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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

El derecho a decidir se cuela en la campaña vasca

Isabel Camacho

El derecho a decidir se ha colado en la campaña vasca a las elecciones europeas y adquirido un protagonismo alentado por PNV y EH Bildu. La izquierda abertzale aprovecha la visita de Felipe de Borbón en Bilbao y se enfunda la camiseta reivindicativa. El PNV echa mano de su avezada candidata y actual parlamentaria Izaskun Bilbao para pedir la existencia de un marco europeo que dirima las realidades que se pueden presentar con la creación de nuevos estados en Europa.

Así que, ya estamos los vascos aprovechando la coyuntura para recuperar esas reivindicaciones que para muchos forman parte de su bagaje sentimental y político. Que los vascos anhelen la independencia, el federalismo o seguir con la autonomía actual es otro asunto. Pero, que la mayoría está a favor del derecho a decidir es un axioma; es decir: no necesitaría demostración.

No obstante y, para los más escépticos, vamos a los datos. Si nos atenemos a los resultados electorales de las últimas elecciones autonómicas de octubre de 2012 –por no alejarnos más en el tiempo-, no se puede negar que la mayoría de la sociedad vasca quiere tener derecho a decidir: a que le dejen opinar sobre su encaje en el mundo.

En la Cámara vasca se sientan 75 parlamentarios gracias a las 1.027.621 papeletas que se lo permitieron. De ellas, 662.689 pertenecen al PNV (384.766) y EH Bildu (277.923) con 27 y 21 escaños, respectivamente. Los 364.932 votos restantes se reparten entre PSE-EE (212.809) y 16 escaños; PP (130.584), 10 y UPyD (21.539) y 1 asiento en la cámara.

Si los votantes están de acuerdo en general con las premisas de los partidos a los que dan su respaldo, se concluiría que más de la mitad no es que busque poder decidir sobre la relación de Euskadi con España y Europa, sino que opta por un modelo de Estado soberano e independiente.

La encuesta del Euskobarómetro del pasado octubre reseñaba que el 54% de los vascos está a favor de un referéndum sobre la independencia frente a un 29%, en contra y un 14% que no se pronuncia. Sin duda, las urnas siempre son más fiables que los sondeos y la realidad parece superar estos datos.

Así que, al menos a la ciudadanía de Euskadi y quizá no tanto a algunos próceres políticos, nos resulta difícil de entender esa posición tan férrea a la posibilidad de expresar nuestra voluntad en las urnas; solo eso: poder votar para dar nuestra opinión. Salvo, claro está, que detrás de la negación que levanta muros, se oculte el temor al resultado.

Como principio, el derecho a decidir debería situarse en el frontispicio de cualquier guía política. Tras el primero y absoluto, que es el derecho a la vida, tendría que incluirse el derecho a decidir; a elegir no solo el modelo de Estado en el que queremos vivir, sino también el económico, social, educativo… En definitiva: opinar y buscar acuerdos sobre aquello que concierne a la ciudadanía.

O lo que es lo mismo: todo lo que sirva para profundizar en nuestra participación en los asuntos públicos y de los gobiernos y nos permita reforzar el control de los gobernantes. Como teoría, la democracia participativa busca complementar la democracia representativa porque votar cada cuatro años y, además, listas cerradas, es insuficiente.

Volviendo a la práctica. Incluso quienes abogan sin ambages por una Euskadi independiente reconocen que el camino es largo. El PNV ya ha dicho que no tiene prisa; EH Bildu prefiere el galope. En Euskadi o Euskalherria (como rectifican algunos lectores; que las palabras nunca son inocentes) hay asuntos que resolver antes de emprender nuevas aventuras por muchos deseos de vivirlas que se tengan. Ninguna será la pócima mágica que resuelva nuestros problemas de convivencia tras años de violencia y cientos de víctimas. Ni la solución para esos miles de ciudadanos a quienes la crisis económica les ha dejado desprotegidos bajo un cielo oscuro que parece eternizarse. Pero, tampoco debería constituir una barrera insalvable. Es una cuestión de voluntad política.

Por eso, tampoco deberían servir argumentos como los que se oyeron este lunes en el primer debate público en ETB y Radio Euskadi entre seis candidatos. Manu Aguirre, en la lista de UPyD, atizaba al derecho a decidir de los vascos alegando que en el País Vasco había habido “una purga étnica” y “ha sido el escenario de la barbarie”. El derecho empieza por las personas a vivir, le espetó a Josu Juaristi, el número uno en la lista al Parlamento Europeo por EH-Bildu.

Carlos Iturgaiz, del PP, prefirió salirse del guión para de manera obstinada exigir a Juaristi que condenara a sus “colegas” de ETA. Y también adujo para verter cenizas a la idea del derecho a decidir que ese deseo está en España porque lo dice la Constitución y que no se puede romper España. Muy convincente. No es necesario recordar ahora la política de su partido en esa su España. En fin, hubo más frases. Quizá a algunos les faltó honradez intelectual y sin ella todo lo demás es inútil, que resaltó el presidente de Uruguay, José Mujica en el último Salvados. ¿Saben que Mujica quiere venir a Euskadi a disfrutar de sus días cuando deje la presidencia? Y es que “Euskadi tiene un color especial”.

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