Madrid elevó en 2021 sus niveles de contaminación por NO2 e incumplió la directiva europea

Diego Casado

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Ni las restricciones a la movilidad ni el teletrabajo facilitado por la pandemia han conseguido que Madrid haya cumplido en 2021 las exigencias de la Unión Europea en materia de calidad del aire. Una de sus estaciones, la de Plaza Elíptica, superó el nivel máximo de dióxido de nitrógeno (NO2) permitido por la normativa comunitaria, establecido en 40 μg/m3 de media. Lo rebasó por muy poco (menos de un microgramo), pero lo suficiente para que la capital siga como la única ciudad española que sigue rebasando los máximos legales de polución, denuncian organizaciones ecologistas.

Los datos fueron celebrados por el Ayuntamiento como los “más bajos de la historia” en cuanto a valores horarios de NO2 en una nota de prensa en la que omitía que casi todas las estaciones de la red de medición empeoraron sus datos con respecto al año 2020, según los datos consultados por Somos Madrid en la página municipal de calidad del aire: una veintena registraron mayores concentraciones de este gas contaminante que que el año anterior, dos de ellas igual y solo una mejoró su media anual. En la lista de lugares donde más dióxido de nitrógeno respiran los madrileños se encuentra la citada Plaza Elíptica, Villaverde (36), Escuelas Aguirre (35), Cuatro Caminos y Plaza Castilla (33).

La serie histórica de la polución en la capital de España muestra una clara mejora de los datos durante los últimos tres años, principalmente asociados a la puesta en marcha de Madrid Central en marzo de 2019 y a la llegada de las restricciones a la movilidad durante la pandemia en marzo de 2020. La media empezó a bajar un poco antes, desde 2017, debido a las medidas iniciadas durante la legislatura de Manuela Carmena y recogidas en el Plan A.

“Han vuelto los atascos y la contaminación. Si no ha habido más dióxido de nitrógeno ha sido por las restricciones a la movilidad y el comportamiento de la gente”, alerta Juan Bárcena, miembro de Ecologistas en Acción y amplio conocedor de los datos de polución en la capital, que lleva estudiando y recopilando desde hace años. Los cierres perimetrales y el estado de alarma, que duraron hasta mayo, frenaron la cifras registradas en las estaciones, al igual que lo hizo el parón de tráfico registrado durante la crisis provocada por el temporal Filomena.

Sin embargo, las congestiones de coches -principal fuente del NO2 en Madrid- volvieron en octubre y el humo de los tubos de escape solo fue mitigado en noviembre por la acumulación de días de lluvia y viento. El pasado 16 de diciembre el Ayuntamiento se vio obligado a activar el escenario 1 de medidas contra la polución por acumulación de este contaminante. El anterior episodio tuvo lugar en enero.

El alcalde de Madrid dedicó su primer tuit del año a celebrar “el mejor índice de calidad del aire desde que hay registros” para intentar reforzar una idea que no es cierta: que en la capital bajó la concentración de NO2. El consistorio se aferra al dato de Valor Límite Horario (VLH) de dióxido de nitrógeno -número de horas que las estaciones superan los 200 μg/m3, que en 2020 fue más bajo pero que no representa la contaminación media que se acumuló en el aire de la capital a lo largo del año.

El dato -señalan las organizaciones ecologistas y concejales de la oposición- lo puede celebrar Almeida porque, a su llegada a la alcaldía, se encontró con una zona de bajas emisiones que había reducido significativamente el dióxido de nitrógeno que respiraban los madrileños y con un Plan A presentado por el Ayuntamiento en Bruselas lleno de medidas para seguir reduciendo la contaminación e impedir que llegaran las sanciones a España por incumplir la directiva de la UE. En su lugar, el área de Medio Ambiente y Movilidad presentó su estrategia medioambiental, que llamó Madrid 360, la marca con la que empezó a englobar cualquier actuación de este departamento.

“Madrid 360 es solo un powerpoint”, afirman desde Ecologistas en Acción. “Lo que tienen en la Unión Europea es el Plan A que presentó Carmena, y ahí se incluía la reducción de carriles de coches en los ejes principales de la ciudad”, añade Bárcena, que cree necesarias medidas más restrictivas al tráfico contaminante, así como mensajes más contundentes hacia la ciudadanía. “En la legislatura anterior se instaló una dinámica que hizo que la gente aceptara mayoritariamente las medidas de reducción de la contaminación, incluso mejor de lo que se esperaba, lo que había que hacer es seguir esa vía, da rabia de que eso se haya truncado”, lamenta el portavoz de la organización ecologista. “Madrid Central ha sido puesto como ejemplo en ciudades como Lisboa o París”, recuerda.

Plaza Elíptica, objetivo municipal

El Ayuntamiento recuerda que, dentro de su estrategia Madrid 360, el pasado 22 de diciembre entró en vigor un área de bajas emisiones alrededor de la estación de Plaza Elíptica, por donde ahora no está permitido la circulación de los vehículos más contaminantes. Y el 1 de enero se puso en marcha una Zona de Bajas Emisiones (ZBE) que impide entrar en la almendra central a los conductores de coches y motos sin etiqueta que no estén matriculados en la capital. Con ambas medidas el consistorio confía en bajar sus niveles de dióxido de nitrógeno, pero los ecologistas no lo ven tan claro.

“Son medidas que tienen el mismo efecto que una gota en el océano, no resuelven el problema en absoluto”, dice Bárcena, que recuerda que estaciones de medición como la de Plaza Elíptica solo modelizan un problema que puede existir en zonas de Madrid con importantes entradas de tráfico. “Los vecinos de la A-5 tienen el mismo problema o peor”, añade para recordar que crear una zona de bajas emisiones en un punto no elimina el dióxido de nitrógeno en el resto de entradas a la capital.

Ecologistas en Acción resta importancia a unas medidas que afectan a una parte pequeña del parque de vehículos madrileños (coches de gasolina de más de 20 años o de más de 16 si son diésel) y cree que la bajada o subida de NO2 en 2022 dependerá sobre todo de la evolución de la pandemia. También de que el Ayuntamiento acometa medidas de mayor calado como la sustitución de algunos carriles de coches por carriles bici, reformando ejes viarios o potenciar el área de bajas emisiones de Distrito Centro. Y no prestar tanta atención a “cuestiones anecdóticas” como peatonalizar Sol, las líneas gratuitas de autobús “o quitar ciento y pico calderas de carbón”.

El futuro para Madrid, en cualquier caso, no es demasiado halagüeño, porque se prevé que lleguen más restricciones desde Europa. Aunque la ciudad se encuentra aún peleando con cumplir la directiva de calidad del aire que la UE aprobó en 2010, nuevas exigencias pueden venir en camino: la Organización Mundial de la Salud publicó hace unos meses que el objetivo de los núcleos urbanos en materia de calidad del aire debe ser unas emisiones anuales inferiores a 10 μg/m3 de media al año. Ninguna estación de las existentes en Madrid cumple este criterio actualmente, ni de lejos.