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Desplazamientos en una frontera gallego lusa: en días puntuales y por horas

Un camión portugués circula por la carretera que cruza la frontera hispano-lusa en Calvos de Randín (Ourense).

EFE

Calvos de Randín (Ourense) —

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Entre Calvos de Randín (Ourense), conocido como el congelador de Galicia por sus bajas temperaturas, y Tourém, una freguesía portuguesa del ayuntamiento de Montalegre, se han disipado las fronteras que impuso la pandemia. Con restricciones, solamente dos días de la semana y por un espacio de cuatro horas en cada jornada.

La medida puesta en marcha de común acuerdo entre España y Portugal permite la apertura del paso los lunes y los jueves, de 6:00 a 8:00 de la mañana y por la tarde en horario de 17:00 a 19:00. Un dato a tener muy en cuenta: es la hora lusa la utilizada. Su huso es diferente, así que hay que contar una hora más en España.

Es una permisividad con matices, pero un pequeño alivio para los habitantes de estas zonas fronterizas que desde el pasado lunes han podido volver, un poco, a su vida habitual.

Hay gente que vive en un lado y trabaja en el otro y que durante esta emergencia sanitaria ha estado dando un rodeo de más de cien kilómetros. Es la reflexión principal que hace a Efe el alcalde de Calvos de Randín, Aquilino Iglesias, quien reivindica la necesidad de abrir los pasos pero con normalidad, pues a a mantener las restricciones no le ve sentido“ al asegurar que el riesgo de posibles contagios es mínimo. ”Aquí, desde luego, no hay aglomeraciones de gente“, manifiesta para justificar su demanda.

Para poder cruzar, es necesaria la autorización de la Guardia Nacional Republicana (GNR) o la Policía Nacional, según el caso, cuerpos encargados de controlar.

La apertura de este paso enclavado en el límite de Calvos de Randín y Tourém ha supuesto todo un incentivo para los vecinos de estos lugares, que se desplazan habitualmente a uno y otro lado por motivos laborales, pero también para el cuidado de fincas y animales.

No en vano, en los pueblos limítrofes comparten no sólo una vida familiar en común sino también ganado, fincas y servicios básicos que, por bien “pocos” que sean, dice el regidor, representan algo “indispensable” en la cotidianidad de estas zonas ante el delicado equilibrio económico de las áreas fronterizas, por ser muy dependientes de los desplazamientos entre países vecinos.

“Son pocos días pero dos días ya es mejor que nada”, admite María Fernándes. El paso para esta vecina de Portugal era fundamental ya que tiene terrenos en Randín.

En lo que coinciden en uno y otro lado de la frontera es en un comentario al que pone voz María: que la apertura dos días a la semana aunque “resuelve algo” es “claramente insuficiente”.

Un argumento que comparten muchos operarios gallegos que se desplazan casi a diario a Portugal para trabajar en sectores como el de la construcción.

Después de casi tres meses sin poder trabajar, “por estar el paso cerrado”, otra vecina de Tourém, Sandra Moura, que tiene su puesto en el supermercado de Calvos desde hace dos años, ve, en la actualidad, que no puede reanudar su actividad como a ella le gustaría, justo en las condiciones previas al estado de alarma.

“Ahora vengo a trabajar los dos días a la semana que puedo, lunes y jueves, que es cuando abren el paso”, explica.

No es el único hándicap para ella. La reapertura parcial ha provocado una modificación en su horario. “Me tengo que quedar aquí todo el día hasta que nos vuelven a reabrir la frontera por la tarde”, abunda Sandra, que ha tenido que adelantar su salida en una hora a fin de poder regresar a su hogar antes de que se vuelva a cerrar el paso.

Durante esta segunda jornada con la frontera abierta, ha habido conductores sin suerte. Es el caso de Rudesindo Pereira. Este hombre quería desplazarse a Portugal “para comprar unos cabritos a un amigo”, hecho ya el trato, pero la guardia portuguesa no ha aceptado (es necesario ese permiso) y él se ha quejado de que no puedan circular libremente.

Los conductores que no tengan certificado tendrán que esperar más para poder desplazarse. Hoy, a Rudesindo, le ha quedado muy claro.

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