Un informe de Acción contra el Hambre vincula estrechamente sida y hambre
La organización Acción Contra el Hambre (ACH) ha presentado en Madrid 'Testimonios de sida y hambre en Zambia', último informe sobre la pandemia del sida en el que los afectados cuentan en primera persona sus experiencias personales ante esta enfermedad, con la que llevamos conviviendo globalmente más de 24 años.
Este informe, el primero de la serie 'Voces Invisibles' del Hunger Watch de la Red Internacional de ACH, presenta las pruebas de los estrechos vínculos existentes entre el sida y el hambre en el África Subsahariana, donde se encuentran dos tercios de la población total afectada por el VIH en el mundo y región donde la enfermedad se cobró dos millones de vidas sólo en 2006.
“El sida se ha convertido en el eje fundamental de trabajo de ACH, por eso trabajamos desde la perspectiva de nutrición y sida, porque hemos investigado que no sirve de nada dar un tratamiento contra la enfermedad si no hay una alimentación adecuada”, declaró el director general de ACH, Olivier Longué.
Por ello, en el informe de ACH se exige plantear un “enfoque multidisciplinar centrado en la protección de lo social, de la alimentación y de los medios de vida, que vaya mucho más allá de considerar la pandemia como una simple cuestión de salud”.
“Nos encontramos ante una nueva fase del sida, donde lo más probable es que los enfermos reciban un tratamiento, así el paciente sobrevivirá pero con una capacidad física mermada”, señaló Olivier. “Malawi pasa por períodos de hambruna en los que el país no llega a producir lo que consume. Nosotros les damos comida, pero en la mayoría de los casos no tienen ni fuerza para llevarlo a casa. Por esto también las mujeres utilizan su cuerpo para obtener recursos, aumentando así la prostitución y abriéndose una nueva puerta hacia el sida”, añadió el ex jefe de misión de ACH en Malawi, Andrés Narros.
Según el informe, “entre el sida y las capacidades económicas de las familias afectadas existe una relación compleja que se traduce en un círculo vicioso: merma los recursos humanos, cambia los mercados laborales, perturba la producción, el consumo y ahonda la pobreza”.
A lo que se suma el hecho de que “el rechazo social de la enfermedad por parte de la población es un freno enorme para cortar su avance. Además, el 40% de las mujeres están infectadas por sus propios maridos”, subrayó Olivier.
Por parte de la comunidad internacional hay una movilización generalizada, “estamos recibiendo unos 2.000 millones de dólares aproximadamente, la mayoría dirigidos a los países de África del sur, pero aún así todavía falta un punto para entrar en los países y trabajar más”, añadió Olivier, quien, no obstante, recriminó a la ONU disminuir las cifras del total de afectados por el VIH con motivo del Día Internacional del Sida el próximo 1 de diciembre, bajando de 40 millones de personas a 34 millones.
Desde la organización señalan la vital importancia de la educación para empezar a saber cómo se contagia la enfermedad y cómo se puede prevenir, “cosa que a veces resulta imposible cuando la acitividad sexual es impuesta”, comentó Oliver. Además, destacaron la labor de los países Uganda y Tailandia como dos claros ejemplos en los que se ha conseguido atajar la pandemia mediante la prevención y la educación.
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