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Hay que respetar al votante (y al político) de izquierdas

Rosana Sáez Muñoyerro

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Hay que respetar al votante de izquierdas y que su voto no se quede en nada por el puñetero umbral del 5%. Si ese votante hubiera querido abstenerse, no se habría molestado en depositar su voto en una urna. Ese porcentaje mínimo de participación que marca la ley para obtener escaños no refleja la participación real. Es injusto.

Hay que respetar al votante de izquierdas frente al “puro”. Y que si “ese” (el “puro”) no está de acuerdo con los “cuquis” ni los que hablan de hacer “política útil que mejore la vida de la gente” se quede en su puta casa. Total, su voto va a valer lo mismo que el del abstencionista o el del  admirable votante fiel a sus principios e ideales que, tristemente, se queda sin representación porque así lo marca la ley.

Hay que respetar también al político de izquierdas. Al que pone su nombre, su cara, su tiempo, conocimientos, ganas y esperanzas al servicio de la sociedad para hacerla más equitativa, amable y justa. La POLÍTICA (en mayúsculas, en el sentido etimológico del palabro) está SOLO para eso: para mejorar la vida de la gente. Para que lleguemos a fin de mes, trabajemos motivados, cuidemos de los nuestros, habitemos un hogar, disfrutemos nuestros tiempo libre y seamos felices. El estrés y las peleas estériles, para quien guste. Como decía mi abuela, “allá cuentas”.

Escucho a gente cercana dando por perdidas batallas que ni siquiera han librado y resignándose a que “las cosas son así” y me niego, me cabreo, me enciendo, me rebelo… Escucho a gente prefiriendo perder a ganar si los que “ganan” son los “los otros” aunque también sean los suyos. Todo lo que sea perder para perder derechos conquistados y no avanzar mientras seguimos quejándonos de todo; o todo lo que sea ganar para que ganen solo los de siempre mientras sus vasallos se pisotean la cabeza para recogen sus migajas, no tiene  ningún sentido. Es estúpido para el común de lo mortales, y más aún para esos que se pegan tiros en el pie votando a quien jamás va a cuidarles.

Hay que respetar al votante (y al político) de izquierdas pero también decirle que se lo crea… y se espabile. Que hoy toca UNIDAD, no queda otra. Que nos jugamos mucho. Y del neoliberalismo económico (y la ultraderecha) ya hablaremos otro día.  

Hay que respetar al votante de izquierdas y que su voto no se quede en nada por el puñetero umbral del 5%. Si ese votante hubiera querido abstenerse, no se habría molestado en depositar su voto en una urna. Ese porcentaje mínimo de participación que marca la ley para obtener escaños no refleja la participación real. Es injusto.

Hay que respetar al votante de izquierdas frente al “puro”. Y que si “ese” (el “puro”) no está de acuerdo con los “cuquis” ni los que hablan de hacer “política útil que mejore la vida de la gente” se quede en su puta casa. Total, su voto va a valer lo mismo que el del abstencionista o el del  admirable votante fiel a sus principios e ideales que, tristemente, se queda sin representación porque así lo marca la ley.