Abascal no logra contener la sangría de cargos y militantes en Vox

Carmen Moraga

Madrid —

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El descontento interno se ha instalado en Vox. La decisión de Santiago Abascal de romper todos los gobiernos que su partido mantenía con el PP ha agudizado un malestar que ya se venía fraguando meses antes, después de que algunos colaboradores viesen cómo el líder se atrincheraba en su cargo otros cuatros años tras nombrar en la Asamblea General extraordinaria, celebrada el pasado mes de enero, una nueva Ejecutiva a su medida. En ella incluyó a los líderes territoriales y a Javier Ortega Smith en una hábil maniobra para desactivar cualquier conato de configurar una alternativa a su férreo liderazgo. El dirigente madrileño había comenzado a abanderar a un grupo de críticos y era el único que en esos momentos podría haber hecho sombra al fundador de Vox.

La realidad es que desde aquella Asamblea General, adelantada varios meses por el líder, los abandonos no han cesado. Como tampoco las bajas en el censo de la formación, que asegura tener registrados cerca de 67.000 afiliados pero de los que solo unos 35.900 están al corriente de pago, es decir, que tienen plenos derechos para participar en las votaciones y consultas que convoca Vox. Según las cuentas anuales de 2023 que declara Vox, publicadas en su Web tras ser aprobadas por la dirección y refrendadas vía telemática por esos afiliados en activo, la formación recibe unos ingresos de 4,5 millones de euros por este concepto, medio millón menos que en el año anterior. Según desvela la contabilidad declarada, en 2023 tuvo 7.740 altas de afiliados pero sufrió 6.850 bajas, mientras este año ha visto cómo crecía la plataforma del agitador ultra Alvise Pérez que se ha convertido en un peligroso competidor para la formación de extrema derecha.

Esas cuentas han destapado otros detalles que no han gustado nada a los críticos, como que el partido continuó pagando en 2023 a una docena de miembros de la dirección -Santiago Abascal; Ignacio Garriga; Javier Ortega Smith; María Ruiz Solas; Jorge Buxadé; Enrique Cabanas; Pablo Sáez Alonso; Manuel Mariscal; Rosa Cuervas; Montserrat Lluís; Ignacio Hoces y Javier Cortes- unas retribuciones nada desdeñables por el ejercicio de sus funciones y que durante ese año ascendieron a 646.522,19 euros, es decir, que cada uno recibió cerca de 54.000 euros anuales de Vox y que la mitad de ellos sumaron a sus ingresos como parlamentarios.

Además Vox reconoce que ha realizado “donaciones” económicas a la Fundación Disenso, de la que Abascal es presidente: en 2023 traspasó 2,5 millones de euros, al igual que el año anterior, y en 2024 adelanta que ha aportado otro millón de euros. En este sentido algunos ex dirigentes consultados por esta redacción destacan también la “opacidad” del partido a la hora de detallar el origen de los 9 millones que pidió Vox a entidades de crédito para hacer frente a los procesos electorales, que esperaban que fuera reembolsado posteriormente por las administraciones públicas una vez pasados esos comicios. “En definitiva, se suben los sobresueldos que cobran, pierden miles de afiliados que ya no pagan, y se mantiene una deuda enorme mientras se depende del dinero público”, lamenta un exdirigente de Vox que sigue afiliado al partido porque dice que prefiere estar dentro “cuando todo esto estalle”.

Una prueba de que existe malestar interno es el desfile incesante de cargos que se han ido marchando del partido, y que se ha intensificado en los últimos meses. Y no ha sido solo por la reciente decisión de Abascal -incomprensible para algunos mandos- de romper los pactos de Gobierno con el PP al no estar de acuerdo con la política de inmigración y la acogida de menores no acompañados que han admitido los de Feijóo. Los motivos han sido también por el desencanto sufrido por el trato que han recibido del líder y la dirección del partido.

Una de las últimas dirigentes que ha dado un portazo a Abascal ha sido la exeurodiputada Mazaly Aguilar, que dejó su afiliación a mediados de agosto. Aguilar era una histórica de Vox -tenía el carné número 8 de afiliación y estaba muy bien considerada en el Parlamento Europeo por sus amplios conocimientos sobre agricultura. Pero sus pésimas relaciones con el jefe de la delegación, el todopoderoso Jorge Buxadé, la sumieron en el ostracismo y finalmente no repitió en la lista electoral cuando en 2019 fue la número dos al Parlamento de Estrasburgo. Pero Abascal no contó ahora con ella y prefirió colocar entre los tres primeros puestos de salida al exportavoz parlamentario de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta. Aguilar ha criticado que Vox haya decidido abandonar en Europa el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE), liderado por el partido de Giorgia Meloni, para integrarse en el nuevo grupo Patriotas por Europa que encabezan el húngaro Viktor Orbán y la francesa Marine Le Pen.

Meses antes, en febrero, otro de los históricos del partido, Pedro Fernández, que fue brazo derecho en el Ayuntamiento de Madrid de Javier Ortega Smith, sorprendió al confirmar que se había dado de baja de Vox alegando “motivos profesionales” -noticia que fue adelantada por Libertad Digital-, aunque no dejaba su acta en el Congreso como diputado por Zaragoza. Fernández, que es de Madrid, no figuró en la última lista municipal de Vox que volvió a encabezar Ortega Smith pero formaba parte del máximo órgano de dirección del partido hasta que el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) fue remodelado por Abascal este enero.

A finales de mayo ya se había marchado otro de los dirigentes más veteranos de Vox, el médico y diputado Juan Luis Steegmann, que no quiso recoger el acta del Congreso tras la sonora dimisión del exportavoz parlamentario Iván Espinosa de los Monteros. En su lugar entró Carla Toscano, quien poco después también abandonó ese cargo para centrarse, dijo, en su trabajo como concejal en el Ayuntamiento de Madrid.

La drástica ruptura de los pactos con el PP decidida al comienzo del verano por Abascal desató poco después la caja de los truenos entre un sector del partido que consideró un error la pérdida de ese poder institucional, de sueldos públicos y de asesores. La decisión provocó que algunos le plantaran cara y se negaran a renunciar a sus cargos y que incluso anunciaran que abandonaban la militancia en Vox. A mediados de julio lo hizo el consejero de Industria, Comercio y Empleo de Castilla y León, Mariano Veganzones.

En Extremadura, Ignacio Higuero, consejero de Gestión Forestal y Mundo Rural del Gobierno de María Guardiola, se dio también de baja del partido ultraderechista asegurando que “ya no representaba sus ideales”. “Antes era un consejero de Vox, ahora soy un consejero de la Junta de Extremadura como he sido siempre”, advirtió, lamentando que Vox “cambiara las reglas del juego a mitad del partido”

A ellos hay que unir la baja como afiliada de Vox de la exconsellera de Justicia e Interior, Elisa Núñez, que fue destituida de su cargo por el president de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, tras la ruptura de esos pactos regionales con el PP. Núñez se fue denunciando en una carta a Abascal la “deriva radical” que en su opinión está tomando la formación de extrema derecha.

El pasado julio, Carlos Pérez, concejal de Vox en el Ayuntamiento de Badajoz, confirmó públicamente que causaba baja en la formación de Abascal, a la que llegó a acusar de “pagos irregulares” de los fondos municipales a las cuentas nacionales. El concejal no dejó su acta y pasó a ser no adscrito.

También en esas fechas tuvo lugar el abandono de la militancia “por principios” del único concejal de gobierno de Vox en Canarias, Ginés González, del Ayuntamiento de Teguise. Como Pérez, González se instaló en el grupo de concejales no adscritos ,manteniendo su área y la tercera tenencia de alcaldía dentro del pacto de Gobierno municipal con el PP.  A su juicio, la dirección nacional de Vox “ha abandonado a Canarias” tras su no rotundo a una reubicación equitativa de menores migrantes no acompañados que llegan al Archipiélago.

Estos ejemplos, además de reflejar el declive que atraviesa la formación de Abascal, dejan la puerta abierta a que el goteo de abandonos continúe y otros destacados dirigentes puedan seguir la misma senda en próximas fechas. Uno de los nombres con el que se lleva especulando hace tiempo es el de Rocío Monasterio, portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid y esposa de Iván Espinosa de los Monteros. Pero ella siempre lo desmiente cuando se le pregunta dando por zanjada esa posibilidad. “El tiempo lo dirá”, vaticina sin embargo un excompañero de la formación que la conoce bien.