Las mujeres, las peor paradas por el cambio climático

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La Federación de Planificación Familiar Estatal (FPFE) y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), han presentado en Madrid el Informe sobre el Estado de la Población Mundial 2009. “Frente a un mundo cambiante: las mujeres, la población y el clima” y el Suplemento “Jóvenes y cambio climático”.

El informe pone de manifiesto que el cambio climático es más que una cuestión de emisiones industriales de carbono o de eficiencia energética. La planificación familiar, la educación sexual y la salud reproductiva, así como las relaciones de género, están íntimamente relacionados con este proceso. Para frenar el cambio climático es necesario adoptar un nuevo criterio, más equitativo y sostenible, sobre la manera en que vivimos, producimos y consumimos. Este informe adopta un enfoque amplio respecto al cambo climático, incorporando cuestiones de género y población.

Los países industrializados han creado gran parte del problema pero son los más pobres o en vías de desarrollo los que padecerán los peores efectos de un clima cambiante. Sequías, tormentas, huracanes, tsunamis… son fenómenos cada vez más impredecibles y potentes dejando sin medios de subsistencia a los que dependen casi exclusivamente de la agricultura o la pesca como formas de vida. Los desastres medioambientales dejarán zonas devastadas que podrán provocar movimientos de población a gran escala, con sus terribles consecuencias en los distintos ámbitos: personal, social, político, etc.

Entre las personas pobres, son las mujeres las más vulnerables.

En parte porque en muchos países son ellas la principal fuerza en el campo y productoras de alimentos y en parte por la reducción de sus posibilidades (económicas, legales, de acceso a la toma de decisiones…) por una cuestión de género. El informe muestra que las mujeres tienen potencial para movilizarse contra el cambio climático, pero que es de vital importancia que se pongan en práctica políticas que acaben con las discriminaciones y den acceso y poder real a las mujeres.

La conexión entre crecimiento de la población y acumulación de gases efecto invernadero ha estado muy ausente de los debates políticos y diplomáticos por ser tema espinoso y controvertido. En el mundo científico se reconoce que un crecimiento más lento de la población mundial puede contribuir a equilibrar las emisiones y posibilitar una adaptación más inmediata al cambio que ya está ocurriendo.

Sin embargo, desde 1995 se viene registrando en los países en desarrollo un descenso de los recursos destinados a programas de planificación familiar por parte de los países donantes. Este no es el camino, ya que para lograr una población humana que propicie un clima sostenible es necesario eliminar las barreras contra la utilización de la planificación de la familia y la adopción de políticas de población basadas en los derechos humanos, tal y como lo acordaron los participantes en la Conferencia de El Cairo en 1994. Es necesario un consenso comunitario y mundial para que mujeres y parejas decidan el número de hijos a tener y se creen oportunidades para que mujeres y niñas participen plenamente en las sociedades y contribuyan a su crecimiento económico y a su desarrollo.

Las Naciones Unidas y los gobiernos del mundo han asignado prioridad a un conjunto de objetivos a alcanzar para 2015 (los 8 ODM) que de alcanzarse contribuirían sustancialmente a la mejora de las condiciones para que los países puedan adaptarse a los efectos del cambio climático. Sin embargo, estos objetivos se ven debilitados paulatinamente por los efectos iniciales del cambio climático, así como por la dinámica de la población y las pautas de consumo.

En relación con el 7º ODM, referente a garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, el informe recoge que un crecimiento más lento de la población operaría en múltiples frentes: mitigar la falta de agua; reducir la rapidez de la pérdida de bosques, pesca y diversidad biológica; contribuir a frenar el aumento de las emisiones de gases efecto invernadero; y fomentar la mejora de las condiciones de los países a medida que se van adaptando al cambio climático.

El Informe 2009 de Naciones Unidas reclama también que las soluciones se busquen “desde abajo hacia arriba”,

es decir, sobre la base del conocimiento y participación de las comunidades en su medio ambiente, rompiendo las imposiciones y las dependencias con los países desarrollados.

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