Los chilenos acudirán mañana a las urnas

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Chile celebrará mañana unas elecciones presidenciales y parlamentarias que los analistas e historiadores locales e internacionales no dudan en calificar como las más reñidas y emocionantes de los últimos 20 años, incluso más que las de 1989, cuando el bloque de partidos de centro-izquierda que aún gobierna el país unió fuerzas para derrotar a la dictadura de Augusto Pinochet.

En dos décadas, es la primera vez que la coalición gubernamental aparece como perdedora en todas las encuestas. También es la primera vez que no lleva un candidato único y, principalmente, es la primera ocasión en todo el período en que un representante de la oposición de derechas tiene reales posibilidades de llegar a La Moneda, lo que no ha podido lograr en medio siglo, con la sola excepción de lo ocurrido durante 17 años tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973.

El candidato de la derecha es el multimillonario Sebastián Piñera, de 60 años, dueño de una fortuna de mil millones de dólares según la revista 'Forbes'. Al frente de la coalición gubernamental figura Eduardo Frei, de 67 años, quien ocupa el segundo lugar en las encuestas y ya fue presidente del país entre 1994 y 2000.

Estos comicios, pese al gran interés que concitan entre los estudiosos del tema electoral, han sido los menos lucidos en términos de atención pública. Por ejemplo, a pocas horas de expirar el plazo legal para la propaganda política gratuita en televisión -80 minutos diarios en dos bloques, que debieron repartirse cuatro candidatos a La Moneda y cientos de aspirantes a senadores y diputados-, un estudio reveló que, en comparación con otros procesos electorales, ésta fue la franja menos vista por los chilenos. Los programas electorales obtuvieron 11 puntos menos de 'rating' que en los comicios de 2006, en los que se impuso la actual presidenta Michelle Bachelet.

Ni siquiera los cuatro debates que enfrentaron a los cuatro candidatos a la Primera Magistratura, tres televisados y uno radiado, lograron concitar grandes sintonías, como ocurría anteriormente. Asimismo, esta campaña no fue de grandes concentraciones masivas ni caravanas y sólo tuvo alguna visibilidad debido a la nunca antes vista propaganda callejera, con la cual quedó claro que los gastos en este aspecto fueron millonarios, en todos los sectores políticos.

Tanto los entornos pro gubernamentales como los de la oposición coinciden en señalar que, probablemente, la tibieza de la campaña en comparación con episodios anteriores, se deba a la casi certeza de que ninguno de los candidatos logrará el 50 por ciento más uno de los votos, lo que obligará a realizar una segunda vuelta el próximo 17 de enero y que, seguramente, la contienda electoral se vuelva un poco más reñida con miras a esa fecha.

Por de pronto, tal como lo estipula la ley, desde las cero horas de este viernes se ha prohibido cualquier actividad política o de propaganda electoral hasta después de conocidos los resultados, el domingo por la noche. Rige ley seca y los comercios, cines y restaurantes estarán cerrados hasta varias horas después de terminada la elección.

Igualmente, 19.500 uniformados de las cuatro ramas de las Fuerzas Armadas chilenas, el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y Carabineros han tomado desde la primera hora del viernes el control de los cientos de escuelas y recintos que servirán como locales receptores de sufragios en todo el país, donde 171.000 chilenos, designados y no voluntarios, deberán ejercer como vocales de mesa recibiendo los votos de sus compatriotas.

Este domingo, los chilenos no sólo deciden quién será el nuevo presidente de la República, sino que, además, sufragarán en siete circunscripciones para elegir 18 senadores, que ejercerán durante ocho años, y en 60 distritos para seleccionar a 120 diputados, que permanecerán cuatro años en poder de su escaño.

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