Casi un millón de vacunas contra la COVID caducaron en España en 2021

Hay consenso sobre que la respuesta española a la vacunación ha destacado en la escena internacional. El 90% de la población mayor de 12 años está vacunada con pauta completa y se han puesto más de 89 millones de dosis desde que la estrategia dio sus primeros pasos, el 27 de diciembre de 2020. De la exitosa campaña, sin embargo, quedaba un dato por conocer: cuántas vacunas han caducado en las neveras españolas antes de haberse administrado. Son 934.036 dosis en 2021, según datos obtenidos por elDiario.es a través de una solicitud de información amparada en la Ley de Transparencia, a fecha 12 de enero de 2022. El 95% son preparados de Janssen y de AstraZeneca, las dos marcas que se excluyeron hace meses de la estrategia de vacunación en España.

Los datos responden a la contabilidad que lleva el Ministerio de Sanidad de las dosis para adultos, pero el número podría ser mayor dado que las comunidades autónomas no están obligadas a informar periódicamente de si destruyen vacunas por sus medios que ya no son aptas para ponerse. El Ministerio solo tiene constancia si se caducaron en sus almacenes, si las autonomías se las devolvieron o si les notificaron la destrucción. “Una vez distribuidas en las comunidades, son responsabilidad de esta administración y desconocemos con exactitud el número de vacunas que hayan podido caducarse bajo su responsabilidad”, dice la respuesta cursada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y firmada por directora del organismo, María Jesús Lamas.

Las dosis desechadas suponen el 0,8% de las recibidas en España (117,6 millones) y un 1% de las entregadas a las comunidades autónomas (87,5 millones), siempre a fecha de 12 de enero, aunque esta última cifra es variable puesto que cambia si una comunidad devuelve dosis a los almacenes centrales, según un portavoz de la AEMPS.

El mayor desperdicio (892.398 dosis) se concentra en las vacunas de adenovirus: la monodosis de Janssen y AstraZeneca. Sin embargo, no hay preparados ni de Pfizer ni de Moderna caducados en las neveras de Sanidad, aunque las comunidades han tenido que tirar 21.018 dosis de la primera marca y de 20.620 de la segunda, de acuerdo a los datos aportados por la AEMPS. Estas dos vacunas de ARN mensajero se continúan administrando a buen ritmo en la campaña de las dosis de refuerzo, que ya son accesibles para toda la población mayor de edad.

Casi medio millón de Janssen, a la basura

“Se encuentran en el almacén 486.220 dosis caducadas” de Janssen que fueron devueltas por las comunidades “tras los cambios en la estrategia de vacunación” y Sanidad tiene constancia de que al menos otras 22.615 dosis adicionales fueron desechadas directamente por las autonomías. España ha recibido 10,4 millones de preparados de esta marca, por lo que hasta la fecha se han tirado sin usar casi el 5% de ellos. Es un número elevado también teniendo en cuenta que se han puesto 1,97 millones de dosis de Janssen en nuestro país, lo que supondría que por cada cuatro vacunas que hemos administrado, una ha acabado en la basura.

¿Cómo se explica ese desperdicio? La Agencia Española del Medicamento lo atribuye al “cambio en la estrategia de vacunación”. La aparición de Janssen supuso una revolución en el mercado de las vacunas. Al ser monodosis, prometía acortar a la mitad los tiempos y acelerar mucho la campaña. Pero la vacuna que iba a ser la panacea terminó quedando reducida solo a los mayores de 40 años por algunos infrecuentes efectos secundarios –que paralizaron su uso en Estados Unidos– y retrasos en el suministro. Sanidad la autorizó inicialmente solo para las personas entre 70 y 79 años aunque fue ampliándola a grupos más jóvenes y la destinó a personas que, por su condición vital o trabajo, iban a tener dificultades para acudir dos veces a vacunarse, independientemente de su edad.

Los lotes caducados, que constan en la respuesta de Transparencia, se distribuyeron refrigerados (entre 6 y 8ºC) “pues se planificaba una utilización inmediata” que no sucedió, precisa la AEMPS en la respuesta oficial. En este estado, las vacunas solo pueden aguantar seis meses; congeladas a -20ºC, hasta dos años, según la ficha técnica.

Los periodos de caducidad de las vacunas, lo que se llama vida útil, están definidos en función de cómo se conserven. También pasa con otros fabricantes, de manera que si se espera un uso temprano pero luego no se da por una modificación sobre la marcha de la estrategia por efectos secundarios, por ejemplo, pueden echarse a perder. Por ejemplo, el suero de Pfizer se puede conservar hasta nueve meses a una temperatura de entre -60 y -90ºC;

AstraZeneca, a otros países

AstraZeneca es la segunda marca con más viales caducados (un 1,8% de todos los recibidos) y también vivió una serie de vaivenes de administración en España hasta que dejó de recibirse en verano de 2021, tres meses después de suspenderse para menores de 60 años. El Ministerio de Sanidad tiene en el almacén 343.183 dosis caducadas que fueron devueltas por las comunidades o que directamente se quedaron sin distribuir, a las que hay que sumar otras 40.380 que desecharon directamente las consejerías autonómicas de salud y cuya destrucción fue comunicada a Sanidad. Se trata de ocho lotes cuya vida útil expiró el 31 de octubre.

