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Óscar López regresa a la primera línea por la puerta grande tras ser defenestrado en la batalla del PSOE de 2017

Óscar López Águeda (Madrid, 1973) no es cualquiera en el PSOE. Tampoco un extraño en la vida de Pedro Sánchez. Conoce el partido como la palma de su mano. Y mucho más al presidente del Gobierno. Ambos fueron asesores del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo allá por los noventa del siglo pasado. Fueron amigos inseparables y después, simplemente compañeros de partido. La política a veces tiene estas cosas: que te quita lo que te da la vida y, luego, te lo devuelve. Es el caso de una relación repleta de meandros entre el presidente del Gobierno y su nuevo jefe de gabinete. 

El actual presidente y CEO de Paradores Nacionales, cargo al que le relegó Sánchez después de las convulsas primarias socialistas de 2017 para apartarle de la primera línea después de que impulsara la candidatura de Patxi López en aquel proceso orgánico, regresa por la puerta grande. Nada más y nada menos que de jefe de gabinete de la Presidencia del Gobierno para sustituir a Iván Redondo.

“Entre López y Redondo hay una diferencia sustancial y es que el primero sí forma parte del proyecto mientras que el segundo puede defender cualquier otro distinto, como demostró en sus tiempos de asesor de varios dirigentes de la derecha española”. La afirmación, de un veterano dirigente, la comparte la mayor parte de la dirección del partido desde hace tiempo. Y una vez que se supo de su designación ha sido celebrada por la inmensa mayoría de la familia socialista.

Con López, que recibió la llamada del presidente a primera hora del sábado mientras estaba de fin de semana en Riaza, todo será distinto porque el afán de Sánchez es elevar el perfil político del gabinete y dejar “que los cargos intermedios se ocupen de la tecnocracia”, aseguran fuentes monclovitas. “Es un buen político, con muchísima intuición y, además, un tipo preparado. Buena elección de Sánchez”, defendía otra veterana del PSOE ya fuera de la primera línea. “Una persona intuitiva, muy preparada, con mucha capacidad de diálogo, tenaz y muy respetado en el partido”, añadía otro socialista.

López es probablemente, junto a Antonio Hernando, una de las personas que más y mejor conocen al presidente del Gobierno. A López le castigó primero la gestora apartándole de la portavocía del Senado por haberse mantenido fiel a Sánchez en el convulso Comité Federal del 1 de octubre, aunque se alejó del sanchismo inmediatamente después al no compartir la hoja de ruta que emprendió el entonces defenestrado ex secretario general. Pero el que fuera secretario de Organización del PSOE con Alfredo Pérez Rubalcaba entendió que uno puede enfriar o acercar las relaciones personales y siempre formar parte de un mismo proyecto. 

Encajó con resignación su salida de la primera línea y nunca se le escuchó ni en público ni en privado una mala palabra de quien había sido su íntimo amigo durante más de una década y con el que compartió no pocas experiencias personales y políticas. Cuando Sánchez se impuso en las primarias, López le decía a quien le escuchaba –y no eran muchos– que el PSOE abría con Sánchez una etapa absolutamente nueva, que el secretario general tenía un libro en blanco por delante y que sus primeros pasos estaban siendo grandes aciertos.

A diferencia de otros que dedicaron el tiempo a la nostalgia por el cualquier tiempo pasado fue mejor, el ex número tres del PSOE con Rubalcaba aprovechó su tiempo de retiro obligado para reflexionar y escribir 'Del 15-M al procés: la gran transformación de la política española', un ensayo de lectura obligada para entender lo ocurrido en nuestro marco político en la última década.

Sin las primarias de 2017, López seguro que hubiera sido ministro en el primer Gobierno de Sánchez, que fue elegido secretario general del PSOE por dos veces, aunque su ya flamante jefe de gabinete le votó la primera y no la segunda y eso les separó durante años. En el PSOE sabían que, tras demasiado tiempo de distanciamiento y un trabajo impecable al frente de Paradores, Sánchez había reconstruido algún puente con López y había quien daba por segura su incorporación en la siguiente crisis de Gobierno. El tiempo todo lo cura y lo pasado en el PSOE pasado está para el presidente del Gobierno, que con esta remodelación de su gabinete emite señales de haber dado por superada la “guerra civil” que los socialistas vivieron en 2017.