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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

“Salvémonos primero los de casa”

Mueren 4.901 refugiados en el Mediterráneo en lo que va de 2016

Arkaitz Fullaondo Elordui-Zapaterietxe

Vivimos en una época marcada por la incertidumbre y diría que también por el miedo. De golpe nos empezamos a acostumbrar a que ocurran cosas que se decían que no podían ocurrir. El Brexit es una realidad, Trump presidente de EE UU y la ultraderecha subiendo como la espuma en bastantes países europeos. Se están produciendo cambios de calado en el panorama internacional que empiezan a dibujar un futuro bastante oscuro, donde la agenda viene marcada cada vez con mayor fuerza por los discursos anti inmigración y segregacionistas de la ultraderecha. Paralelamente, vemos como la izquierda europea no termina de definir un proyecto alternativo y la socialdemocracia intenta encontrarse a sí misma, lo que está posibilitando que el conservadurismo más rancio se haya instalado en Europa para mucho tiempo. Ahora nos alegramos porque la ultraderecha solamente ha sacado el 46% de los votos en Austria y no ha llegado al gobierno. En estas estamos.

La crisis económica ha tenido unas consecuencias sociales catastróficas para una gran parte de la población que ha visto como las instituciones europeas y estatales, que debían velar su bienestar, han optado por la mano dura de la austeridad. Al parecer los tecnócratas europeos pensaban que todo esto no tendría consecuencias políticas, pero vaya si las está teniendo. El desapego al proyecto europeo viene de lejos, pero han sido las políticas de austeridad las que han dado la puntilla a la confianza ciudadana con dicho proyecto. Por desgracia, la izquierda crítica con este modelo europeo no está sabiendo capitalizar este descontento mientras si lo hace la ultraderecha. Cada vez más europeos optan por una Europa diferente, pero no más solidaria ni progresista, sino por un proyecto europeo basado en la segregación social y étnica donde los de “casa” tengan prioridad sobre los de “fuera”.

Si queremos hacer frente a esta realidad, primero necesitamos comprender porque hemos llegado a este punto. Los cambios políticos e ideológicos de este calado no se producen de la noche a la mañana, se van construyendo poco a poco hasta que dan un salto cualitativo hacia delante. A mi entender, se han de tener en cuenta tres factores: los efectos sociales de la crisis económica y las políticas de austeridad, un agotamiento (y hasta cierto punto fracaso) de los modelos de gestión de la diversidad en las sociedades multiculturales y las tensiones geopolíticas que se han trasladado a los países occidentales y donde se mezclan la crisis de los refugiados, una creciente islamofobia y las políticas securócratas como única alternativa ante las cuestión yihadista.

La combinación de estos factores nos muestra una realidad extremadamente compleja y donde las salidas no están claras y no pueden ser simples. Esta realidad genera una incertidumbre donde tienden a ganar las opciones que ofrecen certidumbre y seguridad. La ultraderecha europea o el mismo Donald Trump ofrecen esa certidumbre y seguridad que ciertos sectores sociales buscan, principalmente aquellos que son de “casa” que ven amenazada su posición social (la que seguramente ya han perdido) debido a diferentes factores entre otros a la crisis, la austeridad y una diversidad creciente donde comienzan a percibirse como minoritarios (aunque no sea verdad) y ven en riesgo su modo de vida e identidad. Curiosamente, definir quién es de “casa” en sociedades tan diversas como europeas donde la presencia de segundas, terceras y hasta cuartas generaciones es ya una realidad estructural, es harto difícil.

En este contexto, los proyectos políticos autoritarios ganan adeptos en unos países occidentales donde los valores de la solidaridad e igualdad han ido perdiendo terreno en el marco de un capitalismo cada vez más competitivo y salvaje donde los valores que están en alza parten de la idea del “sálvese quien pueda”. Por ahora, algunos ya han decidido “salvémonos primero los de casa”. En este sentido, Peter Thiel, inversor de Silicon Valley y asesor de Trump, dice no creer que la democracia y la libertad sean compatibles, una idea muy potente que muestra por donde pueden ir los cambios que se avecinan.

*Arkaitz Fullaondo Elordui-Zapaterietxe es sociólogo y profesor de la Universidad del País Vasco

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