Un documento enmarcado en la pared, firmado en 1892 por la reina regente María Cristina de Habsburgo, acredita a una antigua destilería valenciana como proveedora oficial de la Casa Real. Justo al lado, otra reliquia llama la atención: una botella oscura, con una etiqueta desgastada donde aún puede leerse Kola-Coca. La fórmula original, guardada bajo llave, ha sobrevivido al paso de generaciones como si se tratara de un secreto industrial que aún no ha dicho su última palabra. En Aielo de Malferit creen que ese jarabe guarda el verdadero origen de la Coca-Cola.
El viaje a Filadelfia que pudo cambiar la historia de las bebidas
La historia empieza con tres emprendedores: Enrique Ortiz, Ricardo Sanz y Bautista Aparici, fundadores de la Fábrica de Licores de Aielo en 1880. Se dedicaban a elaborar bebidas y a presentarlas por toda Europa en certámenes internacionales. Bautista Aparici era el encargado de mover el producto por ferias y exposiciones.
En 1885 viajó a Filadelfia con un nuevo producto bajo el brazo, una bebida elaborada con hoja de coca, nuez de kola y agua fresca que en la etiqueta lucía el nombre de Jarabe Superior de Kola-Coca.
El recorrido comercial incluía repartos de muestras a comerciantes locales, sin proteger legalmente la fórmula fuera de España, práctica habitual en la época. El producto no estaba patentado internacionalmente, y tampoco existía un marco jurídico tan desarrollado como el actual. Un año después, en Atlanta, John Stith Pemberton lanzó al mercado una bebida con ingredientes muy similares, pero carbonatada. El contexto era favorable: Georgia acababa de aprobar la ley seca, y los tónicos con supuestas propiedades medicinales ganaban terreno.
La bebida estadounidense creció poco a poco, aunque Pemberton no llegó a disfrutar de su éxito. Murió en 1888 y nunca conoció el verdadero alcance de su invención. Fue Asa Griggs Candler quien compró los derechos del producto y fundó The Coca-Cola Company, la misma que décadas después entraría en contacto con Aielo de Malferit por un motivo bastante revelador.
El día que Coca-Cola llamó a la puerta de Aielo de Malferit
En 1953, representantes de Coca-Cola visitaron el pueblo valenciano. Querían establecer una embotelladora en España, pero el nombre “Cola-Coca” ya estaba registrado por la destilería local. Según publicaron medios como Spiegel o El País, se firmó un acuerdo con Joaquín Juan Sanchis, entonces propietario de la fábrica, para adquirir los derechos sobre la marca. La transacción no dejó documentos oficiales, pero se estima que la cantidad pagada osciló entre las 30.000 y las 50.000 pesetas.
Ese mismo año, Coca-Cola abrió su primera planta embotelladora en Barcelona y la versión sin alcohol de la Kola-Coca dejó de producirse. La fábrica continuó elaborando una variante con alcohol: la Nuez de Kola-Coca, un licor de 21 grados que aún conserva parte del sabor original. Según explicó Juan Micó, actual propietario de la destilería, en una entrevista publicada en ABC News, “en aquella época era fácil copiar una bebida. Las patentes sólo se registraban si el producto tenía éxito”.
La empresa valenciana patentó su fórmula en España en 1903, demasiado tarde para impedir la expansión de la marca estadounidense. Por eso mismo, muchos en Aielo consideran que el relato oficial deja fuera una parte importante. Aunque no existen pruebas que certifiquen un plagio directo, hay coincidencias que alimentan la sospecha.
El pueblo que no busca dinero pero sí reconocimiento
Juan Micó sostiene que la fórmula original sigue guardada en una caja fuerte de la fábrica y que, si sus antecesores hubieran pactado un porcentaje en lugar de una suma fija, “seríamos millonarios”. La empresa ha pasado por varias manos y fue colectivizada durante la Guerra Civil. En 1971, Micó la compró al antiguo dueño cuando este pensaba cerrarla, y desde entonces la dirige junto a su hijo y su sobrina.
Actualmente, el radio de acción de la destilería es comarcal, pero su historia sigue viva. En 2018, el alcalde del municipio, José Luis Pinter, expresó su deseo de poder vincular públicamente a la localidad con la historia de la bebida, sin fines económicos. En sus declaraciones a El País, explicó que “nuestro objetivo es que vean este proyecto de buen grado, para que el pueblo sea conocido. No perseguimos otra cosa”.
La respuesta de la compañía fue escueta y tampoco respondió de forma explícita. Según declaró un portavoz al mismo medio, “la marca ha trascendido de tal manera que es propiedad de todo el mundo”. Sin embargo, ni en otros lugares del mundo ni en la historia oficial figura un producto tan parecido presentado justo antes del lanzamiento de Coca-Cola.