ETA vuelve a tener alguna infraestructura en la capital
Los expertos policiales tienen la convicción de que ETA vuelve a tener infraestructura en la capital de España y se apoyan en dos datos de la investigación del último atentado: la adquisición de una tarjeta telefónica prepago en Madrid la semana previa y la insólita llamada que realizaron con ella para advertir del coche-bomba, realizada a tan sólo un kilómetro de donde habían aparcado el vehículo. La Policía deduce de esa inmediatez que los autores materiales no tenían que recorrer una distancia importante para alcanzar su escondite.
Los investigadores también ponderan el hecho de que los terroristas robasen la furgoneta-bomba en Navalagamella, un pequeño y tranquilo pueblo del noroeste de la Comunidad ubicado en una zona que ETA ya había utilizado con ese fin en 2005, en un atentado con un 'modus operandi' calcado del seguido el pasado 9 de febrero. Las sospechas apuntan a que colaboradores de la banda instalados en Madrid o alrededores podrían haber marcado el lugar adecuado para sustraer el vehículo, incluso que podrían haber facilitado algún escondite para montar el explosivo o guardar la carga.
Con los insistentes rumores sobre la declaración de una tregua instalados en los círculos políticos de Madrid, ETA cometió tres atentados en la capital a lo largo de 2005. En dos de ellos robaron el coche-bomba en Guadalajara y San Lorenzo de El Escorial. Sin embargo, las investigaciones de aquellos atentados nunca avanzaron y no se pudo comprobar si contaron con ayuda instalada en la Comunidad de Madrid, una ayuda que de existir podrían haber vuelto a utilizar los etarras que atentaron en Ifema el lunes.
Más allá de los perennes especulaciones sobre la presencia de colaboradores en Madrid, un incidente registrado el 15 de septiembre pasado en Alcobendas encendió todas las alarmas. Aquel día, un jardinero que paseaba cerca del campus de la Universidad Autónoma fue asaltado por dos hombres y una mujer que le introdujeron en un coche. Tras comprobar una fotografía y preguntarle, de usted, si se había cortado el pelo, lo volvieron a bajar del vehículo amenazándole para que no corriese a denunciar a la policía.
Tras aquel incicente, no se encontró ni una sóla prueba sólida de que fuese ETA la que intentaba secuestrar a alguien, quizá un concejal, al que confundieron con el jardinero. Pero el último atentado ha venido a reforzar los indicios que apuntaban a ETA y a su presencia en Madrid.
ALERTA MÁXIMA
Los últimos informes de los Servicios de Información apuntan a la intención de la banda de significarse en la campaña electoral vasca a través un atentado de gran repercusión. Las Fuerzas de Seguridad temen un asesinato selectivo o, incluso, un secuestro como el de Miguel Angel Blanco, con igual fin, algo que ya intentó el último 'comando Vizcaya' desarticulado, en la figura de un concejal socialista de Eibar.
El atentado en Madrid ha extendido la preocupación policial a la capital de España y en los últimos días se han intensificado controles policiales, visibles o no, en la ciudad y sus alrededores. Mientras, continúa la intensa investigación que se inició en el momento que estalló la última bomba en el Parque Ferial Juan Carlos I.
Dentro de las pesquisas se ha interrogado al dueño del establecimiento por el que pasó la tarjeta con la que los terroristas realizaron seis llamadas de advertencia, cuatro a servicios de emergencia y dos al diario 'Gara', donde nadie atendió el teléfono por estar a esa hora la redacción vacía, informaron a Europa Press fuentes de la lucha antiterrorista.
ÚLTIMO 'COMANDO MADRID'
El 7 de noviembre de 2001, el valor y la rápida reacción de un ciudadano madrileño permitió la detención de los dos etarras que acababan de atentar contra el secretario general de Política Científica Juan Junquera, en el barrio de Prosperidad. Ana Belén Egüez y Aitor García vivían compartiendo piso con inmigrantes en casas distintas y tenían un piso franco en Salamanca.
Desde entonces, ETA no ha dejado de tener a la capital de España en su punto de mira. La Nochebuena de 2003, la Policía impidió que ETA volara un tren en la estación de Atocha que procedía de Irún y en el que los terroristas habían introducido 20 kilos de dinamita. Tres meses después, dos etarras fueron detenidos en Guadalajara cuando se dirigían a Madrid con una furgoneta cargada con 536 kilos de explosivo.
Tras los tres atentados de 2005 (en Ifema, el estadio de La Peineta y el barrio de San Blas), ETA volvió a Madrid para romper de facto el último alto el fuego. Voló el aparcamiento de la nueva terminal del aeropuerto de Barajas, la T-4, asesinando a dos ciudadanos ecuatorianos. Las posteriores detenciones revelaron que se trataba de un 'comando de legales' que residían en Navarra.
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