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Chipre solo tiene posibilidades fuera del euro

Leonidas Vatikiotis

Atenas —

La decisión del parlamento chipriota de rechazar el rescate impuesto por el Eurogrupo es una gran victoria para los europeos que están luchando contra el cuarto Reich alemán y su programa neoliberal. La pequeña isla ha dado una lección de lucha contra las consignas alemanas. La solución del Eurogrupo suponía un castigo colectivo contra los chipriotas que no han tenido responsabilidad sobre las arriesgadas inversiones de sus bancos. Al contrario, la responsabilidad de la quiebra de los bancos chipriotas es de la UE y del Fondo Monetario Internacional quienes diseñaron el plan de reestructuración de la deuda griega en marzo de 2012.

Los líderes europeos sabían que las víctimas de este plan no iban a ser solo los bancos griegos, el sistema de pensiones o las empresas públicas de suministros, en tanto en cuanto afectaba mucho a los bancos chipriotas por su alta exposición a la deuda helena. La banca de Chipre estaba en una situación muy inestable y el efecto dominó era previsible.

El Eurogrupo en lugar de disculparse con los ciudadanos de Chipre por su catastrófica historia (marcada por la invasión turca en 1974) ha comenzado una campaña de estigmatización de los chipriotas para preparar el camino a pasarles la factura del rescate.

En la fase previa al rescate, la prensa alemana ha estado escribiendo reiteradamente sobre la falta de voluntad de los contribuyentes europeos en rescatar a los oligarcas rusos, ocultando que el rescate no se ha hecho necesario por la existencia de créditos dudosos en la banca del país (como en los casos de Irlanda o Estados Unidos), sino por el impacto de la reestructuración de la deuda griega.

El objetivo final de los alemanes es conducir a Chipre a la pobreza, gracias al desvío de los depósitos en bancos chipriotas a los otros paraísos fiscales que rodean Alemania, como Luxemburgo. Es de sobra conocido que el ducado es también un destino preferente para el lavado de dinero, pero opera bajo la estricta supervisión de Alemania. En este sentido, violando el sagrado principio de la protección de los depósitos por debajo de los 100.000 euros, Berlín ha enviado un mensaje a las elites económicas europeas: “Solo los alemanes pueden decidir sobre la diplomacia económica”.

La mayor incógnita está en lo que sucederá al día siguiente. Ahora el daño a Chipre es irreversible. El mundo financiero entiende ahora que no puede creer más en los líderes políticos chipriotas. La única alternativa para Chipre, si quiere mantener su actual posición, es salir de la zona del euro, regresar a su divisa (la lira) y cerrar un acuerdo estratégico con Rusia para poder operar como contraparte económica y mantener así sus intereses vivos.

Pero, antes que nada, Chipre debe continuar con su política de sacar a la troika de la isla, nombrándoles “persona non grata” y cancelando las medidas de austeridad que se han impuestos a los ciudadanos en los últimos dos años. Chipre debe seguir la senda marcada por Islandia, rechazando su plan de rescate financiero. La banca debe ser nacionalizada y la deuda pública no debe ser pagada.

Quién sabe si después de todo, el rechazo del parlamento chipriota no sea un buen comienzo para los ciudadanos europeos…

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