Las películas que muestran el compromiso de Paul Laverty, el guionista que fue detenido por apoyar a Palestine Action

Júlia Cortina

26 de agosto de 2025 12:30 h

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El cineasta y guionista Paul Laverty, esposo de la directora española Icíar Bollaín, fue arrestado recientemente por llevar una camiseta en la que denunciaba el genocidiode Israel en Gaza. El hecho no sorprende si se tiene en cuenta la trayectoria de Laverty, un autor que siempre ha puesto su voz y su obra al servicio de las causas sociales, dentro y fuera de la pantalla. Su vida y su cine están marcados por la coherencia entre lo que piensa, escribe y defiende. El guionista escocés de origen irlandés ha forjado una de las carreras más sólidas del cine europeo contemporáneo gracias a su colaboración con el británico Ken Loach. Sus películas, atravesadas por un profundo sentido de justicia social, llevan más de dos décadas explorando las heridas del capitalismo, la precariedad laboral, la migración y la lucha de los desfavorecidos, con una escritura sin adornos que busca la verdad directa de quienes viven en los márgenes.

Pan y rosas: lucha y dignidad

Uno de los ejemplos más claros de este compromiso es Pan y rosas (2000), ambientada en Los Ángeles. Allí, el cineasta relata la historia de trabajadoras inmigrantes explotadas en el sector de la limpieza, poniendo en primer plano la voz de quienes rara vez tienen espacio en el cine. La película conecta las luchas obreras con la dignidad de la vida cotidiana, recordando que lo personal y lo político son inseparables.

Felices dieciséis: juventud y exclusión

Con Felices dieciséis (2002), Laverty se adentró en la juventud golpeada por la exclusión social en Escocia. La historia de Liam, un adolescente que sueña con una vida mejor mientras la pobreza y la violencia lo arrastran, es un retrato descarnado de cómo la falta de oportunidades condena a las nuevas generaciones. Aquí, el guionista muestra mucha sensibilidad con sus personajes y no los juzga de manera simple.

El viento que agita la cebada: historia y dilema ético

Otro punto alto de su compromiso es El viento que agita la cebada (2006), ganadora de la Palma de Oro en Cannes. La película, ambientada en la guerra de independencia irlandesa, refleja el conflicto no solo como una lucha nacional, sino como un dilema ético y social. El guionista pone sobre la mesa las tensiones entre ideales de justicia y las traiciones que nacen del poder, construyendo una obra profundamente política y humana.

Yo, Daniel Blake: crítica al sistema

En Yo, Daniel Blake (2016), Laverty contó cómo el complicado sistema del Estado británico puede hacer la vida muy difícil a la gente. La historia muestra a un hombre enfermo que solo pide una ayuda justa, pero se encuentra con un trato frío e injusto. La película emocionó en muchos países porque, además de la crítica social, transmite un fuerte mensaje de solidaridad y humanidad.

Sorry We Missed You: precariedad laboral

Otro ejemplo impactante es Sorry We Missed You (2019). En esta película el cineasta quiere mostrar cómo la supuesta libertad de trabajar como “autónomo” en la economía de reparto en realidad es una nueva forma de explotación. Su guion enseña que, detrás de la promesa de ser tu propio jefe, hay jornadas interminables, deudas y ausencia de derechos laborales. También busca reflejar cómo esta precariedad no solo afecta al trabajador, sino que rompe familias, desgasta la salud y destruye la vida personal. En el fondo, Laverty quiere denunciar que este modelo económico convierte a las personas en piezas desechables y recordar que detrás de cada entrega o servicio hay un ser humano con dignidad.

Esperanza y resistencia

No obstante, su compromiso no se limita al retrato de las injusticias. En todas sus obras hay también un espacio para la esperanza, la solidaridad y la resistencia. Sus personajes, aunque a menudo golpeados por la adversidad, encuentran fuerzas en los lazos humanos y en la lucha colectiva. Laverty entiende el cine no solo como denuncia, sino también como un espacio para imaginar alternativas.

En conjunto, la filmografía de Paul Laverty demuestra cómo el guion puede ser un arma ética y política. Sus historias, siempre conectadas con la realidad social, han dado voz a quienes la sociedad intenta silenciar. Más que un guionista, Laverty es un cronista de las luchas de nuestro tiempo, y su cine sigue recordándonos que contar historias es también un acto de compromiso.