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La ola de calor dispara la contaminación por ozono en gran parte de España

Raúl Rejón

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Asados y oxidados. La ola de calor que atraviesa España, además de mantener jornada tras jornada temperaturas de alto rigor, ha disparado los niveles de contaminación por ozono troposférico (O3), un potente “oxidativo celular”, como lo define el Ministerio de Transición Ecológica.

Durante este episodio excepcionalmente cálido, el aire sobre la península ibérica, cargado de los gases que emiten, por ejemplo, los tubos de escape, está recibiendo a lo largo de muchas horas una gran cantidad de radiación solar. Ese es el escenario perfecto para generar ozono malo.

La “alta insolación”, como describe la Aemet, que está recalentando el aire por encima de lo normal desde el domingo pasado, transforma los óxidos de nitrógeno –cuyo representante más famoso es el NO2 que expulsan los vehículos– y otros compuestos nocivos en ozono. Todos esos rayos hacen que, finalmente, se acumulen altos niveles de ese gas en la parte de la atmósfera cercana a los seres vivos: la troposfera. Justo donde es dañino.

“Está siendo un episodio muy relevante”, analiza Miguel Ángel Ceballos, de Ecologistas en Acción. Ceballos calcula que “un tercio de las 500 estaciones que miden ozono troposférico en España han superado los niveles de protección de la salud que marca la normativa”.

Ese umbral está en los 120 microgramos por metro cúbico de aire medidos en un periodo de ocho horas que no debe alcanzarse más de 25 veces al año. Además, si se llega a 180 microgramos de media horaria, debe activarse un dispositivo de información a la población.

Según los datos que ofrece el Ministerio de Transición Ecológica, los peores registros hasta el momento se han concentrado el miércoles 13 de julio en la ciudad de Madrid. Allí, en un día, se rebasaron 11 veces los límites por los que hay que informar al público. Cinco de las 13 estaciones superaron ese nivel, según ha recopilado el grupo ecologista. En todo 2021 no había ocurrido nunca.

Además, Catalunya, la Comunidad de Madrid, Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha acumulan una semana con índices más allá del tope legal. Destacan, al margen de la capital madrileña, Algete, Coslada, San Martín de Valdeiglesias y Torrejón de Ardoz en esa comunidad; las estaciones de Tona y Vic en Barcelona así como Medina de Pomar (Burgos) y Valderejo (Álava). Todas ellas se ven afectadas por la contaminación que se genera en las grandes ciudades cercanas: Madrid, Barcelona y Bilbao.

La periferia padece la polución que se genera en el centro

“Los niveles son superiores en las periferias de grandes urbes y zonas rurales porque la reacción fotoquímica que lo genera necesita una cierta distancia”, explica el Ministerio de Transición Ecológica. Por eso en las áreas urbanas con mucho tráfico aparecen concentraciones mucho menores. El transporte de aire desde los focos donde se emiten los dióxidos de nitrógeno provoca los niveles muy altos de ozono en zonas más alejadas.

Este gas en la estratosfera (la capa de la atmósfera situada entre 15 km y 60 km por encima de la superficie) es crucial para la vida en la Tierra. Ejerce de escudo contra los rayos ultravioleta del Sol. De ahí la importancia de restañar el agujero que se abre estacionalmente en la Antártida. Pero, cuando el ozono se forma más abajo, pasa de héroe a villano.

En la troposfera, este gas es oxidativo para los seres vivos: agrede a las células. De esta manera, los científicos han constatado que, a corto plazo, reduce la función pulmonar, causa dolor de cabeza, fatiga y efectos vasculares. A largo plazo provoca efectos negativos en el desarrollo de los pulmones y en el asma e induce alteraciones cognitivas. También incrementa la mortalidad en enfermos crónicos de diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva e insuficiencia cardiaca. La Agencia Europea del Medio Ambiente atribuye entre 1.500 y 1.800 muertes prematuras anuales a la contaminación por ozono en España.

Es un avance del clima que nos espera como consecuencia del imparable aumento de las concentraciones de los gases de efecto invernadero

El ozono conforma así un contaminador de primer orden, aunque pasa desapercibido ya que, a pesar de presentar un tono azulado, no se hace tan patente a los sentidos como el humo de una camioneta de gasoil. Huele a tormenta.

Crisis climática, olas de calor y ozono, un círculo vicioso

El calor extremo no da tregua. La Agencia Española de Meteorología ha avisado de que las temperaturas, diurnas y nocturnas, seguirán altísimas hasta el próximo lunes, en una ola cálida aguda que se ha activado un mes después de otra que también fue especialmente intensa: ambas ilustran el nuevo panorama climático provocado por las emisiones humanas de gases de efecto invernadero.

“Es un avance del clima que nos espera como consecuencia del imparable aumento de las concentraciones de esos gases”, analiza en SMC España el meteorólogo superior del Estado Ernesto Rodríguez Camino. Rodríguez Camino sostiene que, cuando se revisen los datos de esta ola, “nos indicarán que, con el actual clima perturbado, la probabilidad de ocurrencia de este evento ha aumentado respecto a la probabilidad en un hipotético clima no perturbado”.

Crisis climática, olas de calor y contaminación por ozono conforman un círculo vicioso. El calentamiento global, como indicaba Rodríguez Camino, está multiplicando las olas de calor. Estas olas aportan más radiación solar que, al mismo tiempo, genera más ozono en la troposfera. El ozono en esa capa es considerado el tercer gas más potente de efecto invernadero. Añade un 16% de ese efecto, según la Agencia Europea de Medio Ambiente. Y el círculo queda cerrado.