La exposición a disruptores endocrinos durante el embarazo aumenta el riesgo de síndrome metabólico en los niños

La exposición a mezclas de sustancias químicas que alteran el sistema endocrino durante el embarazo se asocia con mayores probabilidades de síndrome metabólico en los niños, un cuadro que se presenta en forma de obesidad abdominal, hipertensión y resistencia a la insulina, y que aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes tipo 2.

Son los resultados de un estudio publicado este jueves en la revista JAMA Network Open en el que han participado 1.134 madres y sus hijos de seis países europeos (España, Francia, Grecia, Lituania, Noruega y Reino Unido), todos ellos voluntarios de la cohorte HELIX (Human Early Life Exposome). Los científicos han analizado la exposición prenatal a 45 disruptores endocrinos a través de muestras de sangre y orina recolectadas de las madres durante el embarazo o del cordón umbilical después del parto.

Más adelante, cuando los niños tenían entre 6 y 11 años, se les realizó un seguimiento que incluyó examen clínico, entrevista y recolección de muestras biológicas. Esto incluyó datos sobre la circunferencia de la cintura, la presión arterial, el colesterol, los triglicéridos y los niveles de insulina, que se agregaron para obtener un índice de riesgo de síndrome metabólico.

Interferencias con el sistema hormonal

Las denominadas sustancias químicas disruptoras endocrinas (EDC) reciben ese nombre por su capacidad de interferir con el funcionamiento de nuestro sistema hormonal, el crecimiento, el equilibrio energético y el metabolismo y de cuya exposición, dada su ubicuidad en nuestro entorno, es difícil escapar, según los autores. Estudios anteriores ya han demostrado una relación entre la exposición individual a algunos de estos compuestos durante la fase prenatal y algunos de los factores que componen el síndrome metabólico, en particular la obesidad y la presión arterial. Esta vez, como parte del proyecto ATHLETE, el equipo se propuso evaluar el impacto combinado de estas sustancias en todos los factores del síndrome metabólico .

El análisis estadístico mostró que las mezclas de metales, sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), pesticidas organoclorados y retardantes de llama (o PBDE) se asociaron con un mayor riesgo de síndrome metabólico. En el caso de los metales, la asociación observada se debió principalmente al efecto del mercurio, cuya principal fuente es la ingesta de pescados de gran tamaño.

Los PFAS son una de las familias de compuestos químicos más utilizadas, utilizándose en pesticidas, pinturas, sartenes antiadherentes o envases de comida rápida, entre muchos otros usos habituales. Debido a su persistencia, también se les conoce como los “químicos eternos”. También son muy persistentes los pesticidas organoclorados, que ya estaban prohibidos en Europa en los años 70, pero a los que todavía estamos muy expuestos debido a su permanencia en el medio ambiente.

Diferentes resultados según el sexo

“También observamos que las asociaciones eran más fuertes en las niñas para las mezclas de PFAS y bifenilos policlorados (PCB), mientras que los niños eran más susceptibles a la exposición a los parabenos”, explica Nuria Güil Oumrait, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio. “Dado que los disruptores endocrinos interfieren con las hormonas esteroides sexuales, estas diferencias están dentro de lo que se esperaría”.

La exposición a mezclas de disruptores endocrinos durante el embarazo puede estar asociada con una salud metabólica adversa tanto en niños como en niñas

“Nuestros resultados sugieren que la exposición a mezclas generalizadas de disruptores endocrinos durante el embarazo puede estar asociada con una salud metabólica adversa tanto en niños como en niñas”, añade Martine Vrijheid, codirectora del programa Medio Ambiente y Salud a lo largo de la Vida de ISGlobal y autora principal del estudio. “Esta asociación puede contribuir al aumento actual en la prevalencia del síndrome metabólico a lo largo de la vida, que actualmente afecta a una cuarta parte de población adulta, con tendencias al alza evidentes incluso entre los jóvenes”, concluye.

Limitar la exposición a los disruptores

Ángel Nadal, catedrático de Fisiología de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), cree que se trata de un trabajo de alta calidad realizado con datos y métodos sólidos. “Este estudio confirma resultados previos realizados analizando compuestos a nivel individual”, explica en declaraciones a SMC España. “Se confirma que la exposición prenatal a los disruptores endocrinos persistentes, con un amplio uso en objetos cotidianos, están asociados con un efecto obesogénico y una peor salud metabólica en niños de entre 6 y 11 años”. 

Es necesario que se cumpla la estrategia 2030 y que a nivel europeo se limite la exposición a los disruptores endocrinos

El especialista recuerda que no estamos expuestos a un solo disruptor endocrino, sino a una mezcla de ellos, aunque hay algunas limitaciones que los autores identifican en el estudio. “Es necesario que se cumpla la estrategia 2030 y que a nivel europeo se limite la exposición a los disruptores endocrinos”, concluye. “De momento, a nivel individual podemos intentar disminuir la exposición todo lo posible, especialmente en los periodos de mayor susceptibilidad como el embarazo y los primeros tres años de vida”.

Marieta Fernández y Vicente Mustieles, investigadores de la Universidad de Granada (UGR), consideran que este estudio supone un avance sólido en el conocimiento epidemiológico y toxicológico de las consecuencias en salud de la exposición temprana (in utero) a mezclas de sustancias químicas-persistentes que pueden alterar la programación metabólica de la población infantil, permite identificar la población especialmente vulnerable, así como establecer medidas preventivas en los niños con alto riesgo cardiovascular.

“Aunque los estudios observacionales no permiten establecer causas definitivas —aseguran a SMC—, la coherencia de los datos in vitro, in vivo y epidemiológicos aboga firmemente por la necesidad de reducir la exposición a compuestos químicos-obesógenos y/o disruptores metabólicos, especialmente en mujeres en edad fértil y durante los primeros años de vida (niños)”.