El confinamiento de las mujeres: “Sentía que no llegaba al trabajo, a cumplir con mis hijos y tiempo para mí, ninguno”
“Madrugaba todo lo que podía e intentaba estar delante del ordenador a las 7 de la mañana para adelantar el máximo trabajo antes de que se despertaran mis hijos, después corriendo a prepararles el desayuno y a organizar su agenda de clases online para atender mientras reuniones y llamadas, por la tarde salíamos a la terraza, jugábamos o nos sumábamos a los bailes virales”. Es la agotadora jornada de Luisa, de 41 años, en un día cualquiera del confinamiento en la primera ola del coronavirus.
Su rutina es la de tantas mujeres que han tenido que soportar sobre sus hombros el peso de una pandemia que ha agudizado la brecha de género de los cuidados. Una rutina marcada por la estrés, el agotamiento y la impotencia, que acababa muchos días entre lágrimas: “sentía que no llegaba al trabajo, no llegaba a cumplir con mis hijos y por supuesto tiempo para mí, ninguno”.
Su marido trabajaba en una empresa de electricidad y mantenimiento, uno de los empleos esenciales, por lo que trabajó fuera durante todo el confinamiento. Mientas, ella teletrabajó desde el principio, como lo hicieron las mujeres en el 36% de los hogares frente al 16% en el caso de los hombres, según la encuesta “Esto no es conciliar” de la Asociación Yo No Renuncio. En el 54% de las familias todos sus miembros estaban confinados.
Por otro lado, un cuestionario que realizó la Unidad Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación mostró que casi el 50% de las mujeres, frente al 20 % de los hombres, se encargó en exclusiva de la limpieza del hogar, mientras que el 43,8 % de las mujeres y el 18,3 % de los hombres, asumió principalmente las tareas de cuidado de personas a cargo.
Detrás del teléfono de atención psicológica
La psicóloga Raquel Toribio, vocal de psicología de la igualdad y la violencia de género del Colegio de Psicólogos y una de las profesionales que estuvieron al otro lado del teléfono de atención psicólgica que puso en marcha el Colegio con psicólogas voluntarias, señala que el 77% de las llamadas que atendieron eran de mujeres, de las que entre el 60 y el 70% fueron con sintomatología ansiosa. “La sobrecarga de los cuidados sigue recayendo en las mujeres, nos transmitían la sensación de estar desbordadas, el sentir que no estaban haciendo nada pero estaban todo el día limpiando, haciendo la comida, deberes, reunión por zoom...”, recuerda esta psicóloga.
“Gota a gota, el vaso se agota”, indica Toribio y eso es lo que le pasó un día a Luisa: “por la impotencia acabas gritando a los niños cuando ellos quizás no tienen culpa, ellos estaban cansados, yo también. Te tranquilizan y lo ves desde otra perspectiva”, agradece esta mujer. “No sé si mi caso se define como ansiedad, pero sí acabar llorando y agotada; ha sido difícil, lo pasé fatal”, relata.
El Ayuntamiento de Logroño iniciaba el 10 de marzo los grupos de los talleres de apoyo psicosocial y la pandemia los paralizó. Sin embargo, continuaron realizando apoyo personalizado y se encontraron con estos problemas. “Sí había entre ellas muchas mujeres que estaban en casa con los niños, muchas veces sin medios en casa o sin conocimientos informáticos”, señala Yolanda García Garrido, responsable del proyecto. Esta situación les generaba una ansiedad y estrés que en algunos casos todavía arrastran.
Estos talleres también han sido soporte psicológico para las mujeres que han tenido que enfrentarse a un duelo, han estado sin empleo o han tenido que hacerse del cuidado de sus familiares. Ahora ya se han retomado los grupos de apoyo, en los que se trabaja el empoderamiento, la autoestima, la asertividad y la empleabilidad de las mujeres. Seguirán hasta junio y todavía se puede participar (941277070/sociales@logrono.es).
Telebrajar a la vez que cuidar
El teletrabajo ya ha sido señalado como una trampa para la conciliación. “Teletrabajar no es trabajar con niños o con dependientes a los que tienes que cuidar al lado todo el día”, ha defendido la vicesecretaria de UGT, Cristina Antoñanzas, en algunos medios. Pero sí es la realidad. “Mientras estaba en una reunión podía entran mi hijo diciendo 'mamá, no me puedo conectar' y muchas veces tenía que estar trabajando con el niño al lado, mientras él pintaba, yo atendía una llamada”, cuenta Luisa.
Lidiar con el colegio online tampoco fue asignatura fácil para las madres: “un niño de 9 años aún puede mantener la atención, pero con el pequeño, de 6, es difícilisimo”. Mientras, ella tenía que seguir con su trabajo a distancia en una asesoría de empresa con una reducción de jornada del 70% con un ERTE pero asumiendo su trabajo y el de dos compañeros afectados por un ERTE de la totalidad de la jornada. Según concluyeron las investigadoras Cristina Benlloch y Empar Aguad en el estudio 'Teletrabajo y conciliación: el estrés se ceba con las mujeres', “algunas sienten que están todo el día trabajando. A menudo, tener flexibilidad de horarios se convierte en una demostración continua y un ejercicio de responsabilidad para con sus superiores”.
“En la medida de lo posible dejaba que los niños jugaran solos cuando no tenían clase o en muchos casos les tenía que dejar con la tele para atender yo lo mío”. Según indica este estudio de la Univesitat de València: “las pantallas digitales en criaturas de corta edad se están convirtiendo en un perverso recurso facilitador de la jornada laboral”. Pero tiene un precio, que además pagan las mujeres y que Luisa también pagó: “te sientes muy mala madre, que no estás haciendo lo correcto”.
El rol de los cuidados se ha impuesto socialmente siempre a las mujeres y las ha dejado relegadas a ser madres, esposas y amas de casa. Cuando tratábamos de avanzar hacia la corresponsabilidad, la pandemia rompió todo de lleno y agudizó todavía más la brecha de género de los cuidados. La pandemia dejó a Luisa muchas semanas sin salir de casa haciendo malabares entre teletrabajo e hijos, entre reuniones y clases online, entre tareas del hogar y retos virales. Malabares que muchas veces se caían al suelo con la sensación de no poder más. Estos malabares han pesado demasiado estos meses a demasiadas mujeres porque Luisa no es solo Luisa.
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