ello.
Una de las personas que son de esta última opinión, y con la que se identifica la opinión del grupo desde el que habla, es Sagrario Loza, consejera de Servicios Sociales del Gobierno de La Rioja, que asegura estar de total acuerdo y apoyar la reforma de la Ley de libertad religiosa que el Gobierno va a llevar a cabo, aunque opina que esta reforma es demasiado limitada, “pensamos que la prohibición del burka”, explica Loza, “entra en el marco normal de convivencia y ayuda a la integración y a luchar contra la discriminación, pero entendemos que debiera estar prohibido en cualquier ámbito”, para ilustrar el ejemplo, la consejera de Servicios Sociales ha comparado el uso del velo integral con el de una capucha, dando a entender que tal actitud no sería del agrado de los demás ciudadanos que observaran la escena, y que incluso el encapuchado se sentiría excluido.
El Ayuntamiento de Logroño, por su parte, se suscribe a lo planeado por el Gobierno y ha comunicado a Rioja2 que no piensa tomar ninguna medida que extienda o limite la aplicación de la Ley, dejando las cosas como están o estarán.
En La Rioja se calcula que hay unos 12.000 musulmanes, de los que 7.000 viven en Logroño. En la región hay tres mezquitas constatadas, una de ellas es la Mezquita Al-Huda, situada en la calle Beratúa 37 de la capital riojana. Rioja2 ha hablado con el portavoz de esta comunidad musulmana, Jesús del Pozo López, para conocer las primeras impresiones que la implantación de esta ley pueden causar en el mundo islámico.
Lo primero que comenta Jesús del Pozo es que la Ley, restringiendo sólo el uso del burka y el niqab, no va a afectar demasiado a la población musulmana, “el uso del velo integral está en Logroño muy poco generalizado, yo no conozco ningún caso, la verdad”, comenta, aunque es de la opinión de que el Gobierno no debería inmiscuirse en el asunto, “no deberían meterse, como pasa en Inglaterra, donde cada uno viste como quiere y no pasa nada. No le veo mucho sentido, ni me preocupa tampoco demasiado. En la vida general de los musulmanes no nos afecta para nada. Para nosotros lo importante es que miren la economía y que se dejen de contar mentiras, eso es lo importante, en lo otro cada uno es libre de quedarse en casa, salir o ir a lugares públicos”.
El portavoz de esta comunidad hace una comparación del hábito de las monjas con el uso de este tipo de velos, e incluso va más allá y equipara la utilización a razones también culturales, “los trajes regionales la mayoría llevan pañuelos y se usan en las fiestas sin que nadie se moleste, y nadie piensa que se les obliga a ponerse el traje en las fiestas, sino que se visten con los trajes regionales que usan”.
Una de las razones que muchas personas dan para limitar el uso del velo integral viene dada por la sensación de que supone un sometimiento de la mujer por parte del hombre, de que persiste un elemento de dominación que en una cultura progresista no debería darse. Para Jesús del Pozo esto puede ser así en algunos casos, pero no lo encuentra tan distinto de muchas otras situaciones dadas también en Occidente, “es una opción voluntaria que toman algunas mujeres”, explica, “ésa es la opción que determinadas musulmanas eligen y ellas son las que se ponen las medidas de privacidad. Hombre, siempre, me imagino, que también tiene que ver el entorno, la familia, eso es lo que pasa en todos los sitios. Cualquier chica española depende de la pandilla en la que esté, la moda de su colegio, su familia… nadie es totalmente libre, todo el mundo tiene en cuenta las opiniones de su entorno. Pero nadie la coge y la ata para ponerle el pañuelo, lo coge y se lo pone ella teniendo en cuenta las circunstancias. Lo que piensa la familia, la gente que quiere, la que respeta. Eso es igual en el Islam, en el Cristianismo o en la Social Democracia”.
Del Pozo también advierte que limitar el uso del burka y el niqab, profundamente arraigado en muchas culturas según cuenta, puede traer consecuencias negativas, “hay países en los que ésa es la vestimenta tradicional, y va a ser difícil que mucha gente cambie, pero si eso se llega a prohibir en la calle, pues habrá mucha gente que decida irse a su país. Las mujeres que usan velo integral tendrán que decidir lo que hacen, si abandonarlo, salir menos a la calle o no ir a lugares públicos, pero como todas las cosas se pueden hacer en sitios oficiales por representación, pues optarán por, en vez de ir ellas, mandar un representante”.
Aunque, en definitiva, el portavoz de la mezquita Al-Huda intuye que este cambio en la Ley de libertad religiosa no va a afectar mucho a la comunidad musulmana y que incluso podría ser una toma de contacto del Gobierno para ver las capacidades que dispone para ahondar en lo que, según del Pozo, preocupa realmente a los políticos, “Precisamente hemos sido musulmanes ocho siglos, más tiempo que cristianos. Yo me acuerdo una vez que escuché un discurso en un foro de economía de un político español que, en una conferencia sobre economía, su frase final fue: ‘y por eso debemos preguntarnos si nos podemos dar el lujo de permitir a las muchachas musulmanas ir al colegio con velo’, por lo que lo que les preocupa del islam es que la usura está absolutamente prohibida y se considera deshonesta. Dicen: si les quitamos el pañuelo, igual les quitamos lo otro también. Lo que les preocupa al sistema este es que si las mujeres llevan pañuelo y los hombres visten modestamente, seguirán creyendo que la usura no está permitida”.
Para concluir, y a propósito de unas palabras que ha dicho Jesús del Pozo y que ilustran claramente la situación, cabe decir que nunca llueve a gusto de todos y que cada uno tendrá que adaptarse como pueda y deba a las órdenes que dicte la ley, “creo que la mayoría lleva la prenda por voluntad propia, por lo que no estarán de acuerdo con la ley”, ha considerado Jesús del Pozo,“ pero si hay alguna que la tiene porque le obliga alguien, pues aprovechará para salir de esa situación”.
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