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Sordas feministas de Argentina: “Sin accesibilidad es imposible empoderarnos”

Sordas feministas de Argentina: "Sin accesibilidad es imposible empoderarnos"

EFE

Buenos Aires —

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El Movimiento de Sordas Feministas de Argentina (Mosfa), creado en 2018, denuncia en una entrevista con Efe la falta de accesibilidad para su colectivo, que les traba su militancia, y destacan la “muy importante opresión” que se vive en los ambientes que las rodean.

“¿Cuál es nuestra gran dificultad? Bueno, la accesibilidad, sin accesibilidad es imposible empoderarnos”, plantea Tamara Cordovani, una de las fundadoras del movimiento.

Muchas de las mujeres que ahora integran Mosfa no se conocían hasta que, mientras organizaban la marcha del 8 de marzo del Día de la Mujer Trabajadora, pudieron percatarse de todas las rémoras a franquear si querían asociarse dentro del feminismo.

A partir de ahí surgió el proyecto, donde sus integrantes tratan de combatir los obstáculos hacia la accesibilidad y a la vez reclaman que su discriminación es doble: por ser mujeres y sordas.

“Hay opresión en la calle, en las instituciones, en los hospitales... y por ser mujer sorda es más complejo”, reflexiona Cordovani.

Lejos de victimizarse y con expresión resolutiva, la fundadora carga contra los prejuicios hacia la lengua de señas: “Hay veces en las que se piensa que una persona sorda que tiene como lengua propia la lengua de señas es inferior. Es una lengua que genera que la gente diga 'ay, pobrecita' o que no se le de valor”.

La violencia machista puede afectar especialmente a las mujeres sordas a la hora de denunciar a sus agresores.

“Hay un gran sentimiento de soledad, sufrimiento, violencia, cuando una persona sorda quiere hacer una denuncia, ir a un hospital, o ante la Justicia, a una comisaría, no se cuenta con servicio de interpretación”, explica otra de las iniciadoras de Mosfa, Sabrina Grinspun.

La activista concluye con que las agresiones machistas que sufren son las mismas que las de otras personas, pero que a su comunidad se le agrega la “violencia institucional”.

Pese a que Mosfa no es una asociación estatal sino “un movimiento libre” donde no hay “un objetivo que tenga que ver con lo político”, especifica Cordovani, sí exhiben su postura en momentos históricos del feminismo en el país, como fue durante el debate sobre la legalización del aborto en 2018.

Desde su agrupación, según revela Cordovani, elaboraron “un video accesible” con respecto al Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y además hicieron otro con lengua de señas y subtitulado en el que explicaban cómo poder abortar con misoprostol.

Otros hechos que critican desde el grupo es la falta de subvención pública para sus intérpretes, por lo que tienen que recurrir a la organización de distintas actividades como fiestas, clases de tango o talleres de maquillaje para poder pagarles.

“Nos invitan a diferentes charlas, talleres o distintos eventos donde no hay intérprete o donde los presupuestos no están para solventar el pago”, comenta Grinspun, quien resume a estas recaudaciones como una forma de integrar a la comunidad sorda desde una perspectiva lúdica.

Nadia Cordovani, también creadora de MOSFA, recalca que no hay “acceso al conocimiento, es como si el mundo estuviera cerrado”.

La activista insiste en que esa falta de información dificulta la añadidura de nuevos términos para la comunicación entre los sordos.

“Por ejemplo, la palabra sororidad que ahora tiene una seña, antes no la tenía porque si bien la palabra en español existía, las personas sordas la desconocíamos”, relata.

Además de nuevos términos, la lengua de señas inclusiva forma también parte de la contienda del movimiento, ya que “en lengua de señas no hay una marca de género”, subraya Cordovani.

Mosfa fue creado después del programa de Sordas Sin Violencia, que, cuenta Nadia, “había estado investigando sobre determinadas señas sexistas” y su objetivo era “poder modificarlas”.

Si se les pregunta por su “lenguaje” en lugar de “lengua”, tanto las chicas como las intérpretes corrigen al instante: “lenguaje tiene que ver con una capacidad de habla, lengua es nuestro propio idioma”, asevera Nadia Cordovani.

Por otro lado, María Victoria Perales, una de las intérpretes de Mosfa y también profesora de niños sordos, profundiza en la supeditación que ha experimentado la lengua de señas a lo largo de su historia.

“Durante mucho tiempo la comunidad sorda sufrió una gran opresión lingüística que hacía que la lengua de señas no llegue a los espacios académicos, a los espacios de poder, a los espacios políticos, a los espacios de difusión de los conocimientos”, concluye la docente.

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