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Nadie se queja de tu web... porque ya están en la competencia

30 de septiembre de 2025 06:00 h

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La accesibilidad digital sigue siendo la gran olvidada. Muchos piensan que con subtítulos en un vídeo, un ALT en las imágenes y un par de contrastes revisados ya tienen el tema resuelto. Pero no, eso es solo la superficie. Lo que de verdad decide si alguien puede usar tu web o aplicación sin frustrarse es invisible. Y cuando lo ignoras, el resultado es simple: la gente se marcha sin decir nada.

La accesibilidad digital invisible es esa capa de detalles que no aparecen en las guías rápidas de diseño: el foco del teclado que desaparece, un botón que no responde, formularios que no dicen qué ha fallado, enlaces genéricos como “clic aquí”. Para quien navega con un lector de pantalla o depende de la consistencia en la interfaz, estos no son pequeños fallos: son auténticas barreras digitales.

Accesibilidad digital invisible: la trampa de lo que no se ve

Un sitio web puede parecer impecable a simple vista. Todo carga, todo se ve bonito, todo parece “funcionar”. Pero basta con navegar solo con el teclado para descubrir lo contrario: saltos caóticos, formularios imposibles de completar, menús que se abren y se cierran sin criterio, encabezados que no sirven de guía.

Hace unos meses, un cliente me decía orgulloso que nadie se quejaba cuando su web fallaba. Claro, nadie se quejaba porque ya se habían ido a la competencia. Ese es el efecto de no cuidar la accesibilidad digital: pierdes usuarios en silencio. No hay quejas, no hay feedback, solo abandono.

El problema es que ese abandono nunca aparece en tus métricas como “la gente no puede usar la web”, sino como simples visitas que no convierten. Y claro, luego llegan las teorías: que si el SEO, que si la publicidad, que si el mercado está difícil… cuando en realidad la barrera estaba en tu propia casa.

Microinteracciones: el silencio que excluye

La accesibilidad digital también vive en las microinteracciones, esos momentos aparentemente pequeños que marcan toda la experiencia. Envías un formulario y no hay confirmación. Ni un icono, ni un mensaje, ni un cambio de color. Silencio absoluto.

Para alguien con discapacidad visual o cognitiva, ese silencio es devastador: ¿funcionó? ¿lo envié dos veces? ¿falló?. El usuario no tiene respuestas. Un simple aviso claro (“Formulario enviado con éxito”) lo habría solucionado.

Lo mismo pasa con un botón que no reacciona, un menú que se despliega pero no avisa, o un error que aparece en rojo sin explicación. El silencio digital es exclusión, porque la web no comunica.

Estos pequeños detalles son los que marcan la diferencia entre una experiencia de usuario inclusiva y una que expulsa, sin ruido, a quien más lo necesita.

Accesibilidad digital: pequeños cambios, grandes diferencias

La accesibilidad digital no solo se trata de lo visual. Botones minúsculos, gestos complicados o zonas táctiles imposibles afectan también a personas con movilidad reducida o usuarios en situaciones transitorias: alguien con una mano ocupada, alguien con mala conexión, o simplemente alguien usando un móvil con la pantalla rota.

Lo curioso es que implementar accesibilidad digital no es caro ni complejo. No requiere un presupuesto millonario ni un rediseño desde cero. Lo que pide es atención al detalle, consistencia y empatía.

Prueba tu web sin ratón. Revisa si la jerarquía de encabezados tiene sentido. Asegúrate de que los formularios avisan de los errores de forma clara. Amplía la zona táctil de un botón. Son cambios sencillos que transforman la experiencia para todos.

Y ojo: cuando mejoras la accesibilidad digital, no solo ayudas a personas con discapacidad. Estás mejorando la experiencia de toda tu base de usuarios. Un mensaje claro beneficia a quien usa un lector de pantalla, pero también a quien está distraído. Un botón grande ayuda a alguien con temblor en las manos, pero también a quien va en el metro con el móvil en movimiento.

En resumen: la accesibilidad digital está en los detalles que nadie ve, pero que todos sienten cuando fallan. Si los ignoras, seguirás excluyendo personas sin saberlo, aunque tu web luzca impecable en capturas de pantalla.

Accesibilidad digital: pequeños detalles que marcan grandes diferencias.