El impacto social de las enfermedades inflamatorias
Hablar de enfermedades inflamatorias implica referirnos a un enorme abanico de patologías de muy diversa etiología y pronóstico, lo que hace imposible unificarlas bajo un mismo paraguas. No sucede lo mismo con un subgrupo, el de las enfermedades inflamatorias mediadas inmunológicamente (IMID por sus siglas en inglés), que comparten no sólo el mecanismo de acción, sino también el dolor y el fuerte impacto en la calidad de vida de los pacientes.
Se trata, entre otras, de la psoriasis, la espondilitis anquilosante y la artritis reumatoide, que se encuentran en los primeros puestos de una hipotética clasificación de las enfermedades que provocan más incapacidad temporal y cambios en el día a día de los pacientes. Estas patologías han sido objeto de análisis durante el Taller “Enfermedades Inflamatorias en el siglo XXI: el valor de las terapias biológicas en España”, realizado en Madrid, en el marco de la reunión internacional “Progress and Promise: Managing for Optimal Outcomes with Biologics”, gracias al apoyo de los laboratorios Wyeth.
Las denominadas enfermedades inflamatorias mediadas inmunológicamente se producen por una reacción en cadena en la que juegan un papel fundamental las citocinas, sustancias clave en todo el proceso de la inflamación y que, según el órgano donde se desarrolle, presenta manifestaciones diferentes. “Esto explica que un mismo tratamiento que consiga bloquear algunos pasos de la respuesta inflamatoria sea válido para patologías como la psoriasis o la espondilitis anquilosante, que exteriormente son muy distintas”, asegura el doctor Xavier Bordas, del Servicio de Dermatología del Hospital de Bellvitge y profesor de la Universidad de Barcelona.
ESPERANZA DE VIDA
Aunque estas enfermedades no tienen una gravedad mortal inmediata, está demostrado que, sin tratar, pueden disminuir la esperanza de vida hasta en diez años, debido a los trastornos concomitantes asociados. “Por poner sólo un ejemplo, en los pacientes con artritis reumatoide la inflamación persistente supone un riesgo cardiovascular importante”, recuerda la doctora Isabel Mateo, jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Doce de Octubre, de Madrid.
Sin embargo, a corto plazo, esto no es lo que preocupa más a los enfermos. El dolor y las secuelas externas que dejan estas enfermedades, suponen un fuerte impacto en la calidad de vida de quienes las padecen. La psoriasis, en función de la extensión y localización de las placas, puede incapacitar al enfermo para desarrollar su trabajo, para mantener relaciones sexuales o para llevar una vida social normal, explica el doctor Carlos Ferrándiz, Catedrático de Dermatología de la Universidad Autónoma de Barcelona y jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Germans Trias y Pujol de Barcelona.
El dolor y la rigidez que provocan la artritis reumatoide son un gran obstáculo para llevar un día a día con normalidad. Igualmente, el dolor es una constante en los enfermos de espondilitis anquilosante, que además deben hacer frente a unas secuelas muy visibles –hombros y cuello rígidos y hacia adelante-, lo que les supone una dificultad añadida.
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