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La agenda de un expresidente vuelve a cruzarse en la política exterior

El Gobierno da por superado el malestar creado por la reunión de Zapatero y Castro

EFE

Madrid —

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La reunión entre José Luis Rodríguez Zapatero y Raúl Castro en La Habana ha causado un claro malestar en el Gobierno, pero la agenda internacional de un expresidente ha interferido en la política exterior española en otras ocasiones.

En todas y cada una de ellas, la queja de Exteriores se debió al momento inoportuno de la visita, o al hecho de que no se informara al Gobierno de un encuentro que podía “malinterpretarse” en el país visitado.

También, al convencimiento de que un expresidente representa siempre a España y su mensaje debe estar en consonancia con la política exterior que desarrolle el nuevo Gobierno, aunque no pertenezca a su partido.

De “desleal” e “inoportuno” calificó ayer el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, el encuentro del presidente cubano con Zapatero y el exministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos, ya que no informó de él al Gobierno.

La reunión con Castro se produjo en un momento en que la UE negocia un acuerdo de cooperación con Cuba, siempre que el régimen de pasos en el respeto a los derechos humanos y a la democracia.

Zapatero -que nunca viajó a Cuba cuando fue presidente- eludió ayer alimentar la polémica sobre su visita y expresó su disposición a informar del contenido de su viaje, además de subrayar su voluntad de “sumar” y trabajar “por el interés de España”.

No es la primera vez que Zapatero protagoniza un desencuentro de este tipo. El 18 de diciembre de 2001 el entonces líder del PSOE viajó a Rabat y se entrevistó con Mohamed VI en un momento de gran tensión entre el Gobierno de José María Aznar y Marruecos.

La protesta por la posición del Gobierno de Aznar en el contencioso saharaui -la defensa de los acuerdos de la ONU- había provocado la retirada temporal del embajador marroquí en Madrid, Abdesalam Al Baraka, en octubre de 2001, dando paso a una etapa fría en las relaciones que se prolongó durante año y medio.

En medio de esa tensión, el 18 de diciembre de 2001, Zapatero viajó a Rabat, donde fue recibido en audiencia por el rey Mohamed VI y se reunió con el primer ministro marroquí, Abderramán Yusufi.

Zapatero coincidió con Yusufi en la necesidad de poner fin a la crisis entre España y Marruecos porque no beneficiaba a ninguno de los dos países.

Aznar, entonces presidente del Gobierno, consideró “más que insólito” que Zapatero se ofreciera para “mediar” entre el Ejecutivo y otra nación “que ha retirado su embajador”, mientras que el líder del PSOE negó que su viaje a Marruecos supusiera deslealtad.

De ese viaje Zapatero dio cuenta al entonces embajador de España en Marruecos, Fernando Arias Salgado, y expresó su disposición a informar del contenido de la conversación a Aznar, que le remitió al entonces ministro de Exteriores, Josep Piqué.

Muchos años después, en 2014, Zapatero, ya como expresidente del Gobierno, viajó junto a los exministros Miguel Ángel Moratinos y José Bono a Malabo (Guinea Ecuatorial), donde les recibió el presidente, Theodoro Obiang, en un momento en que las relaciones bilaterales tampoco eran fluidas.

Zapatero viajó a Guinea Ecuatorial con la finalidad de convencer a Obiang, en el poder desde agosto de 1979, de que firmara el Tratado contra la pena de muerte.

Con Zapatero en la Presidencia del Gobierno, José María Aznar protagonizó en noviembre de 2004 un desencuentro similar entre el Ejecutivo y la oposición, al viajar ese año a Estados Unidos y reunirse con el entonces presidente, George W. Bush.

Esa reunión de Aznar con Bush se produjo en un momento de gélidas relaciones entre los Estados Unidos y España, pues el Gobierno de Zapatero había retirado las tropas de Irak, lo que abrió una larga etapa de desencuentros pese a los reiterados esfuerzos por parte española de explicar su decisión.

El Gobierno de Zapatero -a través del ministro Moratinos- intentó restar trascendencia a la reunión mantenida en la Casa Blanca por Aznar y Bush asegurando que su contenido no interesaba a España porque, en caso contrario, el expresidente habría informado al Gobierno por “cortesía” y “responsabilidad”.

Un nuevo incidente ocurrió en agosto de 2010 cuando Aznar visitó la ciudad autónoma de Melilla en un momento de tensión en la frontera con Marruecos.

El expresidente se desplazó a Melilla para apoyar a los ciudadanos de esa ciudad española y a las fuerzas de seguridad con motivo de los incidentes en la frontera con Marruecos.

El entonces ministro de Fomento, José Blanco, acusó de desleal a Aznar por visitar Melilla en un momento de tensión en la frontera al recordar que, como presidente del Gobierno, nunca había viajado a la ciudad autónoma y sí lo hacía “cuando su presencia no ayuda y él lo sabe”. Belén Anca López

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