Las impulsoras de la desaparición de las madrinas en los Sanfermines: “Todavía no tenemos unas fiestas igualitarias”

Las voces por la igualdad van aparejadas a los Sanfermines desde hace unos años, los carteles en contra de las agresiones sexistas se pueden ver en lugares públicos y balcones de casas, y la perspectiva de género goza cada vez de mayor aceptación. Sin embargo, hace casi medio siglo, las feministas que ponían el foco en las desigualdades de estas fiestas eran abucheadas y la igualdad entre sexos estaba muy lejos de ser una realidad en las peñas.

Agurne, Gemma, Maite, Mirenjo, Arrosa, Itzabel y Chus protagonizaron una reivindicación en contra del machismo en las fiestas de 1978 al desplegar una pancarta en la plaza de toros con el lema “No a las madrinas. Más participación. No a las agresiones en San Fermín”. En plena tercera ola del feminismo, además de en las agresiones, estas siete mujeres ponían el foco en las madrinas, una figura tradicional ejemplo de una sociedad machista en la que las mujeres solo podían participar como acompañantes de los hombres.

Las madrinas se convirtieron en habituales de las fiestas taurinas durante los años 30 del siglo XX y se estableció su función en Navarra en 1933 de la mano de la peña Los Irunshemes, que elegían a “una chica para que los acompañara a los toros”, como explica Rafa Aguilera, miembro de la Asociación FESTA - Los de Bronce. Esta tradición se retomó en 1941 de forma anual con mujeres elegidas para acompañar como mera figura decorativa al presidente o delegado de las diferentes peñas cuando era invitado a actos institucionales. Las mujeres tenían reducida su participación a ser elegidas madrinas, ya que eran entornos mayoritariamente masculinos y su integración en los espacios públicos festivos estaba limitada. Entre 1968 y 1979, el Ayuntamiento institucionalizó la figura de la “madrina de honor”, que era elegida entre las escogidas por cada peña. Esta era recibida por el alcalde y acudía a actos oficiales de la ciudad.

Como explica Gemma Larrainzar, con el final del franquismo y la llegada de la corriente feminista a España, en grupos como Emakume Askapenaren Mugimendua (EAM) empezó a presentarse un debate sobre el papel de la mujer en las fiestas, en el que “se vio la necesidad de hacer algún acto reivindicativo” en un momento en el que “el feminismo estaba hirviendo”, como señala Chus Elizondo. “No era normal que no pudiéramos ser socias de las peñas pero, en cambio, nos llamasen para figurar como la madrina”, afirma.

De este modo, en 1978, siete jóvenes pertenecientes a EAM (Movimiento de Liberación de la Mujer) manifestaron su rechazo a esta tradición machista durante el festival organizado por las peñas previo a los Sanfermines mediante la exhibición de una pancarta ante 10.000 personas que fue recibida entre abucheos y burlas. “Nos decían que era una tradición, que nos callásemos, que teníamos envidia de las madrinas porque no éramos las elegidas”, recuerda Gemma. Chus recalca que “la gente que estaba ahí no se había planteado que había desigualdad entre hombres y mujeres”. A pesar de los abucheos recibidos, supuso un punto de inflexión, puso de manifiesto el trabajo realizado por colectivos feministas anteriormente y generó una reflexión sobre esta tradición. Al año siguiente, todavía se eligieron madrinas, volvieron a manifestarse contra esta figura en la Plaza del Castillo y, finalmente, en 1980 se produjo su desaparición.

Además de en las madrinas, también pusieron el foco en las agresiones sexuales ya que “había violaciones que quedaban impunes”, explica Gemma. “Estaba totalmente masculinizado y las mujeres entrábamos en sitios a costa de sufrir agresiones”, recalca, y recuerda que, 44 años después, “las agresiones y las violaciones siguen siendo un problema”, a la par que aboga por la coeducación como elemento fundamental para erradicarlas.

La Asociación Festa-Los de Bronce reconocerá esta lucha por la igualdad con un premio el próximo 11 de julio a las mujeres que lograron abolir la figura de las madrinas y que siguen reivindicando unas fiestas con perspectiva de género. Casi medio siglo después, las nuevas generaciones unen su voz a las de estas siete mujeres para clamar por el fin de las agresiones sexistas y unas fiestas en las que toda la ciudadanía pueda disfrutar por igual.