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En la Ribera d'Ebre parece que el aire hierve

En la Ribera d'Ebre parece que el aire hierve

EFE

Vinebre (Tarragona) —

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El aire en la Ribera d'Ebre en plena ola de calor entra por las vías respiratorias como una bocanada hirviente de aire seco, no es una situación nueva, pero desde ayer la preocupación de los vecinos porque las llamas acaben con casas, animales y tierras hace todavía más difícil respirar.

Cada verano se alcanzan temperaturas récord en las Tierras del Ebro con temperaturas que rondan los 40 grados. Hoy, en plena ola de calor, han llegado a los 39 grados.

El bar del hogar de jubilados de Vinebre es uno de los centros neurálgicos del pueblo, por aquí pasa todo el mundo y, desde que todo el mundo tomó conciencia de que el fuego sería grave, empezaron a organizarse para llevar agua y bocadillos a los bomberos.

“Enseguida vinieron del Ayuntamiento a buscar agua aquí al bar. Unos ofrecimos agua, otro se ofreció para llevar el cargamento de botellas con su 'toro' hasta el campo de fútbol. Y entonces ya nos pusimos a disposición del Ayuntamiento para hacer todo lo que fuera necesario”, explica Rosa Mari Miró, que regenta el bar.

Pasadas las horas se ha abierto en un grupo de Whatsapp al que se han apuntado unas 50 personas del pueblo. “A la mínima que haces una llamada -explica- aquí aparece gente de todas las edades para ayudar en lo que haga falta”.

A poco más de 8 kilómetros está Flix, una de las localidades más afectadas por el incendio, donde se han quemado más de 2.500 hectáreas, y que ha dado refugio a los desalojados de las masías. Ahora, en la escuela pasan la noche unas 27 personas, muchos de ellos ingleses.

Además del apoyo que Cruz Roja presta a los que han tenido que dejar sus casas, también han acudido algunos vecinos para ayudar, hacer de intérpretes o simplemente hacer compañía.

Visiblemente emocionada, ha llegado esta tarde Mavi Sabater. Ella y su familia fueron evacuados en un primer momento de su masía pero, a diferencia de otros, ya han podido volver a casa.

“Hemos sentido mucha impotencia en casa. Necesito hacer algo. Nosotros nos hemos salvado y estamos bien, pero esta pobre gente no sabemos que se encontrarán. Todo lo que podamos hacer por ellos lo tenemos que hacer”, explica con lágrimas en los ojos.

Maví llegó a Flix hace 4 años y en la masía donde viven, además de tener su hogar, tienen su trabajo. “Es la casa donde vivimos y tenemos el trabajo -explica- o sea que si se hubiera quemado lo hubiéramos perdido todo”.

La familia de Cristina Ferrús, vecina de Flix, tampoco ha dudado en ayudar. “En casa mi tía se han quedado dos ingleses de las masías” y también ayudan a un matrimonio mayor que ha ido a su casa para poder ducharse.

Este matrimonio son los Shepard, una pareja de ancianos que vino desde Londres a Flix en 2002 y que ayer tuvieron que abandonar su masía de forma repentina. “Cogimos una bolsa con la documentación y los perros. No tuvimos tiempo de nada más ”, explica Keneth, el marido.

“Sufrimos sobre todo por los animales. La casa se puede volver a construir”, afirma Julie junto a dos perros de avanzada edad y otro joven, que han adoptado recientemente. En casa se quedaron dos gatos, con suficiente comida y agua para aguantar. “Pensamos que están bien, porque por lo que nos han dicho la masía no ha quedado afectada”, explica Julie sin ocultar su preocupación.

En la cima del castillo de Flix, en la colina que domina el pueblo, se percibe mejor la magnitud de la catástrofe, de ahí el ir y venir de gente para observar la avance de las llamas.

Jordi Guiu, cuya familia tiene una casa cercana a la ermita, ha subido con un grupo de amigos. “Me he pasado varias horas observando. Ayer teníamos el fuego más cerca, aunque nos decían que lo peor no se veía. Hoy el fuego ha avanzado mucho, lo tenemos más lejos del pueblo, pero no parece que tenga que parar”.

La noche cae, mientras las columnas de humo avanzan y, en el bar del hogar de jubilados de Vinebre, se preparan para hacer más bocadillos.

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