La portada de mañana
Acceder
El PSOE se conjura para no sucumbir al desconcierto por el futuro de Pedro Sánchez
CRÓNICA | Sin noticias de Sánchez (ni de Begoña Gómez). Por Esther Palomera
OPINIÓN | 'La multiplicación de la mentira'. Por Enric González

“Tú pides la comisión y luego nos la repartimos bajo mano”

Un año después de su elección como presidente del Partido Popular, José María Aznar se vio sacudido por un escándalo de corrupción que tenía un punto en común con lo que ocurrió años después en el PP. Al igual que con Álvaro Lapuerta y Luis Bárcenas, el tesorero del PP estaba implicado. Se llamaba Rosendo Naseiro. Era la herencia recibida por Aznar desde los tiempos de Fraga.  

Un juez de Valencia ordenó en abril de 1990 la detención de seis personas, entre las que estaban Naseiro y un joven concejal del PP en esa ciudad, Salvador Palop, dispuesto a hacerse muy rico con la política. El menú era el habitual en esa época y las posteriores: recalificaciones, ventas de solares municipales y acuerdos inmobiliarios con empresarios dispuestos a recompensar a los políticos. El presunto objetivo de los integrantes de la red era obtener comisiones para la financiación del PP y hacerse millonarios.

Judicialmente, el caso no llegó a nada por los errores del juez Luis Manglano. El Tribunal Supremo anuló la principal prueba de cargo, que al final resultó ser la única: las grabaciones de las conversaciones telefónicas que Palop mantuvo con los demás sospechosos, entre los que también estaba el diputado del PP Ángel Sanchis. La autorización por el juez de los pinchazos se basaba en una investigación de tráfico de drogas, iniciada en noviembre de 1988, en la que la policía sospechaba de un hermano de Palop. Las escuchas desvelaron indicios de otros delitos, pero la forma en que Manglano llevó el caso supuso una vulneración de los derechos de los acusados, según la sentencia del Supremo que los absolvió. El sumario llegó a ese tribunal por estar aforado Sanchis.

Los jueces anularon la prueba, pero no podían anular lo que los españoles habían oído en esas grabaciones. Palop y Sanchis, en compañía de otros, tenían claro que sus contactos en el partido y en instituciones locales valencianas les permitirían ganar muchísimo dinero. Sanchis hacía de mentor de Palop con sus consejos. La clave era no ser egoístas y que tanto empresarios como dirigentes del PP salieran contentos:

En las conversaciones, Sanchis le tiene que recordar que no dé nombres. En realidad, nombres hay muchos, pero Sanchis lo dice cuando Palop se refiere a Fraga y Aznar para pedirle que comente que ellos cuentan con el apoyo de los grandes dirigentes del partido.

Palop y su grupo están convencidos de que ese apoyo al más alto nivel lo tienen asegurado. El 8 de enero de 1990 hablan Palop y Arturo Moreno, vicesecretario general del PP y responsable de acción electoral. “Tenemos que copar la tesorería” (del PP), dice un muy crecido Palop. Moreno está confiado porque además dicen tener el apoyo de Aznar. Las posibilidades de extender el negocio valenciano a todo el país son inmensas con la ayuda de Naseiro. Se trata de recoger comisiones en nombre del PP, pero a veces lo preparan todo para que el partido solo se lleve una parte y ellos se queden con el resto.

Las conversaciones grabadas cuentan con un protagonista muy especial llamado Eduardo Zaplana, que es quien tuvo la carrera política más provechosa de todos los participantes en las llamadas telefónicas de Palop. En ese momento, presidía el PP de Alicante.

Curiosamente, Zaplana se hizo famoso por una frase (“yo he venido a la política para forrarme”) que en realidad no pronunció. Pero en la conversación del 11 de febrero de 1990 deja claro que necesita dinero, y que va a hacer lo que sea para conseguirlo.

Zaplana tiene muchos negocios en mente. Tiene previsto viajar a Sevilla (“voy a ver si hago unas cosas con la Expo”) y tira de humor para no contar a Palop nada concreto por teléfono: “Voy a ver, ahora que han echado a Juan Guerra a ver si [...], a ver si lo sustituyo”. Como Palop insiste y le pide que le meta en su aventura sevillana, Zaplana le cuenta: “Vamos a vender y comprar, y a hacer de intermediarios”.

La idea que tiene Zaplana de ser “intermediario” queda clara momentos después: “Tú haces de intermediario de la venta (de un solar de Benidorm), que yo no puedo, y tú pides la comisión a Javier Sánchez Lázaro, ¿eh? Y luego nos la repartimos bajo mano”. El futuro ministro de Aznar tiene una cierta idea sobre el montante: dos o tres millones de pesetas.

Salvador Palop tuvo que retirarse de la política tras el escándalo. Falleció en 2008 por un cáncer. Ángel Sanchis se fue a hacer negocios en Argentina y ahora ha resucitado para la opinión pública con el caso Bárcenas. Está imputado por un delito de blanqueo de capitales por colaborar con Bárcenas en la ocultación de su fortuna en Suiza. El juez Ruz le ha impuesto una fianza civil de ocho millones de euros. Además, se sentará en el banquillo de los acusados en el primer juicio del caso Gürtel. Rosendo Naseiro abandonó la política y utilizó su fortuna para dedicarse al coleccionismo de arte.

El PP recuperó años después a algunos de los implicados. Arturo Moreno entró en el Consejo de Administración de Telemadrid en 2003 y diez años después se convirtió en su presidente.

Zaplana salió inmaculado del escándalo. Fue elegido un año después alcalde de Benidorm, gracias a una moción de censura ganada con el apoyo de una concejala tránsfuga, y más tarde completó su fulgurante carrera con la presidencia de la Generalitat Valenciana y el Ministerio de Trabajo en el segundo Gobierno de Aznar. Hoy ocupa un alto cargo directivo en Telefónica.