La fiebre del oro
Sólo hay que recorrer las calles de Logroño para darse cuenta de que el Oro bien vale su peso. Los establecimientos de compra-venta de este material precioso o joyerías que se apuntan a esta práctica, han proliferado de una manera asombrosa en los últimos tiempos en las vías más céntricas de la capital , así como anuncios de particulares en periódicos e internet, en unos momentos económicos en los que la falta de liquidez ahoga a las familias. Y es que, en los tiempos que corren, la disponibilidad de dinero es cada vez más limitada ante la pérdida de empleo, las deudas y los impedimentos para obtener créditos bancarios que permitan afrontar la crisis.
“Este tipo de establecimientos nacen precisamente para ello, para que los clientes pasen sus dificultades de la mejor manera posible, un negocio de crisis para ayudar a las familias a salir del paso” explica Rubén, gerente en La Rioja de “Su Joyero de Confianza”. Esta cadena dedicada a la compra-venta de oro, expandida en los últimos años por el norte de España, vió en Logroño uno de los epicentros importantes para establecerse, “en 2009 empezamos a darnos cuenta de la oportunidad de negocio, de la crisis económica y de lo que iba a suponer en las economías domésticas, así que decidimos abrir tres comercios primero en Gonzalo de Berceo, luego en Pérez Galdós y un tercero en A
venida Colón, buscando calles donde hubiera poca oferta de este tipo“.
Atrás queda el recuerdo de locales oscuros, misteriosos o peligrosos, donde los clientes empeñaban sus joyas tras unos cristales a modo de ventanilla de banco, sino ahora se apuesta por ofrecer al cliente “buenas ubicaciones, interiores amplios, diáfanos, luminosos...y gente amable y profesional para atender, todo ello para dar una solución eficaz a los enseres de mayor valor y el mejor trato posible”.
Otro de los factores de los factores que caracterizan a estas tiendas es una “discreción absoluta” sobre los servicios prestados y los datos de los clientes, así como la seguridad, tanto dentro del local “estamos conectados con la Policía, y procuramos no tener mucho dinero en el interior” explica Rubén, como de los productos, también rigurosamente controlados, “nadie que no esté registrado en la Comisaría de Policía puede dedicarse al negocio y eso se debe por si productos de robos acaban en tiendas de este tipo”. Para evitarlo, la Policía controla el proceso “semanalmente, con una lista de las joyas compradas que les enviamos” y
tienen que dar el visto bueno. Además en el momento de la compra-venta, “se firma su debido contrato con el cliente, con sus datos correspondientes del DNI”.
Para poder optar a los servicios de estas empresas simplemente hay que llevar cualquier artículo del que uno se quiera desprender de “cualquier metal precioso, oro, plata, platino, brillantes...presentes en cualquier artículo anillos, pulseras, relojes...”, es entonces cuando se “procede a su valoración en función de la cantidad y calidad del metal que posea la pieza (los quilates designan la pureza de los metales utilizados en las joyas), de su peso y del precio de valor de mercado al que se cotize el metal ese día, pagamos las piezas al contado y en el momento”. Eso si, una de las políticas de “Su joyero de confianza” es la imposibilidad de
recuperarlas “no creemos en esta fórmula ya que consideramos que en la mayoría de los casos, no se recupera por el aumento del precio que supone dejarlas empeñadas”.
La crisis está siendo más largo de lo que se pensó en principio y las deudas se acumulan. Esto ha hecho variar el prototipo de clientes que venden sus joyas, que ahora es más variopinto, el elevado precio del oro -en precios récord- está animando a mucha gente a vaciar su joyero con otras pretensiones, desde pagarse unas buenas vacaciones a comprarse ropa, “hay gente de todo tipo y con diferentes pretensiones, desde personas mayores que quieren desprenderse de sus joyas y prefieren dinero como herencia para su familia, a gente que ha heredado y no le gustan las alhajas y prefiere venderlas y darse otro capricho como un buen viaje..”, si bien en los últimos años “ha habido un incremento de gente que viene más por una urgente necesidad económica, que en muchas ocasiones se impone al valor sentimental de una alhaja, y esta situación prevemos que va para largo...”.
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