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70 kilómetros de contracciones

En Verín, Ourense, ya no tienen paritorio. Ni en Verín ni en toda su área de influencia. El Gobierno de Alberto Núñez Feijoo lo ha cerrado. Criterios técnicos, explican. Los profesionales pierden pericia, aseguran. No hay partos suficientes, esgrimen. Vecinas y profesionales sanitarios no se resignan y llevan días sosteniendo unas movilizaciones que buscan que su gobierno dé marcha atrás. De momento, las mujeres que den a luz tendrán un trayecto de, como mínimo, 70 kilómetros en coche hasta un hospital con paritorio.

Que la expresión 'criterios técnicos' es escurridiza ya lo sabemos. Coges unos datos de aquí y no de allá, obvias un par de cuestiones y ya lo tienes. La mezcla, además, de cifras y hechos con los que la Xunta ha querido justificar la decisión dejan entrever que las razones son menos técnicas y más de otra índole, o que quizás los datos se buscaron para refrendar los hechos -la decisión- y no para dilucidar cuál era la mejor opción.

Hablamos de la España vaciada y de la baja natalidad. Hablamos de lo solos que se quedan los pueblos y de lo injusto que es que las mujeres que desean tener hijos no puedan hacerlo por la falta de medios. Y después asistimos al cierre de servicios básicos justo ahí, en esas comarcas donde los nacimientos son un acontecimiento demográfico, con la coartada de los criterios técnicos y la nula atención a los criterios humanos.

Me pregunto si en la Ley de Apoyo a la Maternidad que el PP de Pablo Casado aprobó como bandera hay hueco para la atención directa y la salud de las mujeres que están a punto de dar a luz o solo queda espacio para un discurso que huele a rancio y suena a esos insistentes intentos de la derecha por laminar el derecho al aborto. Me pregunto si hay algo más parecido a la “cultura de la vida” que predican que garantizar a las mujeres, a todas -las que están embarazadas y las que no- un servicio de ginecología y obstetricia próximo que las atienda cuando lo necesiten.

“Un parto no es un infarto (...) Hay tiempo para hacer el desplazamiento”, dijo el responsable de Sanidad de la Xunta, Jesús Vázquez Almuiña, para justificar la decisión. Sería deseable que a las mujeres embarazadas se las dejara de tratar como a una especie de ganado que solo hay que preocuparse de trasladar aceptablemente de un lugar a otro sin importar no solo sus condiciones físicas sino también psicológicas y emocionales.

Quizá Almuiña o Alberto Núñez Feijoo quieran hacer el experimento. Cierre los ojos. Viene la primera contracción, la nota ¿verdad? Duele, sí. Viene otra. Va a sentir el dolor más acuciante que ha experimentado y lo va a hacer cada cinco minutos, cada tres minutos, cada minuto. La tripa hinchada y dura, puede que un latigazo en la espalda, puede que una presión en su pubis. Cuando el dolor se vaya apenas tendrá tiempo de recuperarse. Prepárase que viene la siguiente.

Piénselo, este dolor tiene un sentido. Respire, contracción, respire. Está a punto de alumbrar una vida, la de su hijo, en un acto único del que también depende la salud del bebé y la suya misma. Venga, tranquilo, solo quedan 70 kilómetros y el asiento del copiloto no es tan incómodo. ¿Tiene ganas de hacer pis? Paro y se acuclilla en este prado. Alberto, confíe, todo va a ir bien, solo quedan tres cuartos de hora. ¿Cree que ha roto aguas?, ¿son claras u oscuras o es que se confunden con la alfombrilla del coche? Venga, respire, no se preocupe. Cuidado que viene una curva. ¿Que quiere vomitar? Allí hay una bolsa. ¿Ha sangrado un poco? Llegamos enseguida. Le duele mucho, lo sé, quiere que todo vaya bien, claro, es natural. Pero aguante, solo queda otra media hora, tres o cuatro curvas. Criterios técnicos, ¿recuerda?

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