Logroño despide las fiestas con la sensación de un Voto a San Bernabé bien cumplido

Logroño despide las fiestas con la sensación de un Voto a San Bernabé bien cumplido

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Logroño despide las fiestas. Y lo hace con la sensación del deber bien cumplido. No en vano, durante estos días, lo logroñeses han cumplido uno a uno todos los preceptos incluidos en el tan llevado y tan traído Voto a San Bernabé, una suerte de juramento que aquellos valerosos logroñeses hicieron cuando el 11 de junio de 1521 vieron retirarse a las tropas que habían intentado rendir la ciudad.

Estos días, la ciudad rememora la resistencia logroñesa ante el asedio francés en 1521. Resulta que, aquel año, los ejércitos de Francisco I de Francia avanzaron hacia Logroño al mando del general Asparrot. Los locales, a la vista de las tropas galas, capitaneados por el comendador Vélez de Guevara, decidieron ponerles las cosas tan difíciles como fuera posible. Y lo consiguieron.

Aquel mismo día San Bernabé se convirtió en el patrón de la ciudad y, desde entonces, cada año, se cumplen puntualmente una serie de compromisos, entre los que figura, por ejemplo, cada 11 de junio, la procesión con sus tres banderazos a cargo de la máxima autoridad municipal. La alcaldesa, Concepción Gamarra, este año, los ha dedicado a los comerciantes, a los niños con enfermedades raras y a los logroñeses que viven fuera.

Ese mismo día, por cierto, los logroñeses se desayunaron 30.000 raciones raciones del pez, pan y vino a la vera de las Murallas del Revellín a cargo de la Cofradía del Pez. Se dice que estos fueron los únicos alimentos que, en 1521, los defensores de la ciudad tenían a su disposición.

Si el domingo fueron los peces, el lunes ha sido el toro guisado, incluido como la procesión en el Voto a San Bernabé. ¿El resultado? Unos mil comensales han disfrutado de la degustación bovina, que corre todos los años a cargo de la Federación de Peñas de Logroño.

Estas propuestas, junto a otras muchas, han trasladado la ciudad al siglo XVI. De hecho no es extraño estos días ver campamentos militares de uno y otro bando en el casco antiguo. Tampoco, tropezarse con comparsas de gaiteros y gigantes monumentales, teatros ambulantes, música y muchos mercaderes. De hecho, algunas de las calles con más solera de la ciudad se han convertido en un colosal mercado.

La jornada de clausura festera ha incluido el Homenaje a la Ciudad de Logroño con la representación de la llegada del emperador Carlos V y la concesión de las tres flores de lis que, desde entonces, luce el escudo de la ciudad en memoria de aquella victoria cosechada hace cinco siglos. Así, tras cinco días de mucho ajetreo y con el Voto a San Bernabé bien cumplido, los logroñeses despideron las celebraciones patronales.

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