El único debate electoral del 10N, medido en ataques directos, deja un claro resultado: el bipartidismo fue el que se echó más cosas en cara. Pablo Casado tenía como objetivo al presidente en funciones, Pedro Sanchez, al que interpeló 21 veces para criticar su gestión, especialmente la económica y la de Catalunya. También aprovechó para lanzar alguna pregunta que quedó sin contestar, como si pactaría con los independentistas después del 10N. Escriben Raquel Ejerique y Elena Herrera.