España tiene un importante excedente de vacunas de AstraZeneca. Compró muchas pero cesó en su uso. A 12 de enero, había recibido 20,8 millones de dosis aunque solo se entregaron algo más de nueve a las comunidades. Es la vacuna que más se está donando a terceros países a través de las dos vías posibles para hacerlo: acuerdos bilaterales o el mecanismo COVAX, que intenta abogar por un reparto equitativo en el mundo.

Hasta finales de octubre se trasfirieron a través de pactos entre países, sin contraprestación, al menos 840.000 vacunas a Argentina, Honduras, Mauritania y Colombia, todas de AstraZeneca, según publicó elDiario.es. El Gobierno justifica por escrito que ofreció más viales de este fabricante a terceros territorios, pero “no pudieron ser donados por la no aceptación de algunos países receptores”.

Esto tiene un contexto. La mayoría de las donaciones mundiales han sido proporcionadas con poca antelación, lo que hace que sea muy difícil para los países planificar campañas de vacunación. El patrón, al menos en COVAX, ha sido también la entrega con una vida útil corta. España ha cedido ya 50 millones a través de este mecanismo –aunque la mitad no han llegado a destino– y es el noveno donante mundial por habitante en dosis entregadas, pero no es una excepción en las dinámicas de donación.

La mitad de las dosis transferidas por España hasta el 25 de octubre usando esta vía, que no permite incorporar vacunas que ya hayan pisado el territorio del donante, se distribuyeron a menos de 10 semanas de su fecha de vencimiento, tal y como adelantó elDiario.es. COVAX solo envía dosis que han sido previamente aceptadas por los países, y algunos han tenido que rechazarlas por el corto margen hasta la caducidad y por una limitada capacidad para distribuirlas y administrarlas. “Cada vez más se pone el acento en las dosis que los países receptores han rechazado o en las que han caducado. Como siempre hay muchos prejuicios y dobles raseros detrás de muchas de estas noticias. Para empezar porque no tenemos ni idea cuántas dosis han caducado en Europa, o cuáles son las pérdidas de las campañas de vacunación de Europa”, explicaba Belén Tarrafeta, farmacéutica y experta en acceso a medicamentos, al ser consultada sobre estos datos.

La vacuna más donada por España es la de AstraZeneca, que representa casi la mitad de los envíos hasta ahora, con más de 12 millones. Le siguen el preparado de Janssen y Moderna, con más de siete y cinco millones de dosis respectivamente. En los datos de vacunación diarios de Sanidad puede verse que España ha adquirido muchas más dosis de AstraZeneca y Janssen de las que han llegado al territorio. 31,5 millones y 20,9, respectivamente, según las cifras actualizadas a 12 de enero.

“Si ha pasado aquí, pasa en otros países y eso es un problema”

¿Que se hayan desechado el 1% de las recibidas por España, casi un millón, es una cifra preocupante? En este asunto, el análisis local es más favorable que el global. “No es un volumen muy importante a efectos internos. En el caso de Pfizer y Moderna es muy ocasional, normal que ocurra en una campaña tan grande con una logística tan complicada”, sostiene José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (Anenvac). Con Janssen y AstraZeneca, opina el experto, ha habido “un caos organizativo” que ha contribuido al desperdicio y “tenían que haber sido muy ágiles” en el envío a otros países.

“Si ha pasado en España, pasa en todos los países y eso es un gran problema. Sobre todo, teniendo en cuenta el contexto de desigualdad, fruto de la voluntad de acaparamiento de vacunas por parte de los países ricos que no responde a las necesidades reales de la población”, replica Irene Bernal, responsable de acceso a medicamentos de la organización Salud por Derecho. Un informe de Airfinity, una agencia británica de investigación de datos, predice que a finales de marzo de 2022 habrán caducado 241 millones de vacunas adquiridas por los países del G7 y la Unión Europea sin ponerse.

“Hay constancia de que se han tenido que destruir dosis en países de renta media y baja porque cuando llegan las vacunas tienen una vida útil corta y los territorios no tienen suficiente capacidad de distribución”, aporta la encargada de Relaciones Institucionales de Médicos Sin Fronteras, Raquel González. Pone como ejemplo a la República Democrática del Congo, que recibió 1,7 millones de dosis de AstraZeneca a través de COVAX en marzo de 2021, un mes antes de que saltara la alerta internacional sobre sus posibles e infrecuentes efectos secundarios. El lanzamiento de la campaña fue lento, había desconfianza en la población, y casi todas las vacunas (1,3) fueron redistribuidas en otros países porque se caducaban en junio. “Si se han perdido en España, donde todo ha estado organizado, podemos imaginar lo que pueda ocurrir en otros países. Cierta pérdida hay, la cuestión es ver en qué porcentaje”, concluye.