Feijóo agita el Senado en su aterrizaje como jefe de la oposición “al sanchismo”

Aitor Riveiro

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Alberto Núñez Feijóo ya es senador de pleno derecho. El presidente del PP ha prometido (que no jurado) su cargo este miércoles al comienzo de la sesión plenaria y finaliza así el lento proceso de transición que comenzó el pasado mes de febrero, se confirmó en el congreso extraordinario de abril y el dirigente gallego ha llevado casi al mes de junio. La Cámara Alta, un lugar que habitualmente pasa desapercibido, donde la presencia de periodistas es menor, ha visto cómo su población aumentaba de forma exponencial. Un preludio de lo que puede ocurrir a partir de ahora al menos una vez al mes, en la sesión de control al Gobierno que suele contar con la presencia del presidente, Pedro Sánchez. Será el momento para que Feijóo pueda confrontar directamente con él y ejercer de oposición al “sanchismo”.

El presidente del PP ha llegado puntual al Hemiciclo, acompañado de su, contra pronóstico, recientemente confirmado portavoz, Javier Maroto. Al entrar, sus senadores se han puesto en pie y le han aplaudido. Ha saludado a una senadora socialista y ha ido a tomar asiento... en la bancada azul, reservada al Gobierno. Quizá haya sido la fuerza de la costumbre de haber ocupado en el Parlamento de Galicia el lugar del presidente de la Xunta desde 2009 hasta hace unos días, pero ahí estaba Maroto para redirigirle a su fila, donde ha recibido abrazos y apretones de manos de sus senadores, que seguían aplaudiéndole.

Inmediatamente después, el presidente del Senado, Ander Gil, le ha preguntado si “jura o promete acatar la Constitución”. “Sí, prometo”, ha dicho. Tras él, su mano derecha en el PP de Galicia y, ahora, en la sede de la calle Génova, Miguel Tellado. “Sí, juro”, ha dicho el vicesecretario de Organización Territorial del partido. Entre los invitados, el omnipresente presidente del PP de Castilla-La Mancha, Paco Núñez.

El Pleno ha recuperado el orden del día con el debate sobre el proyecto de ley de Telecomunicaciones. Feijóo ha permanecido en el Hemiciclo media hora más, antes de abandonarlo para comenzar a instalarse en el que será su nuevo despacho. Uno al nivel de una jefatura de la oposición que, hasta ahora, nunca se había trasladado al Senado. Ninguno de los disponibles parece haberle convencido porque la secretaria cuarta de la Mesa, la senadora Cristina Ayala, le ha cedido el suyo, pese a su carácter institucional.

Oposición en rueda de prensa

Feijóo ha permanecido algo más de una hora en las dependencias exclusivas para los senadores. Después, ha ofrecido una rueda de prensa: la primera en Madrid desde que el pasado mes de marzo presentó los avales necesarios, y algunos miles más, para ser candidato a las primarias del partido. El ya senador ha reiterado el argumentario que el PP esgrime contra el Gobierno no ya desde que él se confirmara como presidente del partido, sino casi desde el principio de la legislatura: Pedro Sánchez ha entregado el Estado a los independentistas para llegar a la Moncloa, y lo sigue haciendo cada día para mantenerse en el poder.

El líder de la oposición ha confirmado que se han interrumpido las conversaciones con el Gobierno en las materias en las que se habían reanudado los contactos tras aquella primera reunión de tres horas que mantuvo con Sánchez en Moncloa, a saber: la modernización de la Corona, la reforma del artículo 49 de la Constitución española para eliminar la palabra “discapacidad” y la renovación del Consejo General del Poder Judicial.

Feijóo se ha mostrado muy contrariado con Sánchez por el tono del presidente en la sesión de control de la semana pasada. “Me sorprende que el gobierno quiera hablar con un partido de mangantes”, ha dicho con ironía citando las palabras del presidente ante la presión de la portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, por el escándalo del espionaje con Pegasus. “Somos la antítesis al sanchismo”, ha dicho. Inmediatamente después, ha asegurado que el Gobierno de coalición pone en duda el “Estado de derecho” y ha repetido la retahíla de acusaciones contra Sánchez. Sin usar la palabra “felón” que sí empleaba su predecesor, Pablo Casado, sí ha transitado por la misma senda en su crítica.

Feijóo ha asegurado que aquella reunión de tres horas en Moncloa estuvo principalmente dedicada a pactar con Sánchez que ambos intentaran recuperar el prestigio de las instituciones, dañado a lo largo de la legislatura. Pero el dirigente gallego cree que Sánchez no ha cumplido su parte. “Me sorprende y desagrada”, ha asegurado visiblemente molesto.

Pero el enfado de Feijóo con Sánchez parece tener fecha de caducidad: el 19 de junio. Así lo ha señalado él mismo al comprometer ante los periodistas su intención de recuperar el diálogo con el Ejecutivo tras esa fecha, que curiosamente coincide con las elecciones de Andalucía.

Feijóo ha arremetido contra el acuerdo suscrito en Catalunya entre ERC, el PSC y En Comú Podem para reformar la ley y ajustarla a la sentencia que obliga a impartir un 25% de las clases en castellano y ha pasado de puntillas por las declaraciones del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, quien aseguró ayer que los defensores del aborto invitan “a los padres a triturar en el vientre materno a niños con discapacidad”. “No hago de comentaristas de los comentarios del vicepresidente de una comunidad autónoma”, ha dicho Feijóo. “Desconozco las declaraciones”, ha añadido inmediatamente. “Son sorprendentes”, ha zanjado.

Después, Feijóo se ha despedido de los periodistas para acudir a una cita con el presidente del Senado, Ander Gil. En su equipo reconocen que la Cámara Alta no es el mejor lugar para ejercer una buena labor de oposición. Pero el gallego no tiene mucha más alternativa. En el PP ya han desistido de la opción de que se le permita ser el ponente en el debate sobre el estado de la nación previsto para julio en el Congreso, ni que este se traslade al Senado. Sabedores de que un enfrentamiento al mes, en el mejor de los casos, a partir de septiembre tendrá poco impacto, se han buscado alternativas que no existen puesto que la presencia del presidente del Gobierno es casi siempre opcional. La estrategia ahora pasa por rebajar las expectativas. “Tenemos las de perder”, aseguran desde su equipo. La venda ya está puesta.