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Y por fin el dios Chaak se asomó a la vigilia de los ruteros en Calakmul

Y por fin el dios Chaak se asomó a la vigilia de los ruteros en Calakmul

EFE

Xpuhil (México) —

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Exhuberante vegetación, caminos mohosos, monos aulladores y pájaros cantarines, las mariposas amarillas tan adoradas por Gabo... todo eso compone el entorno del sitio arqueológico de Calakmul, tan mágico que su lema de bienvenida es “sueña despierto”.

Y algo parecido a una idílica vigilia han debido de experimentar los 180 participantes de la 31ª edición de la Ruta BBVA, ya que durante su recorrido por Calakmul se apareció por fin el dios Chaak, la deidad maya de la lluvia, al que llevaban invocando desde el comienzo del viaje.

Y lo hizo con toda su furia. Una fuerte tormenta tropical, con rayos, truenos y relámpagos incluidos, descargó sobre los Edificios 1 y 2, los más emblemáticos del sitio arqueológico, justo cuando los expedicionarios atendían a las explicaciones de sus guías y debían comenzar la ascensión por las escalinatas.

“Si tengo que morir, que sea en la selva maya”, exclamó Abigail Félix, una rutera de Monterrey (México), a medio camino entre la broma y el miedo, mientras sus compañeras de grupo trataban de no asustarse por el tremendo rayo que acababa de caer junto al grupo.

Tras varias jornadas de un calor asfixiante, con una sensación térmica aún mayor por culpa de la humedad, la lluvia refrescó a la expedición, que se encontró con la prohibición de ascender al Edificio 1 por el peligro de caídas.

Calakmul no es solo la ciudad maya más importante del estado de Campeche, sino que, por su tamaño y relevancia política en las tierras bajas mayas, compite directamente con Tikal (hoy en Guatemala), con la que rivalizó durante dos siglos por el poder.

En los siglos VI y VII, Calakmul “fue el poder predominante en toda la región”, con innovaciones de todo tipo y estableciendo relaciones comerciales, clientelares o bélicas con las poblaciones vecinas, entre ellas Tikal, explica Andrés Ciudad, subdirector de la Ruta BBVA y catedrático en la Universidad Complutense de Madrid.

Tikal, al otro lado de la cercana frontera guatemalteca (a poco más de 30 kilómetros), “logró revertir la situación y Calakmul empezó a dejar de tener importancia ya para siempre”, continúa.

Sumergida en plena Reserva de la Biosfera de Calakmul, la ciudad homónima que hoy se visita alberga imponentes monumentos organizados en torno a una plaza central, uno de cuyos extremos cierra el Edificio 2, una suerte de doble templo que, en opinión de Ciudad, podría deberse a que “hubo un templo que dejó de funcionar y se le construyó otro delante”.

La presencia de estelas es otra de las características que diferencia a Calakmul del resto de ciudades, ya que se han hallado cerca de 120, algo que el arqueólogo e historiador define como “el mayor objeto de propaganda política de los sitios mayas”.

Esas estelas son de piedra caliza, lo que provoca que hoy estén muy deterioradas por el paso del tiempo, y describen la historia de las dinastías que habitaron la ciudad. No obstante, se sabe más de Calakmul por las narraciones de otros sitios, debido justamente al mal estado en que se hallan hoy las estelas.

Según Ciudad, Tikal y Calakmul “fueron dos ciudades gemelas, que se vigilaron mutuamente y los cambios que se dieron en una rápidamente fueron asimilados por la otra”. Sin embargo, en Tikal hubo 65.000 habitantes por los 80.000 que alcanzó Calakmul.

Hoy han sido bastantes menos que esos 80.000 pero un ejército de mochileros vestidos de amarillo (por las capas de agua que llevan los ruteros) paseó feliz hoy por los caminos de este sitio arqueológico, al que se llega tras una hora de viaje en furgoneta (los grandes autobuses no pueden acceder).

Muchos de los expedicionarios comentaban que “hoy sí es un día rutero”, pero sobre todo sentían que, de verdad, estaban soñando despiertos y que en esa vigilia estaba presente el dios al que llevaban llamando casi desde el principio: Chaak.

Concepción M. Moreno

